Arremolinada a tu vera. De Juancho
Por monelle elMar 6, 2011 | EnCONTEMOS CUENTOS 26, Juancho
Para caldear el ambiente, Marina pensó que sería una buena idea desnudarse un poco. A su lado estaba Adrián, dormitando, hibernando, como si con él nada fuesen las vicisitudes que la poetisa estaba tramando. Ella pensó que debía despertar sus sentidos, hacerle ver que estaba allí, a su lado. Empezó por bajarse la cremallera del jersey, con suaves movimientos, sin pompa, ni sobresaltos. Quería desnudarse en silencio, que él no lo notara. Le dio un suave codazo mientras se deshacía de la prenda de lana y él se movió un poco, pero siguió adormilado. El tórax de Marina estaba ahora cubierto sólo por una corta camiseta, sin mangas, que resaltaba sus voluptuosas tetas y marcaban sus pezones erizados, que dejaba ver todo su vientre liso, con su ombligo piercingado. No llevaba sujetador, algo en lo que no había reparado. Esto le hizo dudar de seguir con lo que estaba tramando. La camiseta no solucionaba el pudor que le estaba embriagando por estar ahora casi desnuda ante Adrián, al que acababa de conocer hacía un rato. Pensó que se sorprendería mucho si abriera los ojos y la viera a ella en aquel estado. Cogió el cuello del jersey, buscó las mangas y con rapidez procedió al ponérselo. El brusco movimiento de brazos despertó a Adrián, quien sólo tuvo tiempo de ver fugazmente las axilas levantadas de una joven, un jersey que descendía y cubría la piel desnuda de un abdomen estivalmente dorado.
- ¿Qué haces? – balbuceó.
- Oh... – Marina se puso azorada cuando vio cómo le miraba- verás... me he tenido que quitar el jersey porque... es que... no sé... me...me ha picado... sí, algo me ha picado... tal vez un mosquito.
- ¿Dónde?
- Pues... no sé... aquí, en la cintura, al lado.
- Déjame mirar a ver si te ha dejado alguna señal.
- Ah... no... no hace falta. Creo que no hay nada. Habrá sido la lana.
Pero Adrián insistía:
- Mira, en estos casos es mejor ver si hay alguna ampolla. Se te podía infectar, si no se cura a tiempo. Levántate un poco el jersey y enséñame la zona.
- Está bien.
Marina se levantó un poco la prenda, mostrándole su concavidad lateral. El joven pasó la mano buscando la protuberancia de una señal, que no estaba por ningún lado. Luego sus dedos fueron avanzando hasta dejar la cintura y llegar al abdomen dorado...
Juancho 04/02/2007
No hay opiniones, todavía
« Turbios momentos. De Juancho | El pescador. De Crayola » |