VIAJE de Monelle
Por monelle elJul 20, 2013 | EnMonelle, CONTEMOS CUENTOS 32
Con los ojos enrojecidos y los gestos concentrados en el vaso de vodka que lleva a su boca, se mueve para exigirle al camarero el relleno de licor con el que entretener las horas. José Maria siente la pesadez de sus miembros. Pasadas las cinco de la madrugada, pregunta si falta mucho para el cierre del local, recibe un no por respuesta y decide marchar antes de verse avergonzado por una evacuación forzosa. No ha dejado de beber desde que llegó y no le gusta ser el hazmerreír de nadie. Al pagar da una propina para que le llamen a un taxi, no quiere arriesgarse a coger el coche. Al sonido del claxon se asoma a la ventana y hace un gesto para que le aguarde, necesita orinar urgentemente, cree no poder aguantar todo el trayecto. Sabe que el contador esta en marcha y atropella en su precipitada carrera a alguien, cae. La disculpa sale con dificultad de su boca acartonada.
―¿Nos conocemos?
Por borracho que estuviese no hubiera olvidado nunca una belleza tan exótica, ni unas piernas tan espectaculares. La ve sonreír al tiempo que le ofrece su mano.
―Gracias señorita, disculpe mi torpeza ―intenta decir algo agradable, siente la empatía.
―¡Deje! Yo le acerco hasta su casa. Usted no me recuerda pero yo sé quién es.
Paga al taxi la carrera y la espera. Se sube en el asiento delantero de un vehículo que reconoce como suyo. Intenta perseverar en sus recuerdos pero no logra ubicarla. Tampoco recuerda haberle dado las llaves, pero el motor ronronea dirección sur.
―¿De veras sabes dónde vivo, o es un estrategia para desvalijar a un pobre borracho? ―la risa estalla transformándose, a intervalos, en sonidos estridentes que se clavan en su oído. ―Disculpa, pero si no orino, me lo haré encima.
―Tranquilo, queda poco ―la gran avenida que divide la ciudad en dos aparece ante él distorsionada, irreconocible. Entretiene su vista en el cuerpo voluptuoso y apetecible que se insinúa lascivo.
Toma su miembro dolorido por la micción que empuja y lo siente crecer de forma descontrolada.
―Llegó el momento José Maria. ¡Tómame! Ya me encontraste.
Introduce la mano levantando la falda, el tacto no engaña. Siente los huesos descarnados entre sus dedos. Todo se transforma. Ahora conduce él… demasiado rápido. Y a su lado el enigmático espectro que con los brazos abiertos aguarda el momento que irremediablemente llega.
Monelle/CRSignes 08/05/2007
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