Un buen final. De Locomotoro
Por monelle elEne 4, 2010 | EnLocomotoro, CONTEMOS CUENTOS 15
Había acabado un tanto aburrido de la vida, aunque esta aún no había terminado. Primero la mala vida, (o la buena, según se mire), después el cambio de hábitos, de despedir a Mediometro, y la escuela para los muchachos... la vida seguía ahí, como una almorrana pegada al culo.
Quise templar el nervio y hacer algo más provechoso con mi vida; escribir.
Siempre me gustó el hierro, y así decidí mudar la aséptica Smith & Wesson por la modernísima Underwood.
Me costaría mi tiempo, pero eso era algo que me sobraba, Además, me había hecho el propósito de inmortalizar mi vida, y entre la desidia y el óxido que se iba comiendo el cobre de las balas, nació un taco de 500 hojas a doble cara.
Era una especie de novela para adolescentes cargada de acción, amor... bañada de escenas policíacas, complots, algo de religiosidad, misticismo y malos huyendo en velocísimos bólidos. De alguna manera, me había convertido en un mito viviente, alguien importante.
Ahora me encontraba en la sala de espera de un editor, sucumbiendo a los encantos en el escote pronunciado de una jovencísima secretaria, todo facultades, sin lugar a dudas.
De pronto sonó el telefonillo, y al tiempo que me miraba dedicándome una sonrisa, me dijo con una voz encantadora que podía pasar. Quizás era demasiado joven como para entender lo de la tarjeta y el guiño, quizás esa palmadita en el culo... no sé.
Con eso y con todo, me planté ante el editor. El hecho que me ofreciera un puro y sacara una botella de Jack Daniels y un par de vasos, no presagiaba nada bueno. Comentó que el final era una mierda y un sinfín de barbaridades. Eso hizo que mi puro y el bourbon comenzaran a saberme mal. Miré su máquina de escribir y vi que necesitaba cambiar de cinta. Ante su asombro, me ofrecí amablemente a cambiar el carrete. Me coloqué tras él con el carrete, luego lo tensé fuertemente, para que no cogiera arrugas y apreté todo lo que pude.
De esta manera, con el hierro preparado, encontré el final... bueno, más bien... lo encontró él. Yo solo... lo ejecuté. Tomé unas últimas notas para arreglar el trabajo y salí de allí. Al cruzarme con la joven, preguntó si le había gustado. Se moría de ganas por leerlo.
Locomotoro 28/08/2006
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