Otra vez, lo mismo. De Fledermaus
Por monelle elAbr 2, 2010 | EnFledermaus, CONTEMOS CUENTOS 17
Al despertar, a la hora marcada y sin posibilidad de eludirla, la mente del ser se presenta en un estado de árido terreno desolado. Propicio para pensamientos propios. Se procede a inyectarle de inmediato una dosis de felicidad leve. “Otro día, otra magnifica oportunidad de aprender.”
El ser es aseado y se le conduce al comedor, con los demás, donde se procede a su alimentación. Cada cual tiene su lugar asignado. Los compañeros de mesa no importan. No existen parientes ni amigos. Cada ser, es derivado del original, y hereda de sus semejantes de nivel superior algunas leves mejoras. Modificaciones genéticas para evitar la deformación por abuso de los mismos patrones originales. Fue consejo de los antiguos, que contó con el plácet del gobierno, que así se procediera: a cada generación, pues, se le añade una pequeña mejora que permiten retirar los especimenes antiguos con rapidez y efectividad. Todo un logro para evitar la superpoblación que antaño propició el agotamiento del planeta y su hecatombe.
El progreso desmesurado, el alarde de inspiración tecnológico, resultó ruin para nuestros ancestros, puesto que no vino acompañado de un progreso de su humanidad. Fueron bestias, egocéntricas e hipócritas. Impotentes para aprender y descubrir la propia soga que se anudaban al cuello. No hubo escalo en su alma, al contrario, se desplomó hacía la insensibilidad y la deshumanización a medida que los chismes fueron más feroces, más pequeños y más mortíferos.
Sí, hubo en otras épocas grandes cerebros, seres que hicieron progresar a sus semejantes, pero... ¿Cuántos soldados por cada poeta? ¿Cuántos dictadores por cada genio?
Tras el alimento, el conocimiento. Conocimiento forzado hasta el anochecer. Luego al ser se le asea y se le retira al descanso. Una inyección de felicidad leve le permite tener sueños recursivos. Y así día tras día: su condena es conocimiento perpetuo. Se aprisionan sus cuerpos y se cultivan sus cerebros. Quizás no destaque ni uno sólo, pero sumándolos todos, su riqueza nos elevará por encima de las nubes.
Y así derrotaremos a las naciones rivales. Esta vez sí, que tenemos el arma definitiva.
Fledermaus 07/10/06
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