La trinchera. De Naza
Por monelle elFeb 18, 2009 | EnNaza, CONTEMOS CUENTOS 5
Aquella noche confidencialmente me lo comunicaron. “Cabo, prepare a sus hombres, al amanecer avanzaremos definitivamente”. Y Casi lo preferí. Tres meses en esa asquerosa, pestilente y húmeda trinchera me daba razones más que suficientes para agradecer el final de aquella locura, donde los cascos de los muertos eran usados como orinales, para recordarnos que una vez fuimos seres civilizados. Luego los lanzábamos al enemigo en la confianza de hacer blanco.
Tres meses de nerviosismo que llegaba a la desesperación cuando la noche cubría el páramo y la niebla nos convertía en seres invisibles. Y a ellos también. Nos acostumbramos a casi todo. El fuego de mortero, silbaba sobre nuestras cabezas. Los de la trinchera arreglábamos nuestros asuntos a escopetazos y cuando la tregua no pactada llegaba, los insultos sustituían a las balas.
A pesar del tiempo transcurrido éramos incapaces de ponerle rostro al enemigo, pero eso no impidió ponerle un nombre. A partir de aquel día todos los alemanes se llamaron Gunter Smidt.
Una noche en un intercambio de insultos antes de retirarnos a descansar, desde el otro lado de la trinchera nos llegó un mensaje muy claro. “Gabachos vais a morir todos, lo juro como me llamo Gunter Smidt”. Ese fue su error, ponerle un nombre al enemigo.
A partir de ese día todos nuestros insultos tenían el mismo nombre.
—Gunter Smidt. ¡Que bien folla tu madre! —Le decíamos en un perfecto alemán, aprendido para aquellas frases.
—Gunter Smidt estamos con tu hermana, no puede saludarte porque tiene la boca ocupada. —Las risas acompañaban aquellos mensajes.
No debimos insultarle.
A partir de una noche cualquiera. Cuando el tedio se apoderaba de nosotros y la tiniebla cubría el páramo, un grito rompía el silencio. Con la llegada de la temida y odiada niebla, sabíamos de antemano que esa noche sería una noche trágica. Los guardianes se comunicaban con señas, como si fueran mimos y siempre, ojo avizor. Gritos, carreras y el desenlace. “Mi cabo han asesinado otro centinela”. Algunas noches, cuando la niebla lo invadía todo, de nuevo el aullido y luego la muerte. De esa guisa los mejores elementos de mi unidad abandonaban la guerra sin posibilidad de detener al asesino.
— ¿Otro francés muerto? —Reían desde el bando enemigo.
—Recordad el nombre de quien os va a matar uno a uno. Mi nombre es Gunter Smidt y todos seréis devotos forzosos de mi cuchillo.
Naza 14/04/06
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