La palabra escrita permanece. De Aquarella
Por monelle elEne 22, 2009 | EnAquarella, CONTEMOS CUENTOS 4
3 de abril de 1662
Greenleaf Hall
Dorsetshire
Estimado Señor,
No nos conocemos, la gravedad de las circunstancias me empuja a dejar a un lado las normas de cortesía. Confío en que sabrá perdonar la impertinencia de una dama escribiendo a un desconocido. El amor por los libros, sentimiento que creo compartimos y verdadero alimento del alma, justifican mi proceder. Si esta carta llega finalmente a sus manos será porque Dios y el destino así lo han querido.
Mentes ignorantes y supersticiosas han ordenado la quema de todos los libros considerados sacrílegos ¡Cómo si el saber pudiera calificarse así! Mi deber de hija me obliga a salvar el legado de mi padre, una magnífica biblioteca que contiene valiosos ejemplares, auténticas joyas que no deben caer en poder de esos bárbaros. Este triste asunto es de naturaleza acuciante, me veo obligada a abandonar mis propiedades que han sido embargadas, pero antes de partir he conseguido esconder la mayoría de los libros en una parte del sótano a la que sólo se tiene acceso a través de una puerta camuflada. Del uso que haga usted de esta información depende que esa sabiduría no caiga en malas manos.
En el ala norte hay una habitación pintada de azul y en una de sus paredes un enorme tapiz. En él, un cazador porta una gran ballesta que dispara tres flechas a la vez; éste es el ex libris de mi padre, está grabado en todos los ejemplares de su propiedad sobre la frase “La palabra escrita permanece”. Junto al mirador, disimulado bajo unas viejas sábanas, encontrará un secreter y en el quinto cajón de la derecha está la llave que le dará acceso a su colección. La puerta está oculta detrás del tapiz. Una angosta escalera y un largo pasillo le llevarán directamente al refugio donde he tenido que amontonarlos.
Espero sepa comprender la importancia de mi petición, no se deje llevar por la desconfianza que pueda provocarle una mujer. Sí así lo prefiere, le ruego considere esta carta como un mensaje asexuado, sin tener en cuenta el remitente. No se trata de un capricho femenino, ni debe juzgar mi actitud como demasiado cándida. ¡Lo único importante es salvar los libros! La suerte está echada, no me queda más que confiar en su buena fe y dejarle en la seguridad de que mi gratitud me convertirá en su más fiel servidora.
Alethea Cromwell
Aquarella 03/04/06
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