La cabina de Panchamon. De Suprunaman
Por monelle elJun 19, 2009 | EnSuprunaman, CONTEMOS CUENTOS 9
Panchamon era un país muy amplio, kilómetros y kilómetros de extensión, pero tenía el problema que era muy estrecho, tanto, que las vacas, por poner un ejemplo, se mantenían con dos patas, o bien las derechas o bien las izquierdas.
Los panchamones, que así se llamaban los pobladores de este país, habitaban en una extensión de tierra que formaba un arco. Allí, el concejal de urbanismo consideró que debía colocar la cabina telefónica y alrededor todos los edificios de organismos públicos. Primeramente ubicaron la cabina y al ir a construir el resto de edificios se dieron cuenta que no cabían, así que se fueron a vivir todos en la diminuta cabina.
Mil panchamones en la cabina, se organizaban estratégicamente para no molestarse los unos a los otros.
El sr. Hole, fue el primero que entró en la cabina en sus tiempos de mozo, era un guripa. 90 años después, se encontraba refunfuñando en el fondo de aquel lugar que se le antojaba un zulo.
Llegaron las fiestas nacionales y los jóvenes decidieron montar un partido de fútbol, y a todos les pareció buena idea. La cuadrilla de futbolistas se encasquetó el equipaje de la selección, pantalones de boca de campana y camisetas con volantes, parecían unos lolailos.
El arbitro silbo el inicio del partido, a los dos minutos pitó falta, - si no lo he “tocao”, decía el jugador mientras era amonestado.
El alcalde estaba nervioso por la actuación del colegiado, - ¡ponte gafas!, le gritaba chupando su puro. La vieja doña Engracia que estaba sentada a su lado daba cabezadas, el alcalde en un momento de arrebato se acercó efusivamente a la vieja, y con el puro flameó el plateado cabello de doña Engracia.
Todo el mundo empezó a abuchear al árbitro, y el señor Hole, como pudo se metió la mano en el bolsillo y sacó un encendedor, - ¡ahora verás!, y lanzó el encendedor hacia el colegiado. Éste que estaba ojo avizor hizo un quiebro y lo esquivó. El objeto fue a impactar en el cristal de la cabina que se hizo añicos. El aire entro en el recinto; con la presión la cabina se fue al suelo, y se tuvo que suspender el partido.
Fue entonces que el concejal de urbanismo le dijo al alcalde: - Creo que deberíamos hacer la cabina más grande.
Suprunaman 13/06/06
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