Intentando ser Dios. De Monelle
Por monelle elNov 22, 2008 | EnMonelle, CONTEMOS CUENTOS 2
Volcaba su temperamento al completo en sus obsesiones, de ahí que, aquello que no tuviera que ver con ellas, le resultara indiferente, incluso le molestara.
Cada día, encaminaba sus pasos hacia el sótano, lugar en el que tenía dispuesto su laboratorio, la catedral de sus creencias.
Dicen que, cierto día, mientras paseaba por el campo, le alcanzó un rayo. Gracias a su formación científica aquel suceso fue la base sobre la que desarrolló la teoría, que se empeñaba en demostrar con verdadero énfasis.
No le preocupaba que otros, antes que él, hubieran conseguido algún logro en la misma materia pues ninguna evidencia escrita lo corroboraba.
Se creía poseedor de las claves que le harían merecedor del éxito. Había sufrido en sus propias carnes los avatares de sus descubrimientos, y se preparaba para el experimento final que le llenaría de gloria, elevándolo hasta lo más alto de la ciencia en dónde quedaría grabado su nombre con letras de oro.
Esperó pacientemente a que todo el mundo se retirara. Sus sirvientes estaban acostumbrados a un comportamiento esquivo e impregnado de misterio. Llevaba varios días vagando de un rincón a otro, enfrascado entre manuscritos y libros, refunfuñando y sin apenas probar bocado ni dormir.
Bien de madrugada, partió a solas en dirección al solar en donde, años atrás, fuera alcanzado por el rayo para escarbar en el lugar exacto de aquel suceso.
De las entrañas de la tierra, se había propuesto rescatar el último ingrediente. Una vez con él entre sus manos regresó hasta el laboratorio para incorporarlo de inmediato a su experimento. El matraz contenía, según anotó concienzudamente en sus apuntes, la esencia vital, la sustancia madre que le proporcionaría, una vez disuelto el último ingrediente, el elixir de la vida con el que alimentar al fruto de su investigación: el primer homúnculo en la historia de la ciencia llevado a la vida.
Cuando lo encontraron tenía en el rostro un gesto de complacencia, que fue interpretado como la aceptación de su propia muerte. Las horas que trascurrieron, después de que aquello sucediera, habían servido para dar al traste con todos sus esfuerzos, es más, nadie pudo interpretar sus intenciones y todo fue destruido antes incluso de que su cuerpo fuera enterrado.
La cripta familiar fue abierta para introducir su cuerpo. Del interior de su mano, fuertemente cerrada, nadie se atrevió a arrancar un pedazo de vidrio oscurecido aún manchado de barro.
Monelle/CRSignes 05/03/2006
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