Escapando. De Crayola
Por monelle elMar 20, 2011 | EnCrayola, CONTEMOS CUENTOS 26
El ánimo en la sala se había caldeado y ella prefirió retirarse sin decir palabra. No pudo evitar estallar en coraje contra todas esas seudo poetisas que la miraban con lástima. Al pretender salir con prisa del recinto, torpemente tropezó con todo provocando un pomposo escándalo. Se atascó en la butaca, tiró sus papeles, un vaso con agua… Ni siquiera se pudo agachar a recoger sus notas y poemas. Fue la burla. Es una burla burda y deforme. Parada frente al espejo, viendo su figura, recuerda las miradas de aquellas que fueron sus compañeras en la facultad de Filosofía, miradas de asombro y desdén. Ese día la realidad se le estrelló en la cara. Su cuerpo era irreconocible para ella. Se desnudó para buscarse. Buscaba sus pequeños pechos redondos y perfectos. Buscaba su talle esbelto y su estrecha cintura que parecía apretar sus costillas. Y sus piernas largas y sus caderas en simétrica armonía. Ya nada estaba ahí, apenas y lo recordaba como en un sueño. Tal vez nunca fue delgada, ya no se recuerda hace unos años atrás. No se dio cuenta como las vicisitudes en su destino la habían marcado. Una gran masa de carne cubre ahora su ser. Una gordura que le ha desfigurado su imagen frente a sus ojos. Hoy con sus más de treinta libras apenas camina. No puede hacer las cosas más simples y cotidianas. Bañarse es toda una odisea. Asearse después de orinar o defecar es agotador. Su sexo no lo ha visto en mucho tiempo. Las llagas mal olientes en su entrepierna no dejan de arder. Pústulas entre los pliegues de su espalda sudan y se infectan. Hay lágrimas rodando en sus mejillas y una sonrisa boba le dice que no se preocupe, ella es la gordita simpática, la que les cae bien a todos. Desde hace tres años que se enorme presencia causa gracia y pena. ¿Dónde estará ella? Parece que se ha ido a hibernar bajo esa mole de grasa y piel. Se pregunta si será capaz de salir de ahí y recuperar su vida. Ahí, detrás de su reflejo, está atrapada su verdadera imagen. Ahí detrás de esa mirada triste, asoma un poco de esperanza para seguir viviendo. Esa noche, decide vivir un días más. Se coloca su bata de dormir y mete al bolsillo su arma. Hoy no la usará, tal vez mañana.
Crayola 06/02/2007
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