El arcano número VIII, La Justicia. De Monelle
Por monelle elSep 1, 2009 | EnMonelle, CONTEMOS CUENTOS 11
Dejas caer tu cuerpo rendido, pero el sueño no llega. Sigues intentando con los ojos cerrados borrar las imágenes que parecen colarse en ti, combinación de mentiras con verdades.
Difícil resulta abstraerse de los acontecimientos.
La comisura de tus ojos, sellada, no impide el enfrentamiento con tu conciencia.
Arrastrado por la inercia de tus temores, has forjado una escalera que se extiende en la inmensidad de tus adentros. La cima está cerca, pero prefieres extraviarte en el abismo oscuro que te exime.
Insaciable, ignoras el desánimo, deseas poner distancia de por medio en un precipitado descenso al que tan sólo tú podrás poner fin. Intuyes que el descanso no llegará si no alcanzas la base.
La escalera grabada, peldaño tras peldaño, se convierte ante tus ojos en el remedio a los pesares que te atormentan, en el banco que acogerá el reposo de tu arrepentimiento.
La hermosa figura, casi desdibujada, que te resistes a mirar agachando la cabeza para ocultar tus ojos delatores, alberga entre sus manos la esperanza que te redimirá. La balanza implacable de la justicia, equilibrada aún, se descompensa en la distancia, amenazante contra el filo delator de la espada del verdugo.
Sin afrontar nada, das por sentado que la huída es la única solución.
¡Cuán fáciles resultan a veces las mentiras cuando no deseamos justificar nuestros actos!
Eres consciente del camino recorrido. Cada escalón es convertido en el olvidadizo receptáculo de otra decepción, de alguna mentira. Miras frente a ti y avanzas alejándote cada vez más. Pero cuando te giras descubres que la cima, por más que bajes, inexplicablemente sigue igual de cerca.
Te has lanzado en picado por aquella cada vez más estrecha y tortuosa escalinata interminable. Un abismo sin fondo oculta la más terrible de las consecuencias, aunque tú, buscas consuelo en la distancia, amante del olvido.
“Despertar con el repuntar el día será la liberación”, piensas. Como si mágicamente los errores no asumidos, la culpa negada, el remordimiento no aceptado, se tuviera que disipar disuelto con la luz del alba.
Y te encuentras, cuando los rayos invasores del sol alcanzan tu rostro, todavía inmerso en el fondo del abismo. Esa distancia protectora de la responsabilidad es menor, y se acerca más a ti, en la medida justa en que tú la creías más alejada.
¿De veras pensaste poder eludir a tan noble dama?
Monelle/CRSignes 09/07/06
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