Saudades. De Espantapájaros
Por monelle elJun 25, 2012 | EnEspantapájaros, CONTEMOS CUENTOS 29
Junto a la carretera y a un costado de un caserío se extendía la pequeña explanada de tierra que habilitamos como cancha de fútbol.
Allí nos reuníamos toda la chiquillería del barrio para dar rienda suelta a toda nuestra pretérita energía infantil.
Como siempre las dos promisorias estrellas del fútbol, el Pelluca y el Juancho, se situaban en el centro de la cancha para dar inicio a la ceremonia en que se elegían los jugadores. Uno frente al otro, como si estuvieran retándose a un duelo, comenzaban a caminar dando pasitos cortos, hasta que al encontrarse, si uno ponía el pie por sobre el del otro ganaba el derecho a elegir primero.
-Al Jano- decía el Pelluca, señalando al mejor delantero.
-Al Esteban- señalaba el Juancho asegurándose un excelente arquero .
Y así iban pasando de uno en uno, ubicándose en cada lado de la cancha los elegidos. Yo como era uno de los considerados malos pa` la pelota era el ultimo en ser elegido, en ocasiones hasta me cedían si se veía que uno de los equipos estaba en desventajas física, en otras tenia que conformarme con mirar el partido desde afuera.
Del árbitro ni hablar, nadie era lo suficientemente valiente para dirigir uno de esos encuentros, así que luego de la moneda al aire se iniciaba el peloteo. Dando patadas a diestra y siniestra un enjambre de flacuchas piernas corrían de un lado hacia el otro en medio de una espesa polvareda e infernales gritos tratando de darle alcance a la pelota y en ocasiones a más de alguna pierna, que si se volvía a repetir el golpe, de seguro el partido terminaba en un dantesco encuentro boxeril.
El Esteban que había hecho gala de una grandilocuente habilidad para atajar esa tarde pareció que el polvo le jugó una mala pasada ya que ni vio cuando la pelota llegó a lo mas profundo del arco, lo que provocó un concierto de garabatos que lo hicieron molestar a tal extremo que agarró el balón y dándole una tremenda patada ésta cruzó toda la cancha cayendo en el patio de doña rompe pelotas. Y así fue, luego de insistentes suplicas vimos como la pelota asemejándose a un pequeño barco salio disparada de la casa para caer desinflada en medio de todos.
Entre caras largas no quedó más que darle término al encuentro.
-Bueno, será para otro día.
Espantapájaros 14/03/2007
No hay opiniones, todavía
« El viejo del muelle. De Espantapájaros | Palabras para el "contemos cuentos 29" » |