SAROS: Tierra del Dragón de Truenos . De Crayola
Por monelle elDic 10, 2013 | EnCrayola, CONTEMOS CUENTOS 34
Entre luces azules, Izel y Anti –diminutivo de Antinanco- aparecieron de súbito a través del portal mágico de SAROS, en una gran caverna cubierta de hielo. Frente a ellos, un pequeño corría a ocultarse asustado entre rocas congeladas.
-Ven, somos amigos –dijo Anti acercándose al chiquillo de ojos alargados azabache que les miraba de soslayo desde su escondite.
-Vienen aquí para ayudarme? Balbuceó el pequeño mientras tomaba la mano que amablemente le ofrecía Izel para salir del improvisado refugio.
- Es nuestra misión. –dijo Anti- Izel y yo poseemos un poder especial. Viajamos a través del tiempo y el espacio en el universo. Nos unimos para servir al bien.
El muchacho caminó hacia la entrada de la cueva. Ellos le siguieron.
–Dónde estamos? Preguntó Izel.
-Estamos en una caverna al borde de la cordillera del Himalaya. Allá, a las faldas de la serranía, se encuentra mi aldea. Pertenecemos a Druk Yul, la Tierra del Dragón de Truenos, el Reino de Bután. Soy Khado.
Izel y Anti miraban maravillados el hermoso paisaje de grandes montañas con sus picos nevados y vastas extensiones de florestas de verdes intensos.
–Como mis montañas y valles… -dijo Anti con un dejo de nostalgia en sus palabras. -Que haces en esta gruta Khado? -añadió.
-Salí hace días de mi pueblo con la promesa de regresar con un remedio antes del solsticio de invierno –sus ojos se humedecieron.- Hace unas semanas que la gente de la aldea está sufriendo un extraño y continuo mal. Mi padre me mandó a buscar las hojas de una flor que solo crece en estas montañas. Pero me perdí -gimió avergonzado. -Estoy desesperado! Si no encuentro las hierbas pronto, todos morirán.
-No temas más. Después de decir esto, Izel salió a la interperie donde el viento frío arremetía con furia; cerró sus ojos y recitó unas palabras en su dialecto original. Invocaba a su nahual.
Anti y Khado la vieron desaparecer. Solo divisaron a una pantera negra que subía con agilidad por los escarpados picos de la montaña.
Izel regresó a los minutos con un puñado de hojas de la extraña flor. Khado agradeció la ayuda y fue escoltado por Anti al bajar del glaciar.
El corazón de los niños rebosaba felicidad. Habían logrado la comunión de la paz y el bienestar. Unieron sus manos, y los medallones brillaron en sus pechos. SAROS se abría para iniciarlos a un nuevo viaje.
Crayola 21/06/2007
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