Firulín. De Edurne
Por monelle elSep 5, 2010 | EnEdurne, CONTEMOS CUENTOS 24
Por fin se desentumeció la Navidad, tantos días adormecida, aleteó sus campanillas doradas y estremeció con su cálido aliento las moradas de aquellos que la esperaban, para inundarles de amor y prosperidad.
Mariví le dedicaría más tiempo a Firulín, su adorado canario. Él la complacía cada mañana con su dulce canto y su feliz despertar le alegraba el resto de la jornada. Deseaba verle entreabrir su piquito y liberar esa maravillosa melodía que llenaba de placidez su corazón.
Cada mañana, una vez desperezada, colgaba a Firulín en ese recodo de la pared donde siempre calentaba el sol. Ella quería lo mejor para él, le observaba con cariño y una sonrisa se dibujaba en sus labios cuando Firulín retomaba su cantar, parecían cómplices en una conversación de miradas. Sus manos de blanco mármol se acercaban a los barrotes y alargaba un dedo hacia el interior para darle los buenos días.
Más que jaula era un palacio, el mejor pienso y el agua limpia y cristalina como los claros ojos de Mariví, se acercaba a él y así se hablaba con amor :
—¡Ay, mi lindo Firulín, que bien estás! No puedes quejarte de tu suerte ni puedes decir que no te adore. A cada nacimiento del día, aún en ayunas, ya estoy pendiente de ti; te mimo y te quiero tanto que desearía poder comprender lo que tu cabecita y tu corazoncito sienten.
El mágico jadeo de la Navidad le concedió su deseo y, de pronto, se asombró al oír que su despechugado canario le replicaba :
—Mi querida Mariví, esta sociedad que te une a mí es puro egoísmo. El cuidarme y mimarme no tiene otro propósito que oírme cantar día a día y alegrar tu soledad. Si tanto me amas, dame pruebas, déjame revolotear sobre parques y campiñas, permíteme emprender el vuelo libre hacia donde se me antoje, no me encierres como a un esclavo de tu amor, que me sienta amado en la distancia con mis alas abiertas al cielo. Dame la libertad y sabré de tu querer.
La decepción anidó de pronto en el corazón de Mariví, se sintió cruel y egoísta, su corazón se inundó de comprensión y, mirando fijamente a Firulín descubrió dos perlitas brillantes que asomaban en sus ojillos. Respiró hondo y, abriendo la reja de su jaula, le susurró:
—Vete … deseo que comprendas lo mucho que te quiero.
Edurne 02/01/07
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