Cosas que pasan. De Suprunaman
Por monelle elSep 19, 2009 | EnSuprunaman, CONTEMOS CUENTOS 11
Solía pasear por los parques, se sentaba en un banco y veía como paseaban las abuelitas.
Una viejecita se sentó a su lado, a echarle de comer a las palomas. La anciana miró a Mariano. De la comisura de los labios le resbalaba la baba, algo empezaba a repuntarle en la bragueta del pantalón.
—¡Agüelasta! Gritó la vieja, y después de propinarle varios golpes con el bolso se marcho.
El tema era que Mariano se ponía cachondo al mirar a las abuelitas y verles la combinación, que siempre asomaba por debajo de la falda.
Cuando Mariano veía a una ancianita, entraba en un trance, una especie de sueño sexual que no podía controlar, por ello decidió acudir a un psicoanalista.
El doctor le miró a la cara después de haber examinado a Mariano.
—Es usted un guarro insaciable —dijo el psicoanalista —es un “agüelasta”, son diez mil —agregó seguidamente.
—¿Que puedo hacer doctor? -Preguntó Mariano
—Marcharse inmediatamente, “agüelasta”, y córtesela.
Desconsolado, triste y desesperanzado, Mariano fue al parque a llorar su desgracia,
—¿Dios, por qué me has abandonado? —Dijo.
Entonces se abrieron los cielos, una luz cegadora le dañaba los ojos.
—Hola joven, me llamo Engracia, soy una abuelita muy “guarrindonga”.
Mariano se levantó del banco, miró a los cielos y dio gracias a Dios, después agarró a la viejecita y le dio un beso de tornillo.
Ambos marcharon del parque, cogidos de la mano, y fueron felices una temporada; hasta que se enteró el hijo de doña Engracia que era el psicoanalista.
Suprunaman 15/07/06
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