Chiquiteces.* De Edurne
Por monelle elMar 19, 2010 | EnEdurne, CONTEMOS CUENTOS 17
El gran plácet que me aporta el sostener entre mis brazos aconchados el cuerpecito chiquitito de un bebé, inflama mi corazón hasta lo indecible, esa cosita tan tierna y blandita que escala con sus deditos mi pecho, mientras sus ojitos miran y no ven, mientras su pies desnuditos se debaten en el aire…
Permanecería así una eternidad porqué despierta en mi alma esa inspiración, pariente de la felicidad, que se mezcla con mis sentidos y me aturde. Reproduce los mismos gestos una y mil veces, sin fatigar mis ojos ni agotar mis deseos de seguir observándole, caritas extrañas y movimientos espasmódicos sin lograr comprender a qué se deben.
Su mente en blanco, respondiendo sólo a estímulos externos que le agradan o le enojan, tímidas sonrisas que se escapan por la comisura de su boquita y que aparecen sólo en un rictus momentáneo, para desaparecer de nuevo entre sus diminutos labios y troquelarse por un llanto repentino que nos sorprende y acongoja.
Maravilloso poder el de la vida que anida en todos nosotros, majestuosa calidad de seres supremos que adquirimos en el momento de asomar por esa ventanilla de la existencia y, sin embargo, cuán frágiles nos despertamos ante la pericia ruin de la experiencia. Nosotros, los únicos animales que nacemos desolados ante el mundo que nos aguarda, incapaces de sobrevivir sin una protección, sin una atención constante, necesitados de caricias y mimos que nos construyan una niñez sana y provechosa.
Y en nuestro corazón anidarán para siempre esas chiquiteces que se esmeraron en regalarnos cuando no las podíamos apreciar, pero seguro que en algún momento de nuestro largo deambular, notaremos un pinchacito ahí, en lo más hondo y sabremos que nos achucharon, que nos mimaron y que nos siguen queriendo.
Edurne 29/09/06
*Chiquiteces: La palabra no está en el diccionario, pero... suena tan bien.
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