Anatomía de la indiferencia. De Aquarella
Por monelle elMay 24, 2010 | EnAquarella, CONTEMOS CUENTOS 20
Algunas veces tengo la urgente necesidad de creer en la supuesta inteligencia del ser humano, enaltecer la bondad que se le adjudica por naturaleza, incluso pensar que la generosidad aún existe... tarea que resulta cada vez más difícil. Basta con mirar alrededor, ver simplemente las noticias, para comprobar el deterioro en el que nos vamos sumiendo con la mejor y más bobalicona de las sonrisas. Hoy vais a permitirme una travesura, casi una maldad, porque lo que debería ser un relato cómico, o un cuento erótico tal vez, ha decidido por su cuenta convertirse en una crítica constructiva, y no me he sentido capaz de llevarle la contraria.
Ha llegado noviembre, precursor del agosto de los que venden y la perdición de los consumistas, es decir, la simbiosis perfecta entre la publicidad más inútil y las necesidades que menos se necesitan. La estupidez colectiva se camufla bajo un aluvión de luces en las calles, hipnóticos escaparates, dulces navideños y esa felicidad de plástico que pretendemos comprar a golpe de tarjeta... mientras el arco del dolor se sigue tensando y se desestabilizan todavía más las almas insatisfechas. Se intercalan anuncios de cava, turrón y juguetes con imágenes de niños hambrientos, tan acostumbrados estamos que ya casi no se nos encoge el estómago al verlo, ni siquiera los muertos de las guerras nos duelen; sí, “haberlos haylos” como las meigas, pero están tan lejos...
A veces creo que el mundo gira en el sentido contrario al que debería hacerlo, ha perdido la órbita coherente y vaga sin rumbo por el vacío de la indiferencia ¿cómo es posible que no nos demos cuenta? El calendario me dicta una sonrisa festiva, pero yo escribo una lágrima silenciosa, y no por el consabido anuncio que volverá a casa como siempre por esta época. Éste año le he hecho una finta al puñetero anuncio y me he adelantado... sólo al anuncio, porque me temo que turrones y mantelerías navideñas ya están en las tiendas.
¿Qué si odio la Navidad? ¡Claro que no! Es solo que me da ganas de vomitar la hipocresía que la rodea... de hecho, seguro que dentro de un mes me ha abducido el sentir general y os estoy deseando felices fiestas.
Aquarella 06/11/06
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