3
Jun

Tarot

Siempre sentí fascinación por el Tarot. Eso hizo que desde bien temprana edad, me dedicara al estudio de esta mancia con tantos matices. Pero fue hace un par de años que me decidí a escribir una serie de relatos inspirados en cada uno de sus arcanos mayores. Aquí los tenéis. No esperéis encontrar las claves de este arte adivinatorio, pero si que puedo aseguraros que en los textos que leeréis a continuación, hallaréis parte de las mías. No obstante, hay relatos basados en personajes históricos que creo representan bien el espíritu del arcano en el que los he situado, y otros que son el inspirado reflejo de la carta en mi imaginación.

Carmen Rosa Signes 030608

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23
May

El arcano número 1. El Mago

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23
May

El arcano número 1. El Mago

Mostraba sus pertenencias, sus cualidades. Los movimientos fueron rápidos, apenas si pudieron distinguir el juego de manos, con el que logró disimular sus trucos una y otra vez. La admiración fue en aumento, así como la dificultad con la que impidió que la atención decreciera. Aquella noche no pudo dejar de pensar en la actuación, asomado al firmamento, vio descender las Perseidas como un buen augurio. Por la mañana, tuvo claro que deseaba controlar, pero sobre todo manipular; fue consciente de que no era lo que él lograra hacer, sino más bien lo que los demás sintieran, percibieran, y comprendieran de sus manipulaciones.
Había descendido por la colina, desde su casa, cargado como un burro; sabía que debía demostrar su valía; se jugaba, a una sola carta, el futuro. Su futuro. Arrastraba la mesa, el ruido se hacía insoportable; a los balcones y ventanas se asomaban sus vecinos, pero sin atreverse a decirle nada; la curiosidad era mayor que el suplicio. Sobre aquella mesa exhibiría todas sus artes, todos sus dominios. El resultado se hacía inevitable. Tomó la determinación de salir de una vez, volcarse al mundo, encontrar el camino del éxito y del poder; quería ser transparente, pero sin desvelar la forma con la que había llegado a serlo. No lo tuvo fácil. Otros cuentan con la suerte de pertenecer a un grupo, de demostrar sus actitudes mediante alguna prueba ejemplarizante, él no. Acudió a pedir consejo a los que, como él, no tuvieron más remedio que actuar por si mimos, pero como única respuesta: gestos de indiferencia y un “...ahora te toca a ti” que aplastaron sus ilusiones de un golpe. ¿De qué servía llegar a adulto, con la ilusión puesta en las esperanzas por serlo, dejar de ser un chiquillo, si los que nos preceden no colaboran? ¿Tendrían miedo de que les robaran el sitio? Y aunque así fuera, ¿sería justificado? En el otro extremo, estarían los demás. ¿Podría llegar a jugar con sus sentidos? Si lo conseguía, obtendría todo lo que se le antojase. ¡El éxito es efímero!
Así era su vida. Con la boca abierta le vieron partir, no habían dado nada por él, ya los tenía a todos dónde quería.
Ahora, mostraba las cartas, el pañuelo, la soga, la varita dentro de la chistera con total seguridad. Jugando...

“Nada por aquí, nada por allá”.

Carmen Rosa Signes 260506

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14
May

El arcano número 2. La Sacerdotisa

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14
May

El arcano número 2. La Sacerdotisa

Exitosas hazañas y trágicos acontecimientos, que marcarían el destino del país, fueron desvelados por Lucrecia, de las visiones brumosas que en sueños, le dejaban entrever los pormenores de los lances venideros.

Lucrecia de León, había nacido con el convencimiento del poder que ejercería sobre el destino de los hombres; no se dejó amedrentar; se reveló contra todos aquellos que deseaban postergarla a los oscuros rincones del aislamiento femenino. Vedada para los conocimientos doctorados, dedicó toda su voluntad a concatenar sus estudios científicos, de forma autodidacta. Fácil le resultó encajar entre aquellos eruditos de las doctrinas ocultas. Se desligó del puritanismo exigido, para el buen cristiano, y alcanzó su meta. Tuvo suerte, el rey sentía una fuerte atracción por lo oculto, y se le abrieron las puertas de la corte; siempre rodeado de magos, sanadores, místicos, santones, alquimistas y otros tantos personajes, Felipe II, la aceptó gracias, ante todo, a sus dotes de adivina; para Lucrecia, aquel acercamiento al poder, significo la mejor forma de imponer su criterio.
Su credibilidad comenzó a quedar en entredicho, por sus constantes desaires hacia las acciones de un monarca, que le había desencantado; cualquier suceso, cualquier aniversario festejado con júbilo, era susceptible de su crítica, y las tortas dialécticas comenzaron a molestar. Fue expulsada de la corte en más de una ocasión, aunque siempre regresó victoriosa. Pero no contaba con la verdadera dimensión de la herida, que su condición de mujer y de adivina, podía abrir entre los influyentes mandatos que desde Roma eran dictados; ni con las flechas envenenadas que sobre ella, y su particular forma de crítica, fueron lanzadas. Molestos por su actitud acaparadora, se había convertido en una lacra, en un estorbo. Fue detenida y juzgada junto con los demás visionarios, por la Santa Inquisición, que la despojó de todos sus bienes; y aunque nunca se supo como terminó su vida, nos la podemos imaginar descifrando la buenaventura para ganarse el pan, mientras que, posiblemente, oculta de la mirada de sus enemigos, seguiría conspirando con sus reproches, buscando que alguien le hiciera caso, y poder quizás, cambiar el destino del país que un día le fuera desvelado. Destino revelado e ignorado pero que nadie logró eludir.

Carmen Rosa Signes 050406

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10
Abr

El arcano número 3. La Emperatriz

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10
Abr

El arcano número 3. La Emperatriz

La corte era un hervidero de rumores. Rumores sobre política, sobre ciencia, sobre literatura, rumores que afectaban a los más allegados a la corona, incluso, a la misma reina.
Críticas, desprecios, codicia del inconformismo típico con el que se tenía que enfrentar.
Pasaban los años y nadie olvidaba las disputas y menos aquellas que habían dividido al imperio. Enrique, su padre, obró en consecuencia con sus caprichos. Dejó una huella imborrable.
Elizabeth había crecido consciente de su divinidad. Pero era inteligente, sabía que ésta era fruto de su situación y que si perdía ese halo protector, sus súbditos comenzarían a dudar de su capacidad. Consiguió que la respetaran pagando un alto precio por ello.
Pero los rumores no cesaban y, ella, mostraba con orgullo las armas de su mandato, el poder. Despiadada con sus enemigos, conquistó una fama ambigua que hizo dudar sobre su persona. La “Reina Virgen” la llamaban.
Ese mote sirvió a sus intereses. Su vida privada era eso, privada, un crisol sin grietas por el que no se derramaba ni una sola gota. ¿Quién hubiera tributado a una dama con signos de debilidad?
Aquella noche después de un largo día de sufrimiento y mientras los músicos de la corte daban tango a las cuerdas de sus instrumentos, trajo al mundo un niño del que apenas si pudo contemplar su rostro. Se había negado a verlo, pero en un último momento tuvo que apartar la mirada, pues el instinto le pudo. Ella misma escogió a sus padres y en secreto pagó su educación. Desde bien joven lo tuvo cerca y, entregándolo en manos de John Dee su astrólogo y consejero personal, lo convirtió en su discípulo. Quiso limar su carácter, educarlo, evitar que se convirtiera en un personaje agreste, como muchos de los que pululaban en bandada por la corte.
Se veía reflejada en él. Pero para el muchacho, de nombre Francis Bacon, ella no significaba nada. La sentía distante.
Así sucedió que, cierto día, una vez regresado a Inglaterra después de realizar estudios en universidades francesas, Francis perdió el favor real. Elizabeth quiso honrarlo con su ayuda, pero le pudo el orgullo y la rechazó.
Pese a que le afectara en lo más hondo, Elizabeth no podía aceptar el descaro constante y los desaires del joven Francis. Permitir que la vieran como lo que se resistía a ser, una mujer vulnerable, hubiera acabado con ella.

Carmen Rosa Signes 120206

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2
Mar

El arcano número 4. El Emperador

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2
Mar

El arcano número 4. El Emperador

¿Cuántos más seguirán? En el peor de los casos, y cuando lo requiere, del interior de mi mano parece escapar la ira, que con forma imprecisa, bien de su filo punzante, por su atronadora llama, o con la mano desnuda, blande al viento contorneadas gotas, que tiñen con sangre su trazada. El temor ante mi imagen, perversa y cruel, visible reflejo en los ojos desencajados de los que me acatan, no es lo único destacable. Ese es mi aspecto más feroz, pero tengo otros; variable rostro que no necesita de artificios ni de golpes de efecto. Altanero, por mi apostura, conquisto incluso caminando. Lo habrás visto, y lo verás una y mil veces. ¿Qué importa el cuándo, el cómo o el dónde? Tarde o temprano reaparece; me instalo a tu lado y por encima. ¡No podrás escapar!
El efecto enmascarador del tiempo, que incansable oculta la evidencia, con bituminosa capa, no puede evitar que se repita. Es el vivo reflejo del triunfo. Ante mi presencia: temor y respeto. En mi presencia: justicia y sabiduría. Todo cabe; lo bueno y lo malo se reparte como en una lotería. Nada es previsible, tan sólo ese afán de poder y gloria, que lo caracteriza. Maratoniana migración de recursos anclados en el deseo. Quién no nace con poder, lo consigue; pero no es más el querer o el desear, que el tenerlo seguro.. Hay que nacer para estar ahí, bien alto. ¿Es difícil de imaginar que alguien pueda abarcarlo todo?
Retozando en las sombra, ocultos detrás de mis actos, otros aprovecharán el empuje, la fuerza. La imagen del emperador, del rey, del monarca se queda clavada, se extiende hasta en los quicios recónditos de la mente. Es intemporal. Por codicia o por admiración, contabilizamos los días anhelando el encuentro; atrae la envidia incluso cuando surge de lo más profundo del odio. ¡Desearás ser como yo!
La salvación, quizás... alcanzarme. A nadie le amarga un dulce y puede que, si eres fríamente justo, y tratas la crueldad con calidez, el amenazador rastro, de los que te aventajamos, pase de largo por tu reino.

Carmen Rosa Signes 060706

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22
Feb

El arcano número 5. El Papa. Papa Luna

- ¿Perdonaría Cristo a los discípulos si le hubiesen rechazado como a mí? ¿Sentiría piedad de sus almas si, una vez elegido, otros hubiesen venido a sustituirlo?

Desde la cueva podía concebirse como Cristo predicando ante la multitud. Las gaviotas y vencejos revoloteando y el sonido de las olas golpeando los acantilados, le devolvían el clamor de su proclamación, al momento de su glorioso nombramiento como Papa en la Obediencia de Avignon.
Viejo y ajado, descendía las escaleras labradas en la gruta hacia el embarcadero oculto, por el que poder huir si alguien lograba franquear los muros de la fortaleza.
Peñiscola se levantaba desafiante al mar y hacia todo aquél que osase conquistarla. La firmeza del baluarte reforzaba aún más la postura inflexible del Pontífice, que agonizaba en la soledad de su encierro, desterrado de su reinado terrestre pero no de su vínculo divino, precisamente aquél que le concedió el privilegio de su representación en la tierra.
El cisma le transformó en proscrito.
¿Pero quienes eran aquellos que cuestionaban su mandato?
Posiblemente acólitos ignorantes que tan sólo servían para las obras menores de la Iglesia y políticos infieles buscando redención.
El protervo modo con el que lo habían exiliado, condenándolo a la más obscura de las persecuciones, tan sólo comparable a la sufrida por los primeros cristianos, tarde o temprano les pasaría factura.
Serían condenados por ello.
Y una y otra vez descendía a la gruta buscando quizás, en el retiro de aquel escondite, la conexión directa con el Altísimo, que le aguardaba con los brazos abiertos, como quién espera al hijo que ha tenido que escapar injustamente y que, abandonado a su suerte, lucha y sufre por el reencuentro con sus seres queridos.
Desde la ventana de sus aposentos, su pensamiento se perdía buscando el delirio que ha hecho de lo terreno, en contraposición con lo eterno y lo divino, acaso más anhelado, el suplicio de su existencia.
Sabe bien que el comportamiento díscolo es de los otros. Sólo el Altísimo podrá juzgar sus actos.
Enjuga unas lágrimas matizadas por la humedad que le llega con el choque del oleaje. Silenciados lamentos en el temor al homicidio de la Iglesia, cuyo camino se ha visto truncado.

- Sí, Cristo perdonaría porque su mandato se basa en la piedad y la comprensión. Mi único consuelo es que a pesar de todo el pueblo siga amándole.

Carmen Rosa Signes 100106

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20
Feb

El arcano número 5. El Papa

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20
Feb

el arcano número 6. Los enamorados

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20
Feb

El arcano número 6. Los dos caminos

Lleva toda la noche cabalgando y le vence el cansancio.
Los perfiles del horizonte dibujan, al fin, conocidas montañas.
Por la vereda que conduce al río, los vaqueros guían su rebaño. Pasa con desdén sin reparar en ellos.
El camino se divide en dos. Debe escoger...

La joven contempla la corriente, abstraída de su labor. Está sola, sus compañeras han partido ya.
De entre sus manos escapa una prenda que, flotando sin rumbo, dibuja, sobre la superficie del agua, el baile de la corriente, hasta que una roca la detiene en su huída. Permanece impasible mientras la ligera prenda de un rojo y sedoso tejido se aleja. En la distancia, aquel ropaje, semeja la llama de una hoguera sin humo.
Saca las manos del agua y las airea pausadamente al viento y al sol que parece querer calentar un poco.
Recupera la prenda sin poder evitar empapar sus ropas. Sus senos se clarean por entre la liviana blusa. Entonces, desnuda su cuerpo y se tumba en la hierba.

Mientras su cabalgadura repone las fuerzas en la tranquila orilla, puede contemplar, en la trayectoria de uno de los caminos, la salvaje belleza que retoza sobre el verde manto, jugando con su cuerpo, viendo pasar las horas, desprendiendo deseo, juventud y ansias de vivir.

Sobre peanas, desperdigadas entre la floresta, descansan las colmenas. Las abre con cautela para extraer su elixir y llenar los cubos. El olor dulzón atrae los insectos y los centinelas de aquella corte, desconcertados, revolotean nerviosos.
Cumple con un ritual de siglos, su madura experiencia, le proporciona el cuidado preciso. Sobre su cuerpo desnudo una fina gasa la protege de las picaduras. Nada la distrae de sus obligaciones. El sol del medio día marca el fin de su tarea. Agotada, se acerca hasta la orilla del río y humedeciéndose las manos refresca su cuello, sus senos y remoja sus pies antes de sentarse en la linde para recuperar las fuerzas.

La serena belleza del maduro rostro le cautiva al extremo opuesto de la otra senda. Ve como rellena con mimo los cántaros y repletos los tapa. Pequeños hilos de dulce tejido, acompañan el recorrido de sus manos, se enredan en su cuerpo proporcionándole una delicada y apetitosa prenda.

Debe escoger..., su futuro depende de ello, pero su mirada se pierde en el infinito...

Carmen Rosa Signes 210206

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25
Ene

El arcano número 7. El Carro

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25
Ene

Las posiciones opuestas del arcano número 7

Sobre los árboles las aves se posan descansando del largo recorrido migratorio. El sol poniente confiere al cielo la variedad cromática del fuego mientras, en la lejanía, densas columnas de humo presagian el fin.
Aparta las ortigas para recolecta unas cuantas hierbas aromáticas con las que macerar la carne de venado recién cazado. Allí postrado contempla el resurgir de la luna oculta por el velo de su vergüenza, el segmento invisible, de su oscurecida faz , invita al recogimiento y la reflexión.
Suspendido de una cuerda, en lo alto de una rama, se halla su trofeo. Con un único pedazo del animal, sobre los hombros, se encamina hacia el campamento. Al día siguiente enviará a sus gentes para recoger el resto.
Para Vercingetórix no hay nobleza en el enemigo. Ha sido testigo de la destrucción, de la impiedad, de la falta de respeto y cree que la pléyade de los dioses, sus dioses, le harán vencedor y los invoca.

Si Cesar hubiera previsto la noble resistencia de los salvajes galos, tal vez habría cambiado sus ansias de conquista en pos de alguna alianza.
La tranquilidad aparente es sólo ficticia y, en el caminar tortuoso de sus hombres, se intuye el miedo.
El frío se adueña de sus huesos. Se acaricia el rostro mientras regresa a su tienda.
Antes de sumergirse en la volátil ligereza de su alojamiento, un gesto indiferente le acompaña mientras observa la arista iluminada de la luna y, cerrando los ojos, suspira mientras se pierde entre las telas.

Ambos se debaten entre la admiración y el desprecio. Mientras tanto, los muertos se amontonan prolongando el agónico paso de las estaciones.
El triunfo se vislumbra de diferente forma, para Cesar es una cuestión de honor y prestigio, Vercingetórix sabe que no rendirse ni claudicar es vencer.
Los meses han marcado el ritmo de la batalla, ora de un lado, ora del otro, la balanza de los misteriosos designios divinos ha jugado con sus vidas.
El ejército romano descompone en bodrio las tropas galas al día siguiente. Recogen los prisioneros abatidos por el desánimo. El orgullo los mantiene en pie.

La sangre gotea dejando una huella menuda que se extiende y penetra en la tierra alimentándola. La pieza cobrada el día anterior se descompone al sol, mientras la luna crece despacio dejando atrás su vergonzoso velo.

Carmen Rosa Signes 020306

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23
Ene

El arcano número 8. La Justicia

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23
Ene

El arcano número 8. La Justicia

Desconcertó a todos con su actitud serena y firme.
Acababan de comunicarle que se lo llevaban preso y sabía que su destino pendía de un hilo. Su reacción estaba del todo justificada. Hacía un par de semanas había pronosticado que aquel acontecimiento, unido a otro de mayor magnitud, estaba próximo.

El respeto que se había ganado pudo más que la inquina acumulada entre los que tramaron su declive.
Conducido en presencia de un juez fue llevado directamente a presidio.
Durante el encierro, tuvo la certeza, confirmada y precisa por sus visiones, del día de su muerte.
Dos días más tarde, fue conducido hasta palacio.
Allí, le aguardaban seguidores y detractores en igual proporción.
Los sollozos y las palabras de ánimo se confundían con aquellas que le condenaban.
- Tus días de hechicero terminan y, el diablo, jamás volverá a guiar tus pasos.

No le sorprendían aquellos gritos que, reticentes, parecían dictados por la iglesia.
Confiando en su palabra y sabiduría, sus amistades, quisieron defenderlo y convocaron una asamblea, sin tener en cuenta que el tribunal, antes incluso de conocerlo, ya lo había condenado.
Sobre el altar de la capilla real, se colocaron las pruebas que argumentaban la sentencia.
Allí quedaron expuestos los objetos consideraros inductores del delito.
Sobre el relicario que guardaba restos de algún mártir, fue desmenuzada una baraja de Tarot, cuya figura del diablo, según ellos, era muestra de una vergonzosa pleitesía por parte del inculpado.
- No conseguiréis humillarme. Todo lo que podéis decir, ni me sentencia más de lo que ya me habéis condenado, ni me libra del destino que ya me habéis elegido. Es hora de que cumpláis con vuestra voluntad y deis, al fin, con mis huesos en el cadalso. No defraudéis mis predicciones.
- Ahorraremos pues en detalles si así nos lo pedís, maldito hechicero. Pero acallaremos tu palabra antes de tu muerte, para que no envenenes nuestros oídos. Tu lengua será arrancada esta misma noche y mañana, tu cuerpo quemado vivo en pública ejecución.

A cientos de kilómetros, y con el camino libre de obstáculos, las tropas enemigas preparaban la invasión que daría fin a toda una época.

Carmen Rosa Signes 310306

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10
Ene

El arcano número 9. El Ermitaño

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10
Ene

El arcano número 9. El Ermitaño

Renuncié a todo: la amistad, el amor, el dinero. Dejé que la distancia del tiempo borrara mis pasos, camuflara mis huellas. Así comencé la vida que admiráis.

“Harto de compromisos, sobornos que el destino nos pone por delante difíciles de eludir, meceré mi voluntad y aplacaré la ira buscando la paz de espíritu.
Sé, que si vuelvo la mirada podré adentrarme en el futuro, pero debo buscar respuesta en las pisadas ya marcadas, para comprender cómo deben ser las que necesito para continuar el viaje.”

Me pedís que os guíe, y los ojos los tengo cegados por mi propia luz. Deberéis aguardar a que aclare mis pensamientos, para poder ofreceros la sanación.

“La luz ilumina el camino andado, desvela el sendero, esclarece el misterio que me ha precedido.
De tanto mirar hacia dentro se ha cegado mi vista. Es por ello que recurro a todos los estímulos para conseguir ver algo, que no sea mi propia sombra persiguiéndome, y reclamando explicaciones.”

Os habéis confiado a mis años, a mi sabiduría, a esta vejez evidente que no puede borrar sus marcas ni defraudaros, aunque mi realidad sea distinta que la vuestra.

“Los golpes del bastón, rítmicos y acompasados, despejan los obstáculos, espantan las bestias, afianzan el propósito.”

Yo llegué a dónde estoy por un largo camino, y por más que intente aliviaros no podré acortar el vuestro. Mi realidad, es distinta a la de todos. Puedo hacer referencia tan sólo a mi persona. Cambalache de experiencias que os daré si confiáis en ellas.

“Me dejaré fenecer lánguidamente, pues al fin he comprendido que debemos llegar al pleno convencimiento de todo lo que nos rodea, y sólo, cuando la vida está a punto de abandonarnos, dejamos de anteponernos para comprender el entorno.
En este océano oscuro, que es el firmamento, las estrellas marcan a su paso las estelas noctilucas de nuestro destino.”

¿No pensáis quizás que yo abandoné el mundo precisamente huyendo de lo que venís ahora a buscar en mi?
Por qué no os apiadáis de este pobre infeliz, que tiene suficiente aspirando a terminar su vida como la comenzó: en la pureza de espíritu, con la que todos somos lanzados al mundo.

Carmen Rosa Signes 140306

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3
Ene

El arcano número 10. La Rueda de la Fortuna

- Abuelo, deja que te lleve hasta un lugar mágico.

Atravesaron el parque. Sebastián, se sentía encantado y perdido, el orgullo se mezclaba con cierta incertidumbre, había realizado ese mismo recorrido miles de veces, era su ciudad pero, por un prodigioso efecto, sentía que la atolondrada ruta, de menudos pasos, le era ajena.
En pocos días cumpliría 80 años de edad y por cualquier cosa, que le sacara de la rutina, sentía pendencia. Cansado de vagar, sintió que el agotamiento le desaparecía. Que era invadido por el espíritu infantil.
Una música, discordante y confusa, fue lo primero que percibió. Proveniente de los diferentes puestos, complementaba la enigmática atmósfera. Las atracciones de feria se mezclaban con los vendedores ambulantes y las casetas de tiro. Se sorprendió que nadie le hiciera mención de aquel lugar.
Su nieta lo arrastró hasta una pequeña noria que giraba sin que ninguna mano la guiase.
Sobre sus barquetas, de diferentes colores, tres extraños personajes. El negro antracita, de una de ellas, contrasta con el cuerpo amarillo y la cara con hocico de perro del primero, que ascendía sonriente; su brazo en alto parece querer tocar el cielo. Perecedera alegría constatada por el apenado rostro del segundo que, con aspecto de trasgo y en posición descendente, rozaba el suelo. Y en lo alto, en la cúspide, desplegando sus blancas alas, mostrando su cetro y su corona: una esfinge.
La niña se impacienta, desea montar en aquel endiablado artefacto. Y Sebastián lo para.
Solos, suben y comienza a girar. Cada movimiento tiene, como tuvo antaño, reflejo en sus caras, en sus vidas, reflejo de la realidad que les envuelve.
La niña tiene todo por delante, para ella el ascenso es constante, continuo. Para Sebastián, en cambio, que ya ha vivido en los tres estados, todo es distinto. Al principio no comprende, teme llegar a la parte más baja y no volver a remontar. Hace mucho que dejó atrás la cúspide, que el triunfo le acompañó, y eso le incomoda. Teme seguir hundiéndose
Hasta que, justo antes de llegar al suelo, mira hacia su costado y observa cómo la niña sube y sigue ascendiendo. Confirma en sus ojos, desbordantes de alegría, en su sentir satisfecho, la trasmisión de su estirpe. Ahora puede abandonarse al último descenso que le lleve al fin.

Con un constante ¡hola!, manos agitadas con fuerza al viento, la noria sigue girando imparable.

Carmen Rosa Signes 090606

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20
Dic

El arcano número 11. La Fuerza

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20
Dic

El arcano número 11. La Fuerza

Había tenido especial fijación por ella. No dejó nunca de rondarla a pesar de que, Prístina, siempre puso los ojos en su destino.

- Así debe ser y será. – Le decía convencida, intentando por todos los medios que comprendiera su postura. Pero no había forma. Cada cuál había escogido su camino. Él tenía decidido el suyo y ella se mantenía firme.

Las miradas furtivas y cómplices de Mauricio, nunca la incomodaron. Tenía la fuerza que necesitaba. Toda la voluntad puesta a prueba para corroborar la determinación de su destino.
Amaba a Mauricio. Lo amaba como la luna ama su imagen en el agua. ¡Así lo sentía! Creía que el amor era como un reflejo. Que podemos verlo, pero nunca atraparlo. Que cambia de forma mecido por el tiempo y la distancia.
Luchó contra su instinto, ¡claro que sí! Pese a su determinación, Prístina, se enfrentó a su debilidad. ¡Le quería!
Mauricio era hermoso, sensible, tenía poesía en su mirada, en sus palabras, en sus gestos y ella supo apreciarlo. Pero se negó. Sus objetivos eran otros. Creía haber venido al mundo para entregarse a los dioses. El amor mundano le resultaba innecesario.

La túnica que ceñía su virginal cuerpo, dejaba intuir su belleza. Había salido de casa en dirección al templo. Aquél sería el día en que se entregaría a su destino.
La fuerza del instinto se cruzó con ella. El sol descendía velozmente y, Prístina, sentía en esa premura la necesidad de coger rápidamente la oportunidad, que tanto había anhelado, por miedo a que se desvaneciera.
Mauricio la abordó por la espalda. Todo su cuerpo se estremeció. Las manos suaves y cargadas del tesón del muchacho, traspasaron los umbrales de su recelo y prendieron la llama de la pasión.
Las fuerzas se equilibraron. Era la consecuencia lógica, la respuesta adecuada y justa, el equilibrio natural, al que se resistía. Y... ¡Se entregó!

Por la comisura de sus labios resbalaron los restos del brebaje. Desvaneció entre sus brazos. Prístina se rindió. No supo ver que intentó dominar la fuerza equivocada.

Introdujo por la ranura las libaciones: bocadillos dulces, vino y jacintos orientales.
Una sombra se proyectó brevemente sobre la losa tendida haciendo desaparecer, de la vista, su última morada.
Para Mauricio fue, por un instante, como si Prístina aún se encontrara a su lado.
En esta ensoñación, retomó nuevamente sus pasos en dirección al pasado.

Carmen Rosa Signes 240306

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15
Dic

El arcano núnero 12. El Colgado

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15
Dic

El arcano número 12. El Colgado

Llegó confuso. Los acontecimientos se precipitaron. El movimiento era constante. Todo estaba en vilo.

“¿Quién es él? Y ¿dónde se encuentra?”

Cuando abrió los ojos apenas distinguía los perfiles.
Se hallaba al aire libre y por la luz mortecina y ambigua del ambiente no se atrevía a afirmar si comenzaba el día o alcanzaba a su fin.
Los objetos y las formas se le insinuaban distorsionados, sus sentidos parecían despertar de un largo letargo.
Poco a poco, fue recuperándose.
Ante él pasaron escenas de su vida, acontecimientos que ya no podría recuperar.

“En la lejanía, ve un joven desnudo que cargando, sobre su cabeza, una gran cesta repleta de objetos, desciende por una colina. Parece dispuesto a entregársela.
La corriente que forma su caminar ligero, de almizclada fragancia, roza su rostro pero no se detiene. Intenta alargar los brazos para detenerlo pero le es imposible. Se halla atado de pies y manos, es más, se encuentra boca abajo aunque no le resulta ni incómodo ni angustiante.”

Comenzó a comprender que aquello no podía estar sucediendo, su subconsciente representaba en sueños la escenografía que necesitaba para solucionar su cartel.
Recordó haber salido la última tarde en la dirección opuesta a sus necesidades por miedo, huyendo de su destino. Traspasados los umbrales de un bosque la barrera natural de un barranco infranqueable le devolvió a la disyuntiva de saltar al vacío, poniendo fin a todo, o regresar y hacer frente a las dificultades.
En ese proceso, algo debió ocurrirle pues, hasta verse allí suspendido en el aire indefenso pero seguro, no recordaba nada más.

“El joven intruso regresa, posa frente a él su carga y con las manos desnudas escarba un hoyo en el que vierte los objetos que no le son ajenos y los entierra. Ahora si que le mira antes de desvanecerse. Todo se disipa.
Un sudor frío recorre su frente.
Siente, en su boca, la hiel de la derrota y la dulce ambrosia de la aceptación a un tiempo. En la segunda vuelta, por los doce segmentos del día, formatea su comprensión.”

Firmando todos los papeles que tiene frente a sí, recoge sus cosas, las mete en un cajón y las abandona en el vertedero. Se renueva, pervive y sigue adelante desafiando de nuevo al destino.

Carmen Rosa Signes 090306

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12
Dic

El arcano número 13. La muerte

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12
Dic

El arcano sin nombre

Asomaba aquella menuda mano, nada más era visible; apenas si se le presentía cuando yo llegué, tuve dudas, antes de continuar. Saber que es lo que nos toca hacer, sin poder evitar sus consecuencias, aún me resulta extraño. No encuentro distinciones destacables, que hagan de mis acciones hechos diferenciados. Pero hay quien se empeña en cambiar el nombre de aquello, que es idéntico en esencia y en sentimientos. No me detengo para ver los resultados, me cansé de hacerlo, pero siempre hago alguna excepción: por curiosidad, por morbo, incluso, en ocasiones, por compasión. ¿Compasión? Cuestionaréis. ¡Pues sí! No me voy a extender en aclaraciones que me justifiquen, pues sois vosotros los únicos que necesitáis las excusas. Se me ha comparado con una brisa fría, me han dado aspectos variopintos, dispares. Posiblemente si me vierais, no me reconoceríais, pero os aseguro que en ese momento sabréis que soy yo. Muchos intentaron la simonía al presentirme, porque todos sois conscientes del fin.
Cuando entro en escena, el principio del fin se acerca. La nueva oportunidad. No es el fin del principio, nada concluye tras mi paso. Mirad a vuestro alrededor y os daréis cuenta.

“Mis pulidos huesos con carne, sin carne, acarician las magras espaldas del corcel del tiempo. Desde mis nalgas hasta mis manos se satisfacen con el brío imparable de ese animal desbocado. Me dieron libertad de acción. Cabalgué a mis anchas. Sentí en aluvión el poder. El placer que otorga el miedo, desde que fuisteis conscientes de mí existencia. Pero eso cansa. Añoré la compañía y me sentí como una gota de lluvia que se evapora antes de llegar al suelo. Mientras vosotros fantaseabais excusándoos en mi nombre. Igual da que os reunáis bajo la luna llena, a plena luz del día, o tomando una inocente taza de chocolate, el fin es mío. Os laváis las manos en mi nombre aunque el mérito sea vuestro.”

Aquella pequeña mano dejó de moverse al sentir mi paso. En la sencillez de este acto se encierra mi más pura acción. Yo favorezco el cambio. La naturaleza se engaña y allí estoy yo para enmendarlo. Ahora un bebé y dentro de un segundo un cincuentón en la otra parte del mundo.

“Da igual. A mi no me importa, y a vosotros os debería dar lo mismo; es mi cargo de conciencia, pues hace mucho que el vuestro lo depositasteis sobre mí.”

Carmen Rosa Signes 150206

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7
Dic

El arcano número 14. La Templanza

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7
Dic

El arcano número 14. La Templanza

Extendió las alas. Su sombra inexistente la cubría del todo.

Alzaba arco iris el agua al choque violento contra las rocas. La niña, con su pensamiento, parecía pescarlos. Todos los colores le pertenecían.

Desde lo alto, sintió la cálida corriente de aire que manaba desde ella. El deseo ardía a su alrededor, caldeando el ambiente.
El sonido del agua, le recordó su misión.
Quiso enfriarla con un batir de alas pero no pudo. El golpe seco apenas si enmarañó el cabello y jugueteó con el liviano traje de gasa, de la niña, hasta el punto de que, su cuerpo adolescente, quedó al descubierto.
¡Cordial bienvenida a la madurez!

Había salido de casa con la aurora.
La fuente del río, su destino, aguardaba su ensoñación.
Más pesada carga, que las jarras vacías para la niña, era, para el ángel, el prurito incontrolable de aquella pubertad, que despertaba a la mujer deseable dejando en menoscabo la infancia aún visible.
Poco tiempo ha, en el invierno, se revolcaba entre juegos de nieve y hielo. Congelados deseos prendidos como punzantes estalactitas heladas en su imaginación.
El sol, aliándose con el tiempo, la había transformado.
Y ahí estaba, sobrevolando sus pasos, intentando aquietar los instintos, templar la sangre que, caliente entre sus venas, la lanzaban por otro camino.
Lucía hermosa. ¡Resplandeciente!

En su vuelo, desde lo alto, asediaba los pequeños rincones de la mente inquieta y despierta, atendiendo a sus requiebros. La confusión se hacía evidente al presentir el bombardeo de sus conquistas, como los inocentes e inofensivos gamusinos de su infancia. Por suerte desconocía el lenguaje, ignoraba las respuestas.
¡Suerte del ángel que la guardaba!
Estaba ansiosa de poseer. ¡De ser poseída!
La pasión en el ser humano, que pasa de la mayor indiferencia a la entrega más absoluta, debía regresar envuelta en el albornoz de la infancia. Debía aguardar un tiempo más. Transformarse nuevamente indiferente.

En un último y milagroso batir de alas, el azar quiso que una de sus plumas rozara el rostro de la pequeña, haciéndole cosquillas, devolviéndola al mundo de los juegos y la risa.

En casa le aguardaban los suyos. Regresó riendo aún de su suerte. Y mientras con la pluma perdida acariciaba su cuerpo, cerró la puerta consciente de su transformación.

Carmen Rosa Signes 160606

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1
Dic

El arcano número 15. El Diablo

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1
Dic

El arcano número 15. El Diablo

Con la mano levantada impartía sentencia.
Lo recuerdo como una escena atroz envuelta en misteriosa neblina, distorsionada, como surgida de las visiones de un profeta apocalíptico.
¡La venida del Maligno!
No importaba que lo hubiera hecho otro, las culpas siempre recaían en mi.
Con los años, había adquirido un rostro sospechoso, eso decía mi padre. He intentado imaginarme eso de “rostro sospechoso”, pero por más que me miro, sigo sin notar diferencias evidentes con el suyo, además todos somos culpables de algo. Incluso Maria, mi hermana pequeña, podía albergar la mirada más pizpireta; ocultar mil y una picardías.
Mi padre me utilizaba para poder descargar las frustraciones que se le acumulaban durante el día.
El cómo lo aguanté, aún es una cuestión que me sigo planteando.

Una noche nos levantó del lecho; su voz sonaba más terrible que de costumbre. No sé por qué, pero tuve el instinto de agarrar a Maria de la mano y huir, pero se hallaba parado justo enfrente de la puerta de la calle. Avanzamos atemorizados, caminando por el largo pasillo, uno tras del otro. Protegía con mi cuerpo el de mi hermanita. Al llegar a su altura, de un tirón rápido, casi de un salto, nos metimos en el comedor. Aquella mano levantada, siempre tan larga... ¡Me aterraba!
Y allí estaba, con los sentidos distorsionados, colorado como un cangrejo cocido en vino, buscando con la mirada aviesa una nueva victima.
Mamá no hubiera aguantado tanta presión. Durante años pensé que se marchó por no vernos sufrir, hasta que comprendí, dolorido, que el abandono había sido doblemente cruel.
Nos refugiamos en un rincón de la sala, agazapados y ateridos con más miedo que frío.
Miré a Maria, que no podía quitar sus ojos del rostro oscuro y desencajado del diablo aquel que decía ser nuestro padre. Y yo también lo miré. Y por unos instantes, creí ver su transformación.
En la sombra oscura, del miedo, sonaron sus reproches y una retahíla de golpes que nos dejaron en la boca, los sentidos y el recuerdo, el sabor de un chocolate amargo, espeso y ardiente.
Nada fue igual desde aquella noche. Nuestro padre siguió deformándose. Cada día que pasaba, era más cruel, más intolerante, menos humano. Y nosotros nos sitiamos en una vida que no habíamos elegido, resignándonos en la esperanza de un cambio que nunca llegó.

Carmen Rosa Signes 220606

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12
Nov

El arcano número 16. La Torre

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12
Nov

El arcano número 16. La Torre

El paso de las horas dibuja sorpresivas marcas en su devenir. Se da cuenta, pero tarde, que el tiempo no es su aliado. Sometida a una constante renovación, sobre la que no tiene influencia, cada segundo perecedero desmorona de su cumbre, constantemente levantada, los fragmentos, desquebrajados de la experiencia, que la rutina le ha permitido alcanzar. El espejo refleja las verdades ocultas. Inocente encuentro consigo misma.

Mira hacia atrás y se descubre meditando en la contemplación de los acróbatas. Las piruetas con las que se afanaban por esquivar los tropiezos y los saltos mortales, los vislumbra como un juego sin riesgo. Así intuye su vida. Se cree poseedora de la fuerza necesaria y el coraje para conseguir todo lo que desea.

Evita el riesgo intentando huir, salir del atolladero sacando fuerzas del desánimo, pero tropieza constantemente. Los cambios son inevitables. Esquivando el espectro de la catástrofe, se resigna en la baladí imagen de si misma, al fin de todo lo que conoce.

Envuelta en sedas se entregó un día. Acato las normas, creyéndose invulnerable. Los juegos de la infancia y aquellos, más sutiles, que observaba de su entorno, le provocan la furia del instante y el desánimo en cada momento, al no poder salir de allí.

La ranura quebrada de un cielo cubierto vierte, sobre la escena, el rojo de un sol poniente, como la herida abierta que sangra, impregnando de toques bruscos los perfiles oscurecidos de su existencia. No es más que un reflejo de su piel proyectada en un horizonte que llora su destino de mujer maltratada.

Carmen Rosa Signes 110406

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5
Nov

El arcano número 17. La Estrella

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4
Nov

El arcano número 17. La Estrella

La primera noche no pudo conciliar el sueño.
Durante siete días, las vigilias se hicieron eternas. El tiempo se estiraba. Despertaba y volvía a cerrar los ojos, para retomar la contemplación de unos sueños caleidoscópicos.
En su cuerpo algunas señales indican la proximidad de un cambio.

Y de vuelta al principio. En esta ocasión recuerda los mensajes de aquellas entrecortadas visiones que, como fogonazos, se le ofrecen una noche tras otra.
Pero ¿cómo descifrarlos sin encontrar las palabras adecuadas?
Otros siete días en los que no logra alcanzar la satisfacción, por lo incomprensible que es lo que se le desvela.
Pensamientos vislumbrados, de forma fugaz, que acuden a su mente en el descanso.

El mundo, al abrigo del cuál se encuentra en el tercer ciclo nocturno, está repleto de placeres, pero éstos no mundanos.
Las escenas oníricas le sosiegan.
Un cielo estrellado ilumina, con centelleantes reflejos, el paisaje en calma.
Siete estrellas rodean a una octava, más brillante, un río atraviesa el páramo en el que dos árboles sostienen el descanso de las aves y, en medio de todo, ahí está ella. Ha encontrado la ruta del saber y se contempla así misma integrada en la escena.

Pero ahí no queda la cosa, nuevamente el siete da paso al uno, el tiempo vuelve a contar.
En el primero de los días, camina firme en dirección hacia el agua cristalina del río y, su ropa, va desapareciendo a cada paso.
En el segundo, mientras observaba la llegada de un ave al árbol más cercano, siente el estremecimiento del huidizo aletear que la sobrevuela.
Durante el transcurso de los restantes días de la semana, su propuesta consiste en traspasar el agua del río para alimentar a la tierra. ¡Fecundándola!

Y con esa plácida sensación despierta en la vigésimo octava noche.
Cierra los ojos y, al abrirlos, allí esta él. Su cuerpo desnudo y cálido, dista mucho del pasado turbio, de bribón, que se debatía entre abrojos hacia ella.
Y una sonrisa le ilumina el alma, al sentir como una de sus manos descansa en su panza y con la otra sostiene una espiga. El fruto de la tierra le confirman su anhelo.
Su cuerpo fecundado habla por si solo.

Carmen Rosa Signes 200406

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16
Oct

El arcano número 18. La Luna

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16
Oct

El arcano número 18. La Luna

Aprovecha las horas que le quedan para sentarse frente a sus ilusiones. Su mente vuela, pero la realidad es otra. Acaba de cumplir catorce años, tiene toda una vida por delante, toda una existencia para romper fronteras, conquistar colinas y corazones, pero el lastre de sus obligaciones es diferente a la complejidad de sus deseos, y se siente como un cincuentón que ha visto pasar, frente a él, casi todas sus oportunidades.
En su futuro, siempre abierto a cambios, se han cerrado ya todas las puertas, incluso aquellas que nunca deben tapiarse pues desconoce los caminos para llegar a ellas. Sólo el infortunio puede desviar su ruta.
La luna llena ilumina sus pasos, sus huellas, más oscuras que el chocolate, apenas si se distinguen. Los sueños se le presentan cadenciosos, la imaginación toma las riendas de sus deseos y le ofrece un panorama desolador.
No entiende de cosas divinas, suficiente tiene con las mundanas. Todo es porque sí. Las simonías, los tratos de favor, ni se las plantea.
Las lágrimas de la luna, en las que una noche se bañara, ya no le transportan a su paraíso perdido. Ahora tiene enfrente, todo un paisaje de pequeños reinos enfrentados. El caos de su incertidumbre, el miedo a saborear otra suerte de hechos y no lograr la satisfacción deseada, le hacen dudar. Las gotas del deseo se han convertido en llanto.
Su pequeña corte, aquel rebaño entregado desde su infancia a su cuidado, es quizás el sino que le corresponde. No debiera anhelar otro.
Se detienen junto a la laguna que, crecida tras el aluvión del deshielo, espeja en lo alto de la cima. Su cabaña pace. Mientras, él deshace sus dudas en la contemplación del reflejo de las nubes que, sobre el agua, dibuja reinos al mismo tiempo que los desvanece.

- Así debe ser la vida que no conozco. Así deben de ser los sueños cuando al abrir los ojos se disipan.

El día transcurre con la premura de las horas sin dueño.
La entrada de la noche le despierta de su letargo.
Ahora, el reflejo oscuro del agua, le entrega una luna resplandeciente, gracias a los rayos del sol que se resiste siempre a separarse de ella, de igual forma que la realidad nunca se aparta de los sueños.

Y mientras espera el nacimiento del nuevo día, los perros aúllan a los reflejos del astro nocturno.

Carmen Rosa Signes 160206

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11
Sep

El arcano número 19. El Sol.

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10
Sep

El arcano número 19. El Sol.

Enredada con sus pensamientos, relaja los músculos. Se entrega por completo al astro rey que la contempla. En la placidez de aquel momento, libre de compromisos, se evade de la realidad. Ya no tiene que fingir.
Es tiempo para recapacitar, para hacer balance y contemplar los resultados, para valorar las cosas de forma positiva y digna. El por hacer no le preocupa: es feliz.
En el horizonte alejado, de dibujos nebulosos e imprecisos por la evaporación, ve desaparecer la luna medio envuelta por las nubes. Aquella luz tenue del comienzo del día que remarcaba las formas, agrandando sus sombras, deja paso a la claridad.

Junto a ella dos niños se disputan, entre bromas y risas, una pelota. En este enérgico y, a veces, violento juego, no hay maldad.
Los observa con mimo y atención sin perder detalle del juego que se llevan entre manos.
Comprueba que el compañerismo, entre ambos, no está reñido con la competencia y en ocasiones, cuando presiente que se alejan demasiado del alcance de sus brazos, los reclama, los lleva hasta almohada de sus senos y se regocija entre besos y abrazos.
Ellos representan el valor de las cosas bien hechas, de las cosas que han arraigado con fuerza en sus existencia. Todos los esfuerzos, toda la dedicación y el tiempo empleado en operaciones arriesgadas o no, son consecuencias de sus deseos, unos anhelos de los que no se arrepiente.
Examina su cuerpo y percibe la grandeza del paso del tiempo, la importancia de cada arruga o curva de más.
Retorna a la contemplación de los gemelos. Si fuera de otra manera, planificaría el futuro de sus hijos proyectando, en sus diminutos cuerpos, todas las inquietudes: estudios universitarios, trabajo, salud y amor... pero el presente es hoy, ahora... recuerda que mañana quizás haga frío, que no se puede prever nada más que lo que queremos para el "ya" y el "ahora" y que siempre hay tiempo para comenzar de nuevo.

El sol la baña con sus gotas cálidas traspasando sus sentidos, dejándole una sensación de bienestar y de renovado sentimiento. La sonrisa se pinta en su rostro complacido.

Carmen Rosa Signes 040506

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16
Ago

El arcano número 20. El Juicio.

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15
Ago

El arcano número 20. El Juicio.

Encontrar el dialogo, un cara a cara con los dioses, de aprobación o rechazo que le indicara que lo hacía bien, que se encontraba a su altura, era una máxima para él.
Demasiada poca fe en si mismo y un desafiante deseo por ser juzgado.
Rara vez, en su interrogatorio con el infinito no pisable, obtenía respuesta: algún cometa cruzando el cielo; la sombra de un objeto ocultando la luna o la lluvia de las estrellas, lenguaje celestial que interpretaba a su antojo.

Candaules, tenía todo lo que se le antojaba y, siempre, lo mejor. La tierra más próspera, los súbditos más leales, los mejores aperos y riquezas. Todo lo que hasta él se acercara debía ser considerado único en su categoría.
Castalio proceder que, el rey, exhibía con orgullo convencido de ser la prueba tangible de su alianza con las musas.
Constantemente necesitaba, para avivar su orgullo, ser portador de laureadas menciones con las que poder alimentarlo.

Nisia aglutinaba todas las virtudes y excelencias que jamás hombre alguno pudo tener.
Muchos años tardó en encontrarla. Contemplarla, disponer de ella, se había convertido en la obra cumbre de su egocéntrica obsesión.
Pero para su pesar, tan sólo él podía disfrutarla. Fue entonces que la frustración le tomó de la mano.
Si ningún otro mortal era testigo de su dicha, ¿de qué le servía?

Le excitaba la envidia. Se creía Dios y con todos los derechos. Hasta el último de sus enemigos, debía saberlo.
Sin prejuicio, mandó llamar a Giges, su más fiel consejero. Alguien debía dar fe de su divina suerte.
Despavorido, Giges, se negó en un principio, pero fue vendido por la tentación.
La noche que contempló el cuerpo desnudo de Nisia, enmudeció de amor.
Y aquel que debía ser los ojos del mundo, aquellos que juzgaran la más divina posesión del monarca, cayó rendido ante una ofendida esposa, que no podía perdonar el ser tratada de forma tan humillante.
Presa entre sus redes, Giges, se convirtió en maleable títere. Ni hombre ni Dios alguno, hubiese podido resistirse.

Sobre el arrecife pulido se rubricó en rojo una sentencia.
El rey Candaules murió. El juicio constante al que quiso ser sometido, le abrió las puertas de un abismo al tiempo que las notas discordantes, del ángel, que anuncian el fin y sirven de llave, cayeron sobre él por orden de los Dioses y de la mano de su fiel vasallo.

Carmen Rosa Signes 020606

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2
Jul

El arcano número 21. El Ciclo/El Mundo

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1
Jul

El arcano número 21. El Ciclo

Encaramado en la barandilla se pierde en los viandantes. Escruta sus rostros, observa su caminar, atiende al bullicio, se deja enredar por las sensaciones que le proporciona estar completamente al margen. Experimenta un sosiego extraño, casi pecaminoso, acrecentado por la inmovilidad voluntaria y por primera vez, siente la urbe con morbosa envidia.

Camina por la terraza, cambia la perspectiva, renueva con el viento que llega, los sentidos y se abstrae.

La tarde ha comenzado, el olor de la siembra lo invade todo. Los campesinos descansan bajo la sombra que les cobija, beben y festejan el final del trabajo. Ahora sólo les queda almacenar y dejarse invadir por el letargo de los duros días del invierno que pronto llegará. Cargan las bestias con premura, agosto sorprende a veces con tormentas inoportunas. Los quejidos de una pollina, desplazada a golpes, rompen la armonía. Se asombra del desinterés de estas gentes al ver su trabajo cumplido y recuerda cuando él sentía de igual forma por las cosas conclusas, sin tener a bien analizar el esfuerzo realizado, fascinado en su contemplación y descansando, al fin, de las preocupaciones.

Vira nuevamente y se encuentra con la noche que desclasifica sus sueños. Aplaca su curiosidad en la vida que siempre ha estado ahí, rodeándole, pero en la que nunca a reparado. Un bullir de gente extraña que circunda las estancias conocidas. Como la representación faraónica de una ópera en la corte, se pierde en los detalles que desde la azotea le muestran la sencillez de la vida y la complejidad del deseo. Lo bueno y lo necesario frente al sufrimiento de quienes se esmeran por conseguirlo. En sus rostros cree ver el afán por el descanso merecido.

Respira hondo mientras su vista se proyecta a un firmamento que se le presenta con toda su majestuosa grandeza. Empequeñecido ante su agónica imagen, ¡pobre carcamal! Apenas si puede levantar una mirada desafiante a los dioses. Baja su rostro firme en si mismo. Siente que todo termina, pero yerra. Es todo lo contrario.

Un cuarto de vuelta y todo retorna. La luz naciente le daña los ojos. El sol despunta entre las olas de un mar sereno que rejuvenece con su fragancia húmeda y en constante movimiento. Comprende la verdad de su recorrido y descansa de sus contemplaciones. Cesante de fortaleza y determinación deja que todo continúe su ciclo y muere.

Carmen Rosa Signes 190106

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3
Jun

Arcano 0. El Loco.

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3
Jun

El arcano número 0. El Loco

Debemos prepararnos. Creo que nuestra estancia en esta ciudad debe finalizar sin más demora. No tardarán en descubrir mi engaño, las falsas monedas con las que pagué a mis deudores se desvanecerán. Pronto partirán en bandada para atraparme.
Por suerte, tengo lo que vine a buscar y el contacto que necesitaba para alimentar mi codicia de saber.
Ya “El Sarraceno” tuvo a bien mostrarme sus escritos, algunos encriptados, y los de Abraham Ben Samuel Zacut, su maestro en las nobles artes de la Cábala, por lo que pude tomar cumplidas anotaciones de los mismos.
¡Qué difícil es en estos tiempos hacerse respetar, cuando la única ambición que uno tiene es la del saber!
No puedo tolerar que tanto conocimiento caiga en el crisol del olvido y la superchería, trasmutándose en ignorancia.
Siguiendo los pasos de aquellos maestros que lograron huir, llegamos a España. Pero me temo que mi tiempo aquí también se acaba.
Al menos yo, creo que conseguiré mi objetivo. He lidiado con la muerte, he sido testigo de la fragilidad de la vida. He podido comprobar, con mis propios ojos, que los hombres solo buscan el mal de los otros hombres y me he aprovechado de ello.
¿Está mal? ¿He obrado de forma execrable por engañar a aquellos que buscaban la destrucción de sus congéneres?
Sí, sin duda. He sido un descarado, un desvergonzado timador, pero no erraré creyendo que Henry Cornelius Agrippa no será recordado exclusivamente por ello.
Marcharemos de Valencia, lo mismo que en su día nos alejamos de tantas otras importantes urbes. Y lo haremos con el atillo lleno y la mente cada vez más repleta de conocimiento. Partiremos fiel amigo, junto a nuestros lebreles, hacia Elna, su monasterio alberga gran cantidad de libros alquímicos. Y luego, quizás, tal vez,… Avignon.
Si algo he podido comprobar en mi desdicha es que ésta hermana a la gente. Por los más agrestes caminos de mi huída, me tropecé con gitanos que supieron muy bien el porqué de la precipitación de mis pasos. No tuve que decirles nada, faltó con que me miraran a los ojos. Me cobijaron sin preguntas y siempre disfrute de su tango y su alegría antes de continuar mi camino.

Carmen Rosa Signes 100206

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