15
Dic

El arcano número 12. El Colgado

Llegó confuso. Los acontecimientos se precipitaron. El movimiento era constante. Todo estaba en vilo.

“¿Quién es él? Y ¿dónde se encuentra?”

Cuando abrió los ojos apenas distinguía los perfiles.
Se hallaba al aire libre y por la luz mortecina y ambigua del ambiente no se atrevía a afirmar si comenzaba el día o alcanzaba a su fin.
Los objetos y las formas se le insinuaban distorsionados, sus sentidos parecían despertar de un largo letargo.
Poco a poco, fue recuperándose.
Ante él pasaron escenas de su vida, acontecimientos que ya no podría recuperar.

“En la lejanía, ve un joven desnudo que cargando, sobre su cabeza, una gran cesta repleta de objetos, desciende por una colina. Parece dispuesto a entregársela.
La corriente que forma su caminar ligero, de almizclada fragancia, roza su rostro pero no se detiene. Intenta alargar los brazos para detenerlo pero le es imposible. Se halla atado de pies y manos, es más, se encuentra boca abajo aunque no le resulta ni incómodo ni angustiante.”

Comenzó a comprender que aquello no podía estar sucediendo, su subconsciente representaba en sueños la escenografía que necesitaba para solucionar su cartel.
Recordó haber salido la última tarde en la dirección opuesta a sus necesidades por miedo, huyendo de su destino. Traspasados los umbrales de un bosque la barrera natural de un barranco infranqueable le devolvió a la disyuntiva de saltar al vacío, poniendo fin a todo, o regresar y hacer frente a las dificultades.
En ese proceso, algo debió ocurrirle pues, hasta verse allí suspendido en el aire indefenso pero seguro, no recordaba nada más.

“El joven intruso regresa, posa frente a él su carga y con las manos desnudas escarba un hoyo en el que vierte los objetos que no le son ajenos y los entierra. Ahora si que le mira antes de desvanecerse. Todo se disipa.
Un sudor frío recorre su frente.
Siente, en su boca, la hiel de la derrota y la dulce ambrosia de la aceptación a un tiempo. En la segunda vuelta, por los doce segmentos del día, formatea su comprensión.”

Firmando todos los papeles que tiene frente a sí, recoge sus cosas, las mete en un cajón y las abandona en el vertedero. Se renueva, pervive y sigue adelante desafiando de nuevo al destino.

Carmen Rosa Signes 090306

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