1
Jul

El arcano número 21. El Ciclo

Encaramado en la barandilla se pierde en los viandantes. Escruta sus rostros, observa su caminar, atiende al bullicio, se deja enredar por las sensaciones que le proporciona estar completamente al margen. Experimenta un sosiego extraño, casi pecaminoso, acrecentado por la inmovilidad voluntaria y por primera vez, siente la urbe con morbosa envidia.

Camina por la terraza, cambia la perspectiva, renueva con el viento que llega, los sentidos y se abstrae.

La tarde ha comenzado, el olor de la siembra lo invade todo. Los campesinos descansan bajo la sombra que les cobija, beben y festejan el final del trabajo. Ahora sólo les queda almacenar y dejarse invadir por el letargo de los duros días del invierno que pronto llegará. Cargan las bestias con premura, agosto sorprende a veces con tormentas inoportunas. Los quejidos de una pollina, desplazada a golpes, rompen la armonía. Se asombra del desinterés de estas gentes al ver su trabajo cumplido y recuerda cuando él sentía de igual forma por las cosas conclusas, sin tener a bien analizar el esfuerzo realizado, fascinado en su contemplación y descansando, al fin, de las preocupaciones.

Vira nuevamente y se encuentra con la noche que desclasifica sus sueños. Aplaca su curiosidad en la vida que siempre ha estado ahí, rodeándole, pero en la que nunca a reparado. Un bullir de gente extraña que circunda las estancias conocidas. Como la representación faraónica de una ópera en la corte, se pierde en los detalles que desde la azotea le muestran la sencillez de la vida y la complejidad del deseo. Lo bueno y lo necesario frente al sufrimiento de quienes se esmeran por conseguirlo. En sus rostros cree ver el afán por el descanso merecido.

Respira hondo mientras su vista se proyecta a un firmamento que se le presenta con toda su majestuosa grandeza. Empequeñecido ante su agónica imagen, ¡pobre carcamal! Apenas si puede levantar una mirada desafiante a los dioses. Baja su rostro firme en si mismo. Siente que todo termina, pero yerra. Es todo lo contrario.

Un cuarto de vuelta y todo retorna. La luz naciente le daña los ojos. El sol despunta entre las olas de un mar sereno que rejuvenece con su fragancia húmeda y en constante movimiento. Comprende la verdad de su recorrido y descansa de sus contemplaciones. Cesante de fortaleza y determinación deja que todo continúe su ciclo y muere.

Carmen Rosa Signes 190106

free b2evolution skin