12
Dic

El arcano sin nombre

Asomaba aquella menuda mano, nada más era visible; apenas si se le presentía cuando yo llegué, tuve dudas, antes de continuar. Saber que es lo que nos toca hacer, sin poder evitar sus consecuencias, aún me resulta extraño. No encuentro distinciones destacables, que hagan de mis acciones hechos diferenciados. Pero hay quien se empeña en cambiar el nombre de aquello, que es idéntico en esencia y en sentimientos. No me detengo para ver los resultados, me cansé de hacerlo, pero siempre hago alguna excepción: por curiosidad, por morbo, incluso, en ocasiones, por compasión. ¿Compasión? Cuestionaréis. ¡Pues sí! No me voy a extender en aclaraciones que me justifiquen, pues sois vosotros los únicos que necesitáis las excusas. Se me ha comparado con una brisa fría, me han dado aspectos variopintos, dispares. Posiblemente si me vierais, no me reconoceríais, pero os aseguro que en ese momento sabréis que soy yo. Muchos intentaron la simonía al presentirme, porque todos sois conscientes del fin.
Cuando entro en escena, el principio del fin se acerca. La nueva oportunidad. No es el fin del principio, nada concluye tras mi paso. Mirad a vuestro alrededor y os daréis cuenta.

“Mis pulidos huesos con carne, sin carne, acarician las magras espaldas del corcel del tiempo. Desde mis nalgas hasta mis manos se satisfacen con el brío imparable de ese animal desbocado. Me dieron libertad de acción. Cabalgué a mis anchas. Sentí en aluvión el poder. El placer que otorga el miedo, desde que fuisteis conscientes de mí existencia. Pero eso cansa. Añoré la compañía y me sentí como una gota de lluvia que se evapora antes de llegar al suelo. Mientras vosotros fantaseabais excusándoos en mi nombre. Igual da que os reunáis bajo la luna llena, a plena luz del día, o tomando una inocente taza de chocolate, el fin es mío. Os laváis las manos en mi nombre aunque el mérito sea vuestro.”

Aquella pequeña mano dejó de moverse al sentir mi paso. En la sencillez de este acto se encierra mi más pura acción. Yo favorezco el cambio. La naturaleza se engaña y allí estoy yo para enmendarlo. Ahora un bebé y dentro de un segundo un cincuentón en la otra parte del mundo.

“Da igual. A mi no me importa, y a vosotros os debería dar lo mismo; es mi cargo de conciencia, pues hace mucho que el vuestro lo depositasteis sobre mí.”

Carmen Rosa Signes 150206

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