21
Nov

Paseando por La Habana 16

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20
Nov

Los mitos

Llevábamos seis de los quince días que duraría el recorrido por el sur de Italia; mi amigo Pepe se mostraba rebelde, pues no era el viaje que hubiera deseado; pese a ello, ahí estaba, y su única dedicación consistía en hacerse el machote, y molestar ahí dónde fuera.

¿Qué pretendes ahora? ¿No tuviste suficiente con lo que pasó ayer con el profe?
A ver si te crees que le voy a hacer caso. Te juro que éste no me fastidia el viaje de fin de curso.

Madrugamos, pues un barco nos trasladaba hasta Sicilia para ver las ruinas de Siracusa. Entre aquellas aguas, ocultas aún, Escila, esa mujer cuyo cuerpo estaba rodeado de perros, y Caribdis, devorador de todo lo que flota, aguardan a los navegantes.

Pepe, ¿qué pretendes?
¿No te parece tonto? Estamos en la cuna de la mafia, yo prefiero acercarme a alguna ciudad. Igual hasta podemos ver a algún “Capo”.
La mayoría quisimos este recorrido para aprender, es una pena que no te unas a nosotros. ¡Eres ridículo!
Mira quien fue a hablar... ¡El hazmerreír de la clase!
¿Sabes qué es lo que más siento? Que no disfrutes. Antes de que hagas alguna estupidez, deja que te cuente un relato.
Por que eres tú, y estoy aburrido, pero no voy a cambiar de idea.

A Pepe se le olvidaron las tonterías de golpe, incluso antes de que todo se calmara, y de que llegáramos a puerto; mientras narraba la historia de las dos bestias que custodiaban el paso de Messina, el tiempo cambió. Con el mar agitado la historia pareció tomar vida. El viento, silbante y aterrador melisma, ayudó a la escenografía. De inmediato nos avisaron de que debíamos abandonar la cubierta, protegernos en el interior de la nave. Sin apartar los ojos de aquel mar extremadamente agitado, y justo antes de que, de un empujón, nos recluyeran adentro, vimos asombrados al engullidor remolino Caribdis, que durante siglos aterró a los navegantes. Faltó bien poco para que su radio de acción nos atrajera.

CRSignes 020905

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18
Nov

Santuario de la Virgen de la Balma

En el interior norte de la provincia de Castellón, en pleno Maestrazgo, zona rica en parajes y pueblos cargados de historia y de una belleza especial, encontraréis este mágico enclave conocido por sus rituales contra el demonio. Hasta hace relativamente poco tiempo, acercaban a los endemoniados con el fin de hacerles partícipes de un ritual con el que expulsarles al demonio. Del mismo se encargaban las Caspolinas, mujeres originarias del pueblo de Caspe (Zaragoza), conocedoras de esta antigua ceremonia. Un ritual envuelto en el secretismo y la discreción de sus participantes, realizado en el interior de las cuevas en las que está escavado y construido este monumental y bello santuario. Los días 6, 7 y 8 de septiembre se celebraban estos rituales a los que asistían afectados desde todos los puntos del país.

*Muy cerca del santuario se encuentra la Cova del Diable. Cada 8 de septiembre se representa un auto sacramental que comienza con la voz cavernosa del diablo preguntando al público, rugiendo e intimidando a los asistentes. Los asistentes gritando responden al unísono al diablo que no quieren su presencia. Aparece el Arcángel Miguel con su brillante escudo y se inicia la batalla contra el mal que finaliza con el sonido de la dolçaina i el tabalet convocando a los grupos de baile, que representan danzas ancestrales de recogida de la cosecha. La cueva está llena de harapos esparcidos por los rincones, son los vestidos de los enfermos que acuden a la Balma. "Olor agrio -como de azufre_ aleja a los curiosos del habitáculo que también posee una fuerza oculta"(Fuente: Matilde Pepín en "Valencia Mágica")

Aproximadamente en la década de los cincuenta del anterior siglo, fueron prohibidos los exorcismos y la Guardia Civil se encargaba de que la ley se cumpliese.

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17
Nov

La mancha

Si no hubiera sido por la insistencia de mi hija: aquellos terrores nocturnos y su llanto inconsolable, nunca la habríamos descubierto. Una mancha más de humedad en las paredes de casa. Durante semanas, no cesó de reclamar nuestra compañía, decía que una mujer la visitaba de madrugada y le hablaba. “Menuda imaginación”, pensamos. Pero el caso fue a mayores, no descansaba. Decidí quedarme con ella. Si veía que no ocurría nada estando a su lado, se le pasaría.
No dormí en toda la noche, esperaba estar ahí cuando despertara del malicioso sueño que la atormentaba, pero nada pasó. Al despertarse, su cara tenía otro color, sonreía. Después de dejarla en el colegio pinté su cuarto.

¿Podrás dormir solita? —le pregunté.
Si mamá.

Nuevamente sus gritos volvieron a alarmarnos. La mancha había resurgido.

¡Mamá! Esa señora me pidió que me fuera con ella.

Pasamos la noche con ella y por la mañana la volví a pintar, pero antes de que pudiera secarse, ahí esta estaba de nuevo. Todas las veces que lo intenté fueron infructuosas, me sentí vencida. Llamé para contárselo a mi madre que enseguida, con su natural tibieza, me salió con lo de siempre.

Eso es lo que pasa por vivir en contubernio. Cásate, bautiza a la niña, y todo terminará.

Corté la llamada de inmediato, muy enojada. ¿Qué culpa podía tener el angelito?
Hablar con mi suegro aún fue peor, a su natural hermetismo, se unió el carácter atrabiliario que le salía cuando conversábamos. Así que acudimos a la iglesia.

¿Habéis decidido casaros?
No padre, le necesitamos para un asunto inquietante.

Intenté ser locuaz, aunque no me creyó, acudió ante nuestras súplicas.

No es más que una mancha. —Afirmó.
Padre, la niña dice que de ella surge una mujer que le habla.
Esta noche me quedaré, y veremos qué ocurre.

No tuvimos que aguardar mucho, la presencia del cura desencadenó los acontecimientos, y por primera vez nosotros también fuimos testigos. No nos lo pensamos dos veces, tomé a la niña en brazos y salimos de la casa. El párroco nos ayudó a mudarnos aunque no quiso saber más del asunto. Parecía asustado.
Dos meses después, ni rastro quedaba de lo sucedido. La niña dormía en su nuevo cuarto, ya lo había olvidado todo, y la casa que abandonamos iba a estar nuevamente ocupada.
………………………

-Carlos, mañana repinta otra vez el cuarto de los niños, esa horrible mancha, parece resistirse. Esta noche dormiremos por fin aquí.

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16
Nov

Flor en septiembre

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15
Nov

Vilarrubia del Concejo

A Vilarrubia del Concejo nunca llegaba nada: el panadero decía que el camino era tan largo que el pan se le endurecía; el butanero que en aquel zulo, el color naranja, estaba mal visto; el repartidor de la prensa que, cuando llegaba, las noticias ya habían caducado; los vendedores ambulantes que... ¿Vila... qué?; tan sólo el cura, por aquello de no perder feligreses, y en alguna ocasión el médico, tenían a bien acercarse. A Vilarrubia del Concejo no llegaban ni los rumores. A Vilarrubia del Concejo, pequeño pueblo de la sierra rodeado de bosques, situado en el valle más profundo de la región, no le faltaba de nada. Casi treinta vecinos que disfrutaban: del agua abundante proveniente del deshielo; de siembras y de animales con los que alimentarse; de paz y sosiego; de cordialidad y armonía. A los de Vilarrubia del Concejo les sobraba todo.
Cierto día descubrieron que, durante la noche, alguien había instalado en la plaza del pueblo una cabina telefónica. Junto a ella, una furgoneta y unos cuantos trabajadores que, apoyados en los arcos de la iglesia, parecía que aguardaban a alguien.

-¿El alcalde?

Un operario embutido dentro de un mono rojo, extendía un papel con una mano, mientras que con la otra sostenía una pluma.

-Disculpen que insista pero, por favor, ¿el alcalde?

De un salto, Gerardo, aún impresionado se adelantó.

-He de suponer que es usted el responsable de esta Villa. Encantado. Federico Gómez Ruiz, para servirle. Disculpe que no me entretenga más, pero urge que me firme este contrato, mi cuadrilla y yo estamos agotados y aún tenemos que acercarnos a cuatro localidades más antes de terminar el trabajo. Firme aquí.

Miró la cabina y firmó el documento.

-Muchas gracias y que la disfruten.

Subieron a la furgoneta y se marcharon. Gerardo, después de leer el contrato, comenzó a reír.

-Cuando pille al guripa que ha traído la cabina al pueblo, me va a oír.

Vilarrubia del Concejo nunca recibirá la visita del panadero, el butanero se negará a hacer el reparto, los vendedores ambulantes la seguirán ignorando, nunca estarán al corriente de las últimas noticias, pero no les importa. Tienen de todo, incluso cabina telefónica. Aunque, para ser sinceros, nunca la han llegado a estrenar, por que a Vilarrubia del Concejo no le hace falta para nada.

CRSignes 130606

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13
Nov

Una tarde de noviembre

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12
Nov

La despedida

Esa era la forma en la que quería ser recordado. Nadie debía verlo después de muerto, salvo los sacerdotes y su madre que prepararían su cuerpo para el sepelio. Deseaba desfilar con orgullo, recorrer la plaza recientemente conquistada y añadida a su imperio, pero los médicos lo instaron ante aquél desatino. Un paseo a caballo, hubiera sido la manera más solemne de representar su último acto público, pero ni fuerza para alzar la voz tenía.

Uno a uno, fueron mostrándole su respeto. Al final del día, cerca de catorce mil personas habían desfilado ante él. Todo su ejército. Media docena de doncellas velaban por su bienestar, pero la alta fiebre que padecía lo hacía imposible. Aún así se mantuvo lúcido. La depresión y la tristeza, se palpaban en el ánimo de la tropa.
En un rincón de la tienda de campaña, se debatía entre llantos y súplicas a los dioses su madre, consternada por la realidad. Herida en lo más profundo de su ser, derrotada en la única cosa que podía dañarla, lo miraba con mayor admiración que sus hombres. Ese no debía haber sido el final. Sus ojos, bañados en lágrimas, intentaban pasar desapercibidos ocultos por la fingida penumbra de unos altares rebosantes en ofrendas. En la distancia, su hijo podía intuir su magna presencia y los rezos, pero no su llanto. Treinta años que lo trajera al mundo; rememoraba las veces que logró arrebatárselo a la muerte, y las tramas urdidas para que alcanzara el poder y satisficieran la ambición de su mente altiva. Entregada a complots con los que facilitarle el triunfo, sacrificó su bienestar por el de él. Juntos, madre e hijo, consumían sus horas en la contemplación de sus logros. La madre iba narrándole una tras otra las conquistas, imperdibles recuerdos que lo ensalzaban como gran estratega, mejor dirigente, y mayor héroe de todos los tiempos. Y una a una, iba enjugando sus lágrimas en la mirada de alegría de un hijo, que abandonaba la vida con orgullo y gloria.

Próximo al pantano en el que aún podían verse los cuerpos inertes de los derrotados, acompañando a las hojas en la alfombrada tierra de otoño, se improvisó el mausoleo. Los cuerpos de aquellos desdichados, fueron inhumados junto al suyo. Mejor destino que desaparecer devorados por las alimañas sería formar parte de la tumba del guerrero. Y allí permanecen, para perpetuar su última batalla.

CRSignes 101105

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10
Nov

El "bailón" de La Habana

Lo encontré en la escalinata de acceso al Capitolio de La Habana. Según me contó, subsistía haciéndose fotos junto a los turistas, y con el dinero que sacaba, podía seguir acercándose a las salas de baile, aquellas que dejaría de pisar tan sólo cuando sus pies parasen definitivamente. "Había nacido para bailar"
Me comentó muchas cosas sobre su pasado: éxitos y fracasos de un artista autodidacta, que rompió y conquistó tantos corazones que había perdido la cuenta. La foto se la tomé en agosto de 2003, y pese a que después de aquel viaje aún regresé en dos ocasiones más a Cuba, ya nunca lo volví a ver. Quiero pensar, que el "bailón" de La Habana, cambió de lugar para mostrarle a los turistas su arte, su saber estar, su simpatía y esa amplia sonrisa.

CRSignes 101108

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9
Nov

El primer amor

Todos los días a la misma hora, nos deteníamos para ver pasar a Laura. Laura tenía un cuerpo escultural o al menos eso habíamos oído decir a nuestros mayores, un rostro de factura perfecta, y sus movimientos hacían del momento en el que tomaba el autobús, un espectáculo que alucinaba a todos.
Precisamente a esa hora en la que nuestros sentidos pedían más, y la merienda no podía faltar entre nuestras manos, alimentábamos también nuestros deseos mimetizando a los adultos. Nos apropiábamos de pensamientos, sin perder ni un ápice de ingenuidad.
Es por ello, que quizás no había maldad en nuestras frases entrecortadas, nuestros piropos, y tal vez también por eso mismo, Laura pasaba confiada mostrándonos lo mejor de si misma, con una amplia sonrisa que llenaba la calle.
Un día Laura pasó más apurada que de costumbre, y aunque no faltó su sonrisa había algo en ella distinto.
Durante varios días fuimos testigos de un deterioro ya no sólo en lo físico, sino en su comportamiento cada vez más apagado y triste.
Luego comenzaron las ausencias, pasaban días sin que la viéramos. La mayoría de mis amigos perdió el interés por ella. Saliendo al paso de sus burlas, les dije que si no querían estar conmigo era por que pertenecíamos a diferente alcurnia, y que se podían ir a la porra si no hacían como yo.
Fiel a su sonrisa, la necesitaba, me había enamorado por vez primera.
Entonces apareció Roberto acompañándola, y con él, el misterio fue desvelado. Mucho mayor que ella, en alguna ocasión había oído en casa que le apodaban “el odre” en alusión a la gran cantidad de alcohol que ingería. Los cuchicheos hablaban de lo inconveniente de su compañía, incluso hicieron referencia a una denuncia en su contra por malos tratos que no siguió adelante.
Ajeno a todo seguía yo con mis nueve años, mi primer amor, y mis sueños.

Un tumulto precedió al sonido estridente de las sirenas de la policía y la ambulancia. Sobre la acera se desparramaba gota a gota la vida de Laura, y junto a ella mi alma perdía su inocencia.
Se rompió la sonrisa.
La infancia se vive intensamente, sin más. Nunca volví a sentirme igual. Mis coloreados recuerdos dieron paso a una deslucida realidad.

CRSignes 050106

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8
Nov

Con los colores del otoño

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7
Nov

Un empleo innovador

A la memoria de mi abuelo Francisco, trabajador pionero de la compañía eléctrica española L.U.T.E., y a la de mi padre, que siguió sus pasos.

Y con tu espíritu. —Dijimos a coro.
—Podéis ir en paz.

Permanecimos callados hasta llegar a la calle. El párroco en su homilía había sido duro.

Padre, entonces… ¿la electricidad nos condenará?

No supe que contestarle a mi hijo. No daba crédito a lo que el cura acababa de decir. “¿De dónde sacará la iglesia tantos despropósitos?”

María, ¿no es cierto que lo que ha dicho el párroco no le beneficia en absoluto? Precisamente los pudientes serán los primeros que la instalarán. Seguro que el cepillo se resentirá, si no cambia su discurso.

Una vez en casa, me dispuse a enmendar lo que el párroco había maltrecho en la conciencia de mis hijos. Los reuní a todos frente al hogar.

— ¡Mirad esto!

Con toda la picardía del mundo, y sabiendo lo curiosos que eran, les mostré una pequeña caja de cartón, cuyo contenido extraje con sumo cuidado.

¡Anda! ¿Qué es eso? —dijo mi hijo pequeño.
¿Qué no lo ves bobo? ¡Es una botella! —exclamó el mayor.
No hijos, no es una botella. Lo parece pero no lo es. ¡Es una bombilla! ¿Veis estos pequeños hilos enroscados de metal en su interior? Pues gracias a la electricidad se queman sin consumirse, eso hace que se ilumine. Este objeto acabará sustituyendo a las velas y a las lámparas de aceite y petróleo. Ya os lo explicaré mejor, cuando podamos tener electricidad en casa.



Hacía poco que había regresado de la ciudad. Les expliqué a mis hijos, que una empresa con capital extranjero, una multinacional, estaba formando trabajadores para los nuevos empleos que la energía eléctrica iba a generar. Durante mi formación pude, gracias al sueldo que me proporcionaban, comprarme una bicicleta, pues me dijeron que la necesitaría.

Ya veréis como gracias a la electricidad crecerá el pueblo. Vuestro padre deja de trabajar en el campo para ir de una casa a otra, de una empresa a otra, controlando el gasto que haga cada uno de luz. Pondrá contadores y de esa forma controlarán lo que cada uno gasta.

Aún tardaríamos casi un año en instalarnos la electricidad en casa. Los ingresos iban creciendo. Mi bicicleta pasó a mis hijos, y yo, pude comprarme una motocicleta. La primera del pueblo. Recuerdo que nunca pusimos aquella bombilla, la guardamos en la vitrina junto al ábaco que me regaló mi padre. Quizás el día de mañana tenga algún valor aquella primera bombilla de la marca Edison.

CRSignes 231105

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6
Nov

Las Columbretes en un sueño

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5
Nov

Venus al desnudo

I am tired, I am weary
I could sleep for a thousand years
A thousand dreams that would awake me
Different colors made of tears
(Venus in furs- Velvet underground and Nico)

Camina sin perder detalle de la cuerda que le rodeaba las muñecas. Se arrodilla. El pene, en su apogeo, se muestra a la altura de su boca. Después deja que la sodomice. Gozó, para qué engañarse. Bérénice creía amarlo a cada instante, con cada humillación. Aflojó la cuerda y masajeó sus muñecas hasta recuperar la circulación sanguínea. “Estoy cansada, ¡harta!…” Salió, tenía una cita. Al otro extremo de la casa, Gilbert complacía sumiso a su esposa, mientras unos hijos reían por la falta de talento de un padre que no sabía imponerse.
Era mayo del 68 y París ardía bajo una irreverente anarquía.

……………………………

No acostumbro a avasallar pero quedé cautivado en la profundidad de tu mirada. Podría dormir durante mil años… y al abrir los ojos allí estarías tú. Irrumpiste en mi vida como un vendaval. Conquistaste mi confianza. Descubrirte fue encontrarme. Sin rumbo me dejé varar hasta tu puerto bajo el yugo de tu voluntad. Mientras arrastro mi cuerpo hasta relamer la suela de tus zapatos negros de charol, te miro. Luego, dejo que me pisotees con tus tacones altos. Un millón de sueños me despertarían… pero ninguno como observar tu rostro mientras balanceas el látigo dispuesta a fustigarme. Intercambiamos los papeles. ¡Oh Berenice!... ¿Cómo dejar que otros te infligieran daño, cuando lo que deseaba era darte mi dolor?
Líderes emblemáticos de la revolución estudiantil y manifestantes, son arrestado e interrogados después de una brutal carga policial. Sus protestas dan la vuelta al mundo.

……………………………

El local esconde, entre la penumbra y el humo del tabaco y la grifa, los intentos de Bérénice por hacerse oír. El clamor que llega desde la calle, de carreras, golpes y gritos, juegan en su contra. Ha decidido dejar a Gilbert, seguir su vida. Habla mientras le cae una lágrima. Lagrima gris del desconsuelo. Deja atrás los colores de otros llantos. Diferentes colores hechos de lágrimas... En la calle la soledad pinta de azul su rostro. No puede esquivar los golpes y la detienen. El negro de la rabia resbala por sus mejillas. No quiere nuevamente dejar salir de sus ojos el marrón de la sumisión y es el blanco el que la ampara; pura inocencia que migra en rojo sobre su cara perversa. Ha encontrado lo que buscaba. Ahora le toca a ella. Que otro marque en púrpura su cuerpo.

CRSignes 090508

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4
Nov

Un caracol al trasluz y su detalle

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