17
Nov

La mancha

Si no hubiera sido por la insistencia de mi hija: aquellos terrores nocturnos y su llanto inconsolable, nunca la habríamos descubierto. Una mancha más de humedad en las paredes de casa. Durante semanas, no cesó de reclamar nuestra compañía, decía que una mujer la visitaba de madrugada y le hablaba. “Menuda imaginación”, pensamos. Pero el caso fue a mayores, no descansaba. Decidí quedarme con ella. Si veía que no ocurría nada estando a su lado, se le pasaría.
No dormí en toda la noche, esperaba estar ahí cuando despertara del malicioso sueño que la atormentaba, pero nada pasó. Al despertarse, su cara tenía otro color, sonreía. Después de dejarla en el colegio pinté su cuarto.

¿Podrás dormir solita? —le pregunté.
Si mamá.

Nuevamente sus gritos volvieron a alarmarnos. La mancha había resurgido.

¡Mamá! Esa señora me pidió que me fuera con ella.

Pasamos la noche con ella y por la mañana la volví a pintar, pero antes de que pudiera secarse, ahí esta estaba de nuevo. Todas las veces que lo intenté fueron infructuosas, me sentí vencida. Llamé para contárselo a mi madre que enseguida, con su natural tibieza, me salió con lo de siempre.

Eso es lo que pasa por vivir en contubernio. Cásate, bautiza a la niña, y todo terminará.

Corté la llamada de inmediato, muy enojada. ¿Qué culpa podía tener el angelito?
Hablar con mi suegro aún fue peor, a su natural hermetismo, se unió el carácter atrabiliario que le salía cuando conversábamos. Así que acudimos a la iglesia.

¿Habéis decidido casaros?
No padre, le necesitamos para un asunto inquietante.

Intenté ser locuaz, aunque no me creyó, acudió ante nuestras súplicas.

No es más que una mancha. —Afirmó.
Padre, la niña dice que de ella surge una mujer que le habla.
Esta noche me quedaré, y veremos qué ocurre.

No tuvimos que aguardar mucho, la presencia del cura desencadenó los acontecimientos, y por primera vez nosotros también fuimos testigos. No nos lo pensamos dos veces, tomé a la niña en brazos y salimos de la casa. El párroco nos ayudó a mudarnos aunque no quiso saber más del asunto. Parecía asustado.
Dos meses después, ni rastro quedaba de lo sucedido. La niña dormía en su nuevo cuarto, ya lo había olvidado todo, y la casa que abandonamos iba a estar nuevamente ocupada.
………………………

-Carlos, mañana repinta otra vez el cuarto de los niños, esa horrible mancha, parece resistirse. Esta noche dormiremos por fin aquí.

CRSignes 260907

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