3
Nov

La invitación al viaje. De Charles Baudelaire

Hay un país soberbio, un país de Jauja -dicen-, que sueño visitar con una antigua amiga. País singular, anegado en las brumas de nuestro Norte, y al que se pudiera llamar el Oriente de Occidente, la China de Europa: tanta carrera ha tomado en él la cálida y caprichosa fantasía; tanto la ilustró paciente y tenazmente con sus sabrosas y delicadas vegetaciones.

Un verdadero país de Jauja, en el que todo es bello, rico, tranquilo, honrado; en que el lujo se refleja a placer en el orden; en que la vida es crasa y suave de respirar; de donde están excluídos el desorden, la turbulencia y lo improvisto; en el que la felicidad se desposó con el silencio; en el que hasta la cocina es poética, pingüe y excitante; en el que todo se te parece, ángel mío.

¿Conoces la enfermedad febril que se adueña de nosotros en las frías miserias, la ignorada nostalgia de la tierra, la angustia de la curiosidad? Un país hay que se te parece, en el que todo es bello, rico, tranquilo y honrado, en el que la fantasía edificó y decoró una China occidental, en el que la vida es suave de respirar, en el que la felicidad se desposó con el silencio. ¡Allí hay que irse a vivir, allí es donde hay que morir!

Sí, allí hay que irse a respirar, a soñar, a alargar las horas en lo infinito de las sensaciones. Un músico ha escrito la Invitación al vals; ¿quién será el que componga la invitación al viaje que pueda ofrecerse a la mujer amada, a la hermana de elección?

Sí, en aquella atmósfera daría gusto vivir; allá, donde las horas más lentas contienen más pensamientos, donde los relojes hacen sonar la dicha con más profunda y más significativa solemnidad.

En tableros relucientes o en cueros dorados con riqueza sombría, viven discretamente unas pinturas beatas, tranquilas y profundas, como las almas de los artistas que las crearon. Las puestas del Sol, que tan ricamente colorean el comedor o la sala, tamizadas están por bellas estofas o por esos altos ventanales labrados que el plomo divide en numerosos compartimientos. Vastos, curiosos, raros son los muebles, armados de cerraduras y de secretos, como almas refinadas. Espejos, metales, telas, orfebrería, loza, conciertan allí para los ojos una sinfonía muda y misteriosa; y de todo, de cada rincón, de las rajas de los cajones y de los pliegues de las telas se escapa un singular perfume, un vuélvete de Sumatra, que es como el alma de la vivienda.

Un verdadero país de Jauja, te digo, donde todo es rico, limpio y reluciente como una buena conciencia, como una magnífica batería de cocina, como una orfebrería espléndida, como una joyería policromada. Allí afluyen los tesoros del mundo, como a la casa de un hombre laborioso que mereció bien del mundo entero. País singular, superior a los otros, como lo es el Arte a la Naturaleza, en el que ésta se reforma por el ensueño, en el que está corregida, hermoseada, refundida.

¡Busquen, sigan buscando, alejen sin cesar los límites de su felicidad esos alquimistas de la horticultura! ¡Propongan premios de sesenta y de cien mil florines para quien resolviere sus ambiciosos problemas! ¡Yo ya encontré mi tulipán negro y mi dalia azul!

Flor incomparable, tulipán hallado de nuevo, alegórica dalia, allí, a aquel hermoso país tan tranquilo, tan soñador, es adonde habría que irse a vivir y a florecer, ¿no es verdad? ¿No te encontrarías allí con tu analogía por marco y no podrías mirarte, para hablar, como los místicos, en tu propia correspondencia?

¡Sueños! ¡Siempre sueños!
, y cuanto más ambiciosa y delicada es el alma tanto más la alejan de lo posible los sueños. Cada hombre lleva en sí su dosis de opio natural, incesantemente segregada y renovada, y, del nacer al morir, ¿cuántas horas contamos llenas del goce positivo, de la acción bien lograda y decidida? ¿Viviremos jamás, estaremos jamás en ese cuadro que te pintó mi espíritu, en ese cuadro que se te parece?

Estos tesoros, estos muebles, este lujo, este orden, estos perfumes, estas flores milagrosas son tú. Son tú también estos grandes ríos, estos canales tranquilos. Los enormes navíos que arrastran, cargados todos de riquezas, de los que salen los cantos monótonos de la maniobra, son mis pensamientos, que duermen o ruedan sobre tu seno. Tú, los guías dulcemente hacia el mar, que es lo infinito, mientras reflejas las profundidades del cielo en la limpidez de tu alma hermosa; y cuando, rendidos por la marejada y hastiados de los productos de Oriente, vuelven al puerto natal, son también mis pensamientos, que tornan, enriquecidos de lo infinito, hacia ti.

Charles Baudelaire (París, 1821-1867) Extraído del Spleen de París.

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31
Oct

Gato de paseo

¡¡FELIZ HALLOWEEN!!

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30
Oct

El cochero

Me dirigí a la entrada del pueblo bajo un fuerte aguacero. Eran las siete de la tarde y las campanas repiqueteaban anunciando la misa.

Dios la guarde señora. ¿Voy bien para coger la diligencia?
Por supuesto caballero.

A mitad camino, me crucé con un espigado individuo embozado que corría protegiéndose de la lluvia. Tropezamos.

Discúlpeme. —Dijo. —La diligencia no puede partir sin mí.

Por miedo a equivocarme, pregunté:

Parece ser que uno de nosotros camina errado. ¿Va a la capital?
Debo relevar al cochero. —Contestó sin detenerse.

Dispuesto a seguirle estaba, cuando escuché a mi espalda un carruaje. Al girarme observé a unos viajeros subiendo en él.
Respiré aliviado mientras me acomodaba. Desde la ventanilla oí alejarse al otro carruaje.

Creí que se iba a cancelar mi viaje perdiendo la diligencia, he tenido suerte de que hayan dos.
No sé a qué se refiere. —Dijo el cochero con voz temblorosa. —Nunca ha habido otra.

Dos meses después, coincidí en el mismo lugar pero en dirección contraria. Desde el carruaje, pude ver nuevamente al cochero que me confundió. Lo reconocí en el acto pese a la brevedad de nuestro primer encuentro. Dos caballeros y una dama le acompañaban. Atónito les vi adentrarse en una espesa niebla antes de desaparecer.
Ya de camino entre en conversación con otro viajante, el cuál me confesó que realizaba aquella ruta, amedrentado.

Sepa, que este camino lleva por sobrenombre “La ruta al Infierno”.
Y dígame maese, ¿a qué se debe?
Cuentan, que hay que ser cautos y no confundirse de carruaje. Al parecer, existe la creencia de que lo recorre una diligencia que se adentra directamente en el hogar de Satanás, que él mismo la conduce para seleccionar a sus prisioneros. —Un escalofrío recorrió mi cuerpo. —Nunca la vi, pero si que he oído hablar de una larga cadena de viajeros que no han llegado a su destino.

Intenté que aquel relato no me afectara, las historias terroríficas no me gustan, además aún debía, irremediablemente, pisar aquel camino a mi regreso.

Estaba derrotado, demasiado cansado como para fijarme en lo que hacía, así que me subí en la diligencia esperando la respuesta del cochero.

Disculpe caballero, pero si no baja no vamos a poder partir. —Me dijo el cochero de forma jocosa.

Desde la orilla del camino, observé cómo se alejaban. Tal vez Satanás no era tan canalla como decían.

CRSignes 240108

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29
Oct

La Foradada al fondo. Islas Columbretes

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28
Oct

Los trazos de los sentidos

Confundidos los términos, ante el abandono, el caos se adueña de su mente. Cree haber obrado mal. La realidad se distorsiona al ritmo que su cuerpo le pide más estímulo, entregándose al delirio y el éxtasis de su locura. Su ambrosia, tiene color verde y un dulzor añejo, anisado. Distorsionando los contornos de su mente apacigua sus ánimos, agarra los pinceles y se sumerge entre los colores y las formas.

“El cuerpo blando, inerte. La ausencia de vida, ensombrece sus ojos, apacigua el color de su plumaje. El niño lo sostiene entre las manos balanceando su cuello, en un intento quizás de regresarlo a la vida. Tan sólo un infante, que no comprende la magnitud de sus actos, puede obrar de tal manera.
Otros pájaros revolotean nerviosos entre los barrotes dorados de su encierro ante el intruso. El canto de alarma parece expandirse. Un par de querubines juguetean a su antojo en un jardín de las delicias de colores apagados y enmarcados perfiles.”

Las manos de la creación descansan por un instante para enjugarse las lágrimas.
Sobre la mesilla, una nota perfumada y una flor le sacan del trance. Todo cambia. Jaques comprueba que nada le emociona más que su arte. Embebido de trabajo regresa a su estudio, el encargo está en mitad del proceso y el cartel debe ser entregado antes de finalizado abril.
Escudriña nuevamente su última obra, y contempla al regordete niño con su sonrisa en los labios, sosteniendo el cuerpo mortecino del pájaro, y comprende en un momento de lúcida visión, que aún le falta encajar las palabras, unas frases publicitarias ajenas a su creación. A partir de ese momento cualquier cosa puede suceder.
Airea el estudio y deja que la lluvia lo inunde. El charco que se forma refleja la pintura, vira sus sentidos. La imagen se muestra vacilante, distinta.
De un trago engulle su renovado delirio. Garabatea el texto, lo boceta en otro lienzo. “

“Ya no hay muerte entre las manos del infante. La vida parece querer salir volando de entre sus enclenques dedos. Sobre la jaula, ahora vacía, se posan los pájaros. Los niños juegan. Los colores han redivivo.”

Mientras el agua emborrona sobre el suelo su tristeza, representa los frutos del amor en cada trazo, y espera el regreso de su amada.

CRSignes 070306

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27
Oct

En cualquier época del año

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26
Oct

La caja china

El rompecabezas se hacía cada vez más complicado. Tenían que casar entre sí todos los elementos. Su éxito pasaba por el funcionamiento perfecto de un aparato con el que sería inmortal. Quería verse reflejado en los grandes ilusionistas, pero a su vez superarlos a todos. No le valían las comparaciones, es más, le molestaban hasta el punto de mostrarse irascible, desagradable incluso. Nadie lo quería en el seno de los círculos mágicos. Necesitaba un éxito. Aquel objeto infernal, como lo llamaba su esposa, acaparaba toda su vida.
Una interminable sucesión de paneles se intercalaban dentro de aquella complicada caja china. Combinando la madera con el cristal y los espejos, la inclusión de los resortes apenas si era visible. Nada hacía sospechar que dentro de ella, el movimiento sincronizado de las diferentes partes, podía simular la desaparición de cualquier objeto que se introdujera dentro de ella.
Los grandes ojos de aquella niña, devolvieron en refracción los últimos rayos de sol del crepúsculo. La descubrió agazapada, inmóvil, aterrorizada por el genio atroz de su padre.
Llamó a su esposa y le dijo que pronto sería testigo de un hecho prodigioso; que saldrían del atolladero que sus fantasías causaban. Era consciente de sus defectos, por eso se exigía más a cada instante.
Vio, como su esposo tomaba de la mano a la emocionada niña, la introducía en el interior de la caja, y la encerraba. Sin ninguna queja, la criatura se dejó hacer. “Déjala marchar, tiene miedo a la oscuridad. ¿Por qué no me metes a mí? ¿Por qué no te metes tu?”
Dio tres vueltas completas alrededor de su invento. Sonó un ruido estridente y molesto antes de acercarse de nuevo a las portezuelas que lo rodeaban y abrirlas para mostrar que no había nada. La niña había desaparecido. Se podía ver incluso lo que sucedía por detrás del artilugio mágico.
Aplaudió rauda, suponía que eso esperaba que hiciera.
“Y aquí está de nuevo”, sonrió confiado mientras dejaba al descubierto la parte interna. Pero su hija no estaba. Aquello parecía una broma, pero no lo era. La angustia se apoderó de él y de una madre que no cesaba de pedir explicaciones, sin comprender nada. Dicen que desmontó el infernal invento pieza por pieza, que empleó en ello todo su tiempo, y que se suicidó al no poder regresar a la niña a los brazos de una madre trastornada por la tristeza.

CRSignes 230508

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24
Oct

Otra en otoño

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23
Oct

Sueño caribeño

“Trescientos setenta y nueve semanas de trabajo continuado”, realmente me merezco vacaciones. Hubo un tiempo en el que se seguían las estaciones para marcar los descansos colectivos. Pero claro, estamos a mucha distancia de la tierra, y aunque la resistencia del cuerpo sea la misma, los jefes, malandrines ellos, nunca lo tendrán en cuenta. Pero en fin, ¡ha llegado el momento de partir lejos! Al menos, durante ciento siete semanas, disfrutaré de alguna de las atmósferas itinerantes que reproducen la añorada Tierra. Hace cerca de cincuenta y nueve semanas —madrugué al hacer la reserva—, compré el “Sueño Caribeño”.
—“Abandónate en sus playas. Báñate en su sol, su música, y todos los placeres que desees. Nadie te ofrece tanto por tan poco.”
Así rezaba su publicidad. ¡Bonito epitafio! No me importaría acabar allí mis días. ¡Mujeres! ¡Sol!... ¡Más mujeres! ¡MUJERES! Por ello lo escogí. ¡Uhmmmmm! Espero que esté cerca la base imitadora. Me recogerán en el zaguán de casa y... rumbo hacia la estación espacial Caribean N-3.55, sin escalas...
—Deje aquí su equipaje. Nos encontramos a veintidós semanas de su meta. Le rogamos tome su dosis somnífera para evitarle incomodidades. Esperamos disfrute del viaje. Nos vemos en su destino. ¡Qué descanse!...

—Pi pi pi pi pi pi pipipipipipipipipiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
— ¡Ahhhhhhhh! Las once y tres cuartos... —Abro los ojos. Parece mentira lo que se asemejan, entre sí, las habitaciones estándar. Es como estar en casa... Pero... pero sÍ ¡pero si este es mi cuarto! — ¿Qué es esto?
La luz parpadeante me indica que tengo un mensaje en el contestador automático. La voz metálica e impersonal, imitando la femenina comienza el discurso:
— “Notificación para el ciudadano 78.990.565. Por un error en nuestro somnífero, lamento comunicarle que se ha pasado todo el tiempo en estado vegetativo. En nuestro interés ha estado en todo momento asegurarle los cuidados oportunos. Le informamos que no devolvemos importe alguno, por lo que, tiene derecho a recuperar lo perdido, más una indemnización, que se hará efectiva en sus próximo descanso vacacional. Desgraciadamente, su empresa nos ha comunicado que usted no tiene derecho de prórroga, por lo que deberá esperar a cumplir con sus obligaciones antes de disfrutar nuevamente de nuestros servicios. Lamentamos los trastornos ocasionados. No dude consultarnos cualquier interrogante que se le plantee. Gracias.”

—Menudo jirón. Es mejor tomarse las cosas con humor. ¡Jajajaja! Al menos estoy descansado. Seguro que cuando tenga que partir, no dejo que me duerman. Lástima que aún deba esperar tantas semanas. Sin duda, éstas han sido las vacaciones más reposadas que he tenido. Imaginé que el ¡Sueño caribeño! era otra cosa. ¡Jajajaja! De camino al trabajo, no voy a poder parar de reír.

CRSignes 270806

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22
Oct

En otoño

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21
Oct

Un juego diferente y muy especial

Este juego tenía como objetivo sencillamente divertirnos y soñar un poco. Divertirnos pues nos situaba en unas circunstancias fantasiosas en ocasiones, y en otras, traía hasta mí, a alguien que aún tardaría casi tres años en compartir el mismo aire que yo. Quizás fuera un poco pretencioso, que después del primer viaje, a pocos meses del primer encuentro, sintiera como mío, como propio, a aquel hombre que me había enseñado tantas cosas, pero no podía evitarlo. La distancia dolía y de alguna forma servía para aliviarme, aunque sólo en la imaginación. He de admitir que alguno de los montajes fotográficos, como el de la cama, tenían una base de ensoñación, un sueño, que antes incluso de viajar por primera vez a Cuba, había tenido. Ahora con el tiempo, resulta curioso comprobar que todo lo que mi imaginación ideo, recortando y pegando a Ricardo con fotos de casa, se ha cumplido y con creces. Con mayor o menor habilidad, el resultado era pasable para las ansias que tenía. Luego estaban los otros, esos que si que llegó a ver Ricardo pues se los envié (para saber de los primeros tuvo que esperar a estar aquí), y que provocaron que, para mi segundo viaje, tuviera que hacer lo propio con sus amistades, con las parejas de entonces, un trabajo que realicé con gusto, pues me dieron total libertad. Estos serán los primero que veréis. a continuación, el del cuadro de Watterhouse, el del cartel de Blade Runner (película que ambos tenemos como la mejor de la historia) y el de la saga de Star Wars (la saga primera, capítulos IV, V, y VI, concretamente del capítulos VI, lo más de lo más),y que sirvieron para unirnos en las cosas que compartimos, que siguen siendo las mismas y han aumentado incluso.



MONTAJES DE LOS AMIGOS




Ana y Javier



Sisi y Carlos




Eliete y Erick



INOCENTES MONTAJES SECRETOS










NUESTROS FAVORITOS


Watterhouse



Protagonizando Blade Runner




Protagonizando el Retorno del Jedy





Un episodio más de nuestra relación, un episodio para revivir.

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20
Oct

Brezo en flor

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19
Oct

El jazmín, la sensualidad y el recuerdo

Las máquinas arrancaron las matas profundamente arraigadas del arbusto, cubría casi la totalidad de un muro que se extendía tapando las ventanas del patio, es por ello que no tuvieron piedad con él. Mientras el fuego consumía sus ramas ajadas aun floridas, un pensamiento me guió hasta el pasado; recordé a mi abuelo podando con mimo aquel jazmín mientras me contaba cómo y cuándo lo había plantado. Al parecer la abuela, en el mismo instante que alumbraba a mamá, había notado el sutil aroma de los jazmines, por lo que decidieron plantar uno, para que la protegiera. Crecieron a un tiempo, se convirtió en parte de la familia. Como hecatombe hubiera calificado, el abuelo, la hostilidad de aquella acción; incluso cuando el destino quiso que mamá dejara de estar con nosotros, él siguió cuidando aquel arbusto; decía que, mientras su aroma se mantuviera en casa, ella seguiría a nuestro lado.
Crecí flanqueando la infancia, las circunstancias así lo quisieron. La adolescencia me golpeó con fuerza, siempre estaba enamorada; la abuela lo achacaba al influjo del jazmín; para ella, su aroma contribuía a ese estado de ensoñación y calumnia, que hace que nos perdamos en los ojos del amor voluptuoso y variable. Me contó que su hija, mi madre, siempre fue libando de flor en flor como las abejas y que, fue por eso que yo nunca conocí a mi padre.
Pude corroborar la influencia de su perfume un día en el que, castigada por las malas notas, en un descuido del abuelo me colé en su habitación, y allí, al abrigo de sus recuerdos enterrados bajo su cama, encontré pequeños objetos cargados de sensualidad y misterio: el brillo iridiscente de un cristal de roca que me sumergió en la mirada de mamá, años atrás perdida; la suave brisa de unas prendas de gasa, gozosa caricia; un ramillete, consumido en la pena del olvido, con el aroma impregnado de aquellas pequeñas flores, ya estériles, con sus pétalos amarillentos y secos; y, junto a ellos, unas diminutas semillas que guardé.

La tarde se apagó al tiempo que la fogata. Recogí parte de aquellas cenizas y mezclándolas con la tierra removida del costado de la casa, cubrí las semillas que, al fin germinadas, renacen con la fuerza de antaño en espera del aroma penetrante de estas mágica y entrañables flores.

CRSignes 251006

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17
Oct

Flores siniestras

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16
Oct

La oscuridad

La oscuridad se cierne sobre todos aquellos cuerpos. Sus párpados se cierran antes incluso de que sus ojos dejen de percibir la luz. Ningún deseo de retroceder en sus actos los inhibe de la tentación de sucumbir a la voluntad del sacerdote, que yace junto a ellos retorciéndose en el mismo dolor. La luz, que hasta hace bien poco brillaba en todos aquellos ojos, desciende al acabar el triste día en que les ha tocado morir.
¡Ya han cesado! La ausencia de gritos hace prever el final de esta historia.
En los largos corredores del templo, aún se pueden encontrar los frascos de cristal portadores del veneno, frascos de amargo contenido, envueltos con el lujo de la frágil belleza exótica de otras tierras, que algunos aún sostienen entre sus dedos, y que nunca más volverán a contemplar.
Tal vez, este objeto que les trae ahora la muerte, es lo único que merece la pena de todo lo que esta religión les ha aportado.
Sumidos en la más mísera de las miserias, sometidos a los caprichos y designios del amo, fueron obligados a cambiar a una creencia que ahora les exige la más alta entrega.
Convencidos de que serían felices en el culto de las clases más altas, aunque para ello tuvieran que renunciar a sus propios dioses importados de las lejanas tierras de las que procedían y que desde el mismo momento que abandonaron no dejaron de añorar, fueron más afortunados que aquellos que perecieron en la resistencia de la conquista. Pudieron labrarse, aún en la esclavitud, todas las excelencias de una vida por y para el sacrificio, supremo mandamiento de su añorada religión.
El trabajo y los rezos eran el menor de sus males, la más dolorosa premisa consistía en que los niños no contaban salvo como meros objetos intercambiables, que tan sólo eran utilizados hasta que sus fuerzas les sostenían. Por eso, en el instante que nos ocupa, sienten que por fin tienen algo que compartir con ellos que les unirá por siempre en la eternidad, aún bajo las órdenes de aquellos dioses, que no pueden ser más terribles que los suyos propios que obligaban al sacrificio con mayor impunidad si cabe que los actuales.
La única dificultad de este momento, es hacer comprender a sus hijos la importancia de todo esto, pues en los ojos y la mente de un niño, no existe más vida que la suya propia, mayor celebración que la vida.
Se abrazan a ellos sosteniendo entre sus manos el bello y delicado objeto que les han dado, portador de la libertad. Conocedores de que su fin se acerca, no se apartan de aquellos niños extrañados al ver decenas de cuerpos en tierra, a los que el único sonido que les acompaña al caer, está provocado por el bello frasco de vidrio al romperse. Música delicada de belleza punzante. Amontonados en grupos, unidos hasta el final. De cuando en cuando, algún grito se deja oír por la estancia, surgido de las entrañas de madres horrorizadas de perder la vida después que la de sus hijos.
Y mientras tanto, el ruido se hace cada vez más escaso, hasta desaparecer. La música de los vidrios rotos, deja paso a la respiración descompasada de los más fuertes, que cerrando los ojos se aferran al recuerdo de los que yacen junto a ellos. Hasta que la ausencia de cualquier sonido, torna el espacio en una prolongación de la noche a la que siempre va unida al silencio.

CRSignes 2001

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