3
Sep

Seguimos jugando 4. Por Ricardo Acevedo y CRSignes

"Notas para un Storyboard"

En medio de toda la soledad
me hundo en tus recuerdos
que llegan a mi como “Deja Vù” en vivo
voces (como psicofonías) no aterradoras palabras
sino risa y pasión
ya que no te escondes en el éter
y no llegas a través de un médium
no eres ninguno de los Arcanos (mayores o menores)
y los caracoles están mudos
quizás siguiendo la línea (de tus senos)... no la de tus manos
llegaré a tu rincón de ensueños
"¡Pobre, Loco!”. Dicen brujos y chamanes
"Persigues una leyenda", me dijo el anciano de la montaña
mientras me hundía en el desierto de brillantes gemas
ahora que renuncio al oasis y su sombra
que el dátil me es amargo
hasta mí llega tu perfume (que puede diferenciar entre los que contaminan el mercado de especies)
"Sí, paso por aquí", dicen picaras las huríes del sultán
y no apareces ni en pasaportes, ni en los bajos fondos
la INTERPOL desconfía: "Es un hombre enamorado"
conciertos de rock, predicadores de TV (no hay huellas en las telenovelas)
busco entre viejas actrices del pasado
una de ellas (¿la Dietrish?)
me confía de una torre de libros... un refugio para sueños expatriados
ya estoy aquí...
... y voy a abrir la puerta.
A ti mi amor (aunque mereces mucho más)

©Ricardo Acevedo Esplugas 2005

En El Deseo (De Cómo Perderse Entre Murmullos, Sonidos E Imágenes De Las Cosas Que Nos Unen)

Una corriente de aire fresca,
un chirrido penetrante,
un encuentro entre las sombras
como en un viejo film de espionaje o de gansters,
besos silenciados por los disparos repetitivos
de algún reproche oculto,
palabras dulces para sanar la herida.
Luz y sombra, contraste extremo.
Sobre saturados matices,
un flash que no dispara,
sobrillas, carmín rouge,
grandes lazos negros, sobreros de ala ancha,
vuelven los disparos de la Thompsom.
Cambiando de canal
reaparece la sombra de los clásicos
que embelesa en imágenes
de la aventurada infancia,
de los patios del colegio,
de las tardes de temprana noche,
“…ven pronto a casa…”,
de los veranos de calles que no se acaban,
convertidas en escenarios
de todas las batallas.
Imágenes de ídolos perdidos,
selvas falsas, grandes monos amaestrados,
y héroes indiferentes y osados
convertidos en niños acelerados,
“cómete el bocadillo, antes de las diez en casa”.
El golpe seco en la pared desprotegida,
anchura desprovista de decoro,
invasión deseada.
A trompicones se abre camino y busca.
Encuentra su Marlene, su Rita, su Marilyn…,
a golpe de cinematógrafo,
escudriñando en el contraste,
en las bobinas perdidas,
en las escenas cortadas,
recupera escenas censuradas,
“¡Corten! Positiven”,
y a vueltas con la música
del correr de las cintas en la máquina,
se aferran el uno al otro y no paran,
es el juego mal entendido
de las películas de infancia,
subido de tono, agradable,
sensual, disparatado.
Mañana jugarán otro distinto,
la intensidad crece,
tal vez se pierdan entre peplums,
o esquiven a Godzila saliendo del agua,
quizás prefieran acariciarse en el circo de los monstruos
o sentir la angustia en blanco y negro
de una noche con los muertos.
Caricias en los pechos
“no apartes la vista de la pantalla”,
ella agradece como sabe,
sabe lo que es de agradecer,
besos, luego Calígula, La naranja mecánica,
el morbo está servido…
la pasión crece…
ya no aguantan más y allá mismo…
que más dará
no hay nada que les impida ser dueños de si mismos.
Pero se levanta.
Lo deja con la miel en los labios,
se aleja y cuando más desconcertado está él,
cierra esa puerta que aún permanecía abierta,
y regresa al juego…
olvida las instrucciones
no hay quién pueda normalizar el amor.

©CRSignes 2005

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31
Ago

Serie "Primavera" nº 53

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28
Ago

La estirpe del reino

El espejo es el enemigo del que no quiere ni oír hablar. La conducen por los pasillos; reconoce el lugar; se fía de sus guías pese a la brusquedad del desplazamiento. En volandas la acercan al baño. En las diferentes salas aún cuelgan los recuerdos de su vida díscola y descontrolada, del gasto sin desenfreno, del lujo desmedido carente de buen gusto. Todo terminó el día en el que quiso librarse de ella, y ahora sólo busca revivir las sensaciones y vivencias de antaño.
Años atrás fue lo que quiso, hizo lo que le vino en gana, y nadie cuestionó su comportamiento. Era hermosa ¿Por qué ahora intentan recluirla? Se sabe con derechos. Se cree alguien, y aunque hasta no hace tanto lo fue, ahora su mente está desahuciada, perdida, enganchada en vida al descenso hasta los infiernos de los fármacos que la mantienen en pie.
Tropieza su cuerpo enjuto contra las paredes, esquinas, puertas; no tienen el menor cuidado, provocándole marcas y moratones. Apenas siente el escozor de las heridas.
El baño rebosa en frescura, de una fuente emana constantemente agua de rosas, y su perfume la relaja. La desprenden de la bata —liviano tejido que apenas si puede esconder su demacrado cuerpo—, y se suelta con furia pero sin fuerza de los brazos que la sujetan.
Con movimientos obscenos, desafiantes, se acerca al espejo, se resiste a darle la cara. El esperpento aguarda oculto, lo sabe. Antaño lo vio, pero entonces aún conservaba su frescura. Observan cómo sumerge la cabeza en la fuente, el líquido empapa su cuerpo que tirita, aunque no deja que la sequen. Regresa frente al espejo caminando de espaldas, y antes de mirarse, formula la conocida pregunta, pese al temor que le produce pronunciar aquellas palabras.
Espejito, espejito mágico… ¿Hay alguien más hermosa que yo?
La respuesta se demora en sus oídos, tanto, que grita de nuevo la pregunta y vira sin abrir los ojos. Teme ver el espíritu oculto, que le trajo la condena.
El silencio por respuesta la reconforta, se deja trincar por las personas que la aguardan, que cubren su cuerpo empapado y desnudo. La bata de seda es sustituida por una camisa blanca de fuerza.
Blancanieves, mira a su padre que llora mientras acaricia el rostro antes hermoso de su amante. La estirpe de su reino está a salvo, pero para que eso ocurra, ha tenido que renunciar al amor de su vida.

CRSignes 050409

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26
Ago

Paseando por La Habana 30

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23
Ago

La tercera estrella al norte del firmamento

Siempre quiso permanecer en la superficie de las rocas durante un tiempo mayor. Junto a sus hermanas, comentaba las historias que Peter primero y después Wendy le contaron. En ellas había querido ver la mágica ilusión que la catapultara fuera del agua, recorrer el mundo, secarse al sol, y caminar. Aunque ella iba más lejos aún, deseaba surcar los aires y volar, cualquier cosa con tal de agradarle a él. Pero para ello debía convencer a Campanilla, y sabía que no sería sencillo; por que en aquella isla suspendida en el universo, las relaciones entre las féminas eran más bien sombrías.
Todo comenzó el día primero en el que Peter llegó. Por una más que comprensible razón, no hubo muchacha que no se sintiera atraída por la natural arrogancia y el porte de aquel galán eternamente joven. Mientras la sutil inocencia de las niñas enamoradas pasó desapercibida, no hubo conflicto; pero pronto se dieron cuenta de que el amor apuntaba en una misma dirección, y la rivalidad se tornó en envidia, y la envidia en celos. Peter no quiso entrar en el juego, “Nunca Jamás” y todo lo que representaba, era lo único que él deseaba. “El amor es cosa de viejos”, decía. Por suerte, se dieron cuenta de la ínfima valoración que de él tenía, y de que hasta que Peter no quisiera crecer, ninguna podría conquistarlo.
Observando los destellos de la luna reflejados sobre la superficie de la bahía, recordó todos sus intentos fallidos por surcar el aire. Sabía que llamando su atención tendría quizás la última oportunidad, pero nunca había contado con la aprobación del hada. Ya era hora de que hablara con ella.

Alargó la mano, y con la punta de los dedos levantó pequeñas gotas cortando su reflejo. Rompió nubes, realizó piruetas, zarandeó las ramas de los árboles, y antes de zambullirse definitivamente bajo la superficie del agua, sonrió satisfecha. Durante unos segundos, tal vez minutos, consiguió que su amado, mientras cruzaba un puente colgante capitaneando a los “niños perdidos” en una incursión en tierras indias, no apartara la vista de ella.
Campanilla también sonreía, la próxima vez sería la sirena quién le ayudaría para intentar despertar el amor de aquel inmaduro Peter.

CRSignes 130509

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21
Ago

Serie "Primavera" nº 52

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16
Ago

El humor... El amor

Si no cambio pronto de vehículo van a decir que parezco un anticuario...
Jajaja... Luís, ¡qué gracioso eres! Si te dedicaras al mundo del espectáculo seguro que te dirían eso de que tienes “duende”.
Marina amor mío, si me hubiera dedicado al mundo del espectáculo y con este coche, hace años que estaría trabajando de payaso en un circo. ¿Recuerdas el numerito en el que el coche que llevan los clown se desmonta a piezas?.... Pues ponme una nariz roja y ¡Et voilá!
jajaja... Vas a conseguir que me orine encima....jajaja —no podía dejar de reír— ¡Para ya amor! Que hace rato que me estoy haciendo pipi, recuerda.
¡Uhmmm! Deja que me prepare, siempre deseé que me hicieras una lluvia dorada. Pero salgamos del coche, no quiero ponerlo perdido...
¡Calla ya!
¡Oh no! Espera, ¡mejor aún! Voy a recogerlo para hacerme una cura. Tengo la piel de las manos cortada.
Abrió la puerta como pudo, siempre había funcionado mal aquella manilla. A duras penas consiguió esconderse tras de un árbol. Cuando regresó, su rostro reflejaba un cambio de humor.
¿Por qué lo has hecho?
¿Te has disgustado conmigo por la broma? Creí que te gustaba mi sentido del humor.
Y claro que me gusta. Pero mi vida, te pedí que pararas. Sabes que mantengo una lucha encarnizada con mi vejiga. Hace más de un año que padezco de incontinencia.
La miró a los ojos, tomó con las manos su rostro y la besó tiernamente.
Hace más de treinta años que renuncié a todo aquello que creía por ti. Eres el dogma de mi vida y lo que más me duele en el mundo es disgustarte. Espero que puedas disculpar a este payaso con coche desvencijado incluido.
Con una sonrisa en su rostro, dijo:
¿Ya hace tanto?
Marina, en el algoritmo de las prioridades de mi vida tú ocupas el puesto más importante.
Gracias Luís. Vamos, regresemos a la ciudad que aquellos jovenzuelos ya nos miran de forma extraña.
No lo dudes. Seguro que están pensando lo del anticuario. ¡Mira como se ríen!
Si tuviera que elegir entre la vida acomodada que me ofrecía mi esposo y este ir y venir contigo ocultando nuestro amor al resto de la gente, a los tuyos, creo que volvería a seleccionarla. Me siento la mujer más privilegiada del universo.

CRSignes 070605

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13
Ago

Paseando por La Habana 29

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10
Ago

Instinto materno

Envuelto en papel de seda, el tutú había perdido su forma.

¡Grosero! —Regaña la abuela al muchacho que saca la mano de la caja, asustado.

La abuela recibe un efusivo abrazo de la niña que abandona sobre la silla la bolsa de la escuela en cuanto llega, y se deja guiar. La casa tiene un aspecto distinto. El aséptico envoltorio que normalmente protege muebles y paredes, ha sido retirado. Un flujo de luz blanquecina ilumina en exceso cada rincón. En el centro de la sala, un abeto artificial de espeso ramaje.

¿Qué es abuela?
¡Cógelo! Esto es para ti. —La caja, objeto inusualmente orgánico que tanta curiosidad despertaba en el muchacho, es ahora entregada a su hermana que sigue sin poder apartar la vista del árbol.
¿Qué es? —No le contesta.
Ya te acostumbrarás. —Le dice su hermano vestido de uniforme.

Las manitas recorren la caja levantando el polvo acumulado. Por primera vez, Ágata, siente el perfume dulzón que surge del interior de aquel recipiente de cierre hermético. Estornuda.

Son violetas.
¿Lo de dentro? —Pregunta Ágata, mientras su hermano cala la bayoneta en el fusil de juguete.
¡El aroma!
¿El qué?
¡Toma!

Extiende su mano para que alcance un pequeño frasco vítreo etiquetado. Lee “Esencia de violetas”.
Abre ahora la caja.
¡Abuela! —Grita con alegría.

Entusiasmada se embute el tutú, atusa el tejido para que recupere el vaporoso volumen. Las zapatillas se las coloca la abuela, que trenza en las diminutas pantorrillas su cinta de seda.

Baila para nosotros.

Los pies se vuelven ligeros. Salta. Su cuerpo se eleva y queda suspendido. Junto a su hermano, forma parte de la decoración de aquel árbol ahora repleto de unos objetos que separados no dicen nada, pero que juntos cuentan una historia.

¡Abuela! No conocemos el cuento. ¡Cuéntanoslo!

El niño vestido de soldado tullido y la bailarina, aguardan con entusiasmo. La abuela se dispone a abrir las páginas del libro. Mientras, en el exterior de la nave la velocidad luz altera las cosas, los acontecimientos se precipitan, y en esta ocasión del enorme y hueco estómago de la abuela saldrá el pez que se comió al soldado, que murió amando a la bailarina, que terminó abrasada junto a él al calor de las ascuas.
El robot detiene el proceso, aquel final atroz no le ha gustado nada. Ejercer de abuela de los especimenes humanos, condiciona.

CRSignes 220409

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9
Ago

Serie "Primavera" nº 51

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5
Ago

Tusitala, "el que cuenta historias"

Embarcaré rumbo a tropicales aguas, emulando gestas del pasado. Buscaré consuelo en la inspiración que contagió el deseo de grandes artistas y, como ellos, me dejaré atrapar. Lloraré al no poder emular sus hazañas en manos de algún capitán intrépido con el que atravesar los océanos y los mares, varando en cada puerto, bordeando costas peligrosas en los confines de un mundo aún desconocido, a bordo de alguna nave impulsada por el vapor y el viento, que dibuje -con el negro humo del carbón- nuestra ruta en el cielo limpio y cálido del trópico.
Apenas si tendré tiempo de releer las obras de mis admirados, pero no por ello renunciaré a sus letras. ¡Schwob me acompañará siempre! Escribiré un diario que compartiré contigo a mi regreso.
Tras la corta travesía de un vuelo directo, anotaré cada uno de los detalles de las tierras que en su día Schowb pisó en su Viaje a Samoa, para buscar en ellas la magia que contagió su mente distorsionada por la fiebre en el delirio.
Me trasladaré al archipiélago en donde reposa Stevenson, aquel en el que habitaron ambos, buscando vestigios de las historias que contaron.
Visitaré la tumba del autor de "La Isla del Tesoro", buscaré respuestas del porqué Schwob nunca llegó a pisarla, y esperaré convertirme como ellos en un "tusitala" para los aborígenes, y pertenecer a la misma estirpe.
Temo descubrir que ya nada quede de aquel paraíso. Que las playas vírgenes, a las que sólo se accedía por un mar en donde el reflejo de las naves teñía las cristalinas aguas del arrecife, y el velamen acompañaba con su música a los remeros que deslizaban a los viajeros hasta la costa, ya no existan. Deberé hacerme a la idea de que las danzas de movimientos obscenos, que sirvieron para espantar enemigos, han sido convertidas en espectáculo para turistas y en cantos amenazantes en un juego de pelota; que los aromas ya no sean puros; y las mujeres no vistan sus livianas y coloridas telas florales, teniendo que trincar al vuelo sus insinuaciones que, de seguro, ya no tendrán la inocencia de aquellos tiempos —desconozco si se querrán fiar de mí—. Y aguardaré tu respuesta antes de regresar a tu lado, pues necesitaré saber por tus palabras que aún me esperas. Entonces, lloraré a lágrima viva hasta sentir escocer mi piel, en mi partida de estas islas, al tener que alejarme de Samoa.

CRSignes 01/04/09

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2
Ago

Serie "Primavera" nº 50

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29
Jul

Ese gobierno que nos manipula

Nunca fui malpensado, podía llegar a ser: regordete; flacucho; desmelenado; cuadrúpedo, si perdía dos de mis seis extremidades; pero malpensado o conspiranóico como mis hermanos, nunca. Ellos, en cambio en cada acción del gobierno veían la manipulación.
¡Qué los semáforos se averiaban y debíamos aguardar o tomar rutas alternativas? La mejor forma de encubrir acciones secretas como movimientos de tropas, o vete tú a saber... ¡Qué subían los combustibles, bajaba el empleo o disminuían los salarios? La excusa perfecta para que los que mandan, pudieran jactarse de nuestra inmovilidad, indefensión, y carencias. ¡Y qué no decían de los medios de comunicación y de entretenimiento! ¡Los peores! Pues, según ellos, sólo servían para atontar a la ciudadanía.
En una sociedad pequeña como la nuestra, parece mentira el límite al que puede llegar la imaginación de los recelosos.
Mientras tanto, en casa pasaba desapercibido; ni abrir la boca podía. “Deberías retractarte de tu actitud hermano”, decían, “si no lo haces ahora, pronto te arrepentirás”.
Intenté despegarme de ellos, de los pensamientos retorcidos, pero de tanto compartir comencé a incubar las mismas ideas, por lo que acabaron incrustándome sus miedos. Entonces sucedió lo del avistamiento.
Pasó sobrevolando la ciudad la nave más grande que jamás se había visto. Era oscura, de forma irregular, un poco más estrecha en el centro, y la parte posterior sobresalía hacia abajo, era rara, ¡muy rara! Todos la vimos, ¡todos! Nos sentamos aguardando las noticias, aquellas que nos mostraran los pormenores del hecho extraordinario. Debía, incluso, haberse interrumpido la programación. Pero nada, todo seguía igual, el mismo programa de entretenimiento, con entrevistas y música como todos los días permanecía en pantalla. Nadie se había movilizado. ¿Esperaban acaso que nos alzáramos nosotros en una heroica defensa del territorio?
Y entonces sucedió, la tierra comenzó a temblar y otra nave igual que la anterior, bueno quizás un poco más pequeña y con la base trasera acabada en punta que casi acaba incrustándose en el suelo, pasó rozando los edificios hasta desaparecer.
Fue entonces que las pantallas quedaron mudas, y un único rótulo informaba de algo que ignorábamos, el paso casual de los que parecían ser nuestros vecinos, demasiado grandes para darse cuenta de nuestra insignificante presencia.
Ha pasado un ciclo de aquello y ahora nos estamos planteando, si toda esa historia de los vecinos, no formará parte de otra conspiración por parte de ese gobierno que nos manipula.

CRSignes 040109

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27
Jul

Paseando por La Habana 28

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24
Jul

A galope tendido

Subido al caballito, Migue, dejaba que éste le cargara dónde quisiera.
Habían recorrido juntos casi todo el mundo conocido. Conocido por él, naturalmente.
La tele, era su mejor guía. De los documentales sacaba las ideas y las retenía en su abierta memoria.
A pocos días de su quinto cumpleaños destacaba, en él, su despierta imaginación.

Mamá, háblame de la China... Mamá, cuéntame sobre Australia... Mamá, dime lo que sepas de Francia... Mamá, guíame por Sierra Morena...

Y mamá atendía aquellos requerimientos con mucho gusto. Ocurría por las noches y ella no tenía reparos en narrarle con un grado de fantasía —muchas veces se veía desbordada por las preguntas sobre territorios demasiado remotos para ella—, los detalles que a él le pudieran interesar.
Y todo aquello, terminaba alojado en la pequeña cabecita de Migue que acumulaba aventuras con las que, el día siguiente, retomaría la galopante carrera de sus sueños después del descanso nocturno.
La celeridad de sus movimientos —su corcel era el más rápido del mundo— ayudaba en sus escapadas.
Siempre estaba preparado para realizar hazañas de heroica conquista, descubrir nuevos territorios, o romper fronteras.
A lomos de su caballito: resbalaba por la barandilla; saltaba la verja; bordeaba el seto, demasiado alto para él; y esquivaba los charcos. Si no estaba huyendo de temibles ogros o cruzando fosos, galopaba sobre las nubes para no perderse la danza de las princesas a orillas del Rhin al compás de un minué, o las tracas con las que se festeja el año nuevo chino en el gran desfile de los dragones mandarines. Se le podía escuchar animando a su cabalgadura, mientras escalaba la cresta de las olas, siguiendo la ruta de Simbad por los siete mares.
Y cuando el sol se ponía, corría hasta los brazos de su madre simulando no estar cansado pero exhausto; y ella, mientras Migue le contaba sus aventuras, lo cogía en brazos, le daba un gran beso, y le entregaba la merienda cena antes de llevarlo a dormir.

Mamá, ¿está muy lejos el lejano Oeste?

Aquel día, víspera de su cumpleaños, no podía dormirse. Mientras la puerta del cuarto se cerraba, Migue comenzó a tramar su próxima aventura.
Un atracador se había escapado a galope tendido de su celda, y él, a lomos de su brioso corcel, debía ayudar al sheriff en su captura.

CRSignes 100806

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