Ese gobierno que nos manipula
Nunca fui malpensado, podía llegar a ser: regordete; flacucho; desmelenado; cuadrúpedo, si perdía dos de mis seis extremidades; pero malpensado o conspiranóico como mis hermanos, nunca. Ellos, en cambio en cada acción del gobierno veían la manipulación.
¡Qué los semáforos se averiaban y debíamos aguardar o tomar rutas alternativas? La mejor forma de encubrir acciones secretas como movimientos de tropas, o vete tú a saber... ¡Qué subían los combustibles, bajaba el empleo o disminuían los salarios? La excusa perfecta para que los que mandan, pudieran jactarse de nuestra inmovilidad, indefensión, y carencias. ¡Y qué no decían de los medios de comunicación y de entretenimiento! ¡Los peores! Pues, según ellos, sólo servían para atontar a la ciudadanía.
En una sociedad pequeña como la nuestra, parece mentira el límite al que puede llegar la imaginación de los recelosos.
Mientras tanto, en casa pasaba desapercibido; ni abrir la boca podía. “Deberías retractarte de tu actitud hermano”, decían, “si no lo haces ahora, pronto te arrepentirás”.
Intenté despegarme de ellos, de los pensamientos retorcidos, pero de tanto compartir comencé a incubar las mismas ideas, por lo que acabaron incrustándome sus miedos. Entonces sucedió lo del avistamiento.
Pasó sobrevolando la ciudad la nave más grande que jamás se había visto. Era oscura, de forma irregular, un poco más estrecha en el centro, y la parte posterior sobresalía hacia abajo, era rara, ¡muy rara! Todos la vimos, ¡todos! Nos sentamos aguardando las noticias, aquellas que nos mostraran los pormenores del hecho extraordinario. Debía, incluso, haberse interrumpido la programación. Pero nada, todo seguía igual, el mismo programa de entretenimiento, con entrevistas y música como todos los días permanecía en pantalla. Nadie se había movilizado. ¿Esperaban acaso que nos alzáramos nosotros en una heroica defensa del territorio?
Y entonces sucedió, la tierra comenzó a temblar y otra nave igual que la anterior, bueno quizás un poco más pequeña y con la base trasera acabada en punta que casi acaba incrustándose en el suelo, pasó rozando los edificios hasta desaparecer.
Fue entonces que las pantallas quedaron mudas, y un único rótulo informaba de algo que ignorábamos, el paso casual de los que parecían ser nuestros vecinos, demasiado grandes para darse cuenta de nuestra insignificante presencia.
Ha pasado un ciclo de aquello y ahora nos estamos planteando, si toda esa historia de los vecinos, no formará parte de otra conspiración por parte de ese gobierno que nos manipula.
CRSignes 040109
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