6
May

Regias costumbres

Sonaron las conocidas notas. Comenzó el baile. Hasta que el príncipe saltó a la pista moviéndose a ritmo de Rock’n’Roll.

CRSignes 2003

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4
May

Serie "Primavera" nº 30

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3
May

Yayo Manuel

¿Está ahí? ¿Qué pone?
No te pongas pesado que no te lo puedo decir.
¿Por qué? Acaso me crees un idiota que no merece que se lo digas. Entonces ¿cómo sabes que era de eso de lo que hablaba el yayo?
No seas tonto hermano, ¿no ves que está muy oscuro? Aquí hay muchos papeles y lo que parece un viejo libro. Primero le preguntaremos al abuelo y si no nos quiere responder iremos donde el maestro.
Es muy viejo ¿no?
¡Antiquísimo Miguel! Parece que se vaya a deshacer entre mis manos.

Llegamos hasta el abuelo, era grato encontrarle bien. Considerábamos un privilegio poder charlar con él cuando su encarnizado carácter se transformaba, como por arte de magia, pasando a convertir sus ya de por sí severos reproches que iban desde un simple: “Dejadme en paz” , a la más odiada y maleducada frase que solía hacer temblar hasta las paredes de: “¿Quién ha dejado entrar a éstos niños de los cojones?”.
Mamá insistía que no debíamos hacerle caso, que estaba enfermo, y que por culpa de ello se comportaba así olvidándose en ocasiones de dónde se encontraba o de cuál era su nombre.
Nos sentarnos a si lado, como hiciéramos un par de horas atrás, para preguntarle por el objeto que teníamos en las manos.

¿Quienes sois vosotros, y por qué habéis venido a molestarme?

Creo recordar que Miguel lloró.

Fuimos hasta casa del maestro. Una vez allí le contamos la historia del abuelo, le hablamos de las cosas que consideraba importantes en la vida, del duende de su fe, de su dogma como decía él; de los años que había dedicado al estudio de las estrellas, y de cómo un día encontró en un anticuario de la ciudad un viejo libro que, según nos había dicho, tenía incalculable valor.
Maravillado por lo que tenía entre sus manos, aquél asombrado maestro sólo alcanzó a decirnos que el yayo Manuel había sido un hombre afortunado. Un hombre rico en conocimientos al disponer para su estudio de una primera edición del “Libro de las tablas astronómicas” del célebre matemático Mohamed Ben Musa, más conocido por el sobrenombre de “Algoritmo".

CRSignes 060605

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2
May

Serie "Primavera" nº 29

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1
May

Falso prólogo de “El libro de las Maravillas”: o las verdades que tal vez se guardó para sí un tal Rustichello hacia su mentor

“Aquí lo tenéis Maese Polo. Cierta envidia me recorre. Sino fuera por el respeto y la admiración que le venero, nunca hubiese servido de ayudante para pasar a papel todas sus aventuras, retratando pintorescos parajes, ensoñaciones inimaginables... a sabiendas de que muchas parecen más fabulaciones o delirios. Y aunque no lo fueran, corren el riesgo de ser tomadas como tales cuando vean la luz. Imagino que de no ser por eso yo, Rustichello de Pisa, como otros me hubiera alejado de la influencia de un personaje como vos, que durante tanto tiempo ha viajado por el mundo como embajador de su Santidad, según afirmáis. Lo cierto es que, sin la trascripción de su relato, por culpa de esta injusta encarcelación, la locura podría haber hecho mella en ambos.
Pero ¿dónde demonios estuvo hombre de Dios? Puede que yo no viajara tanto, que no alcanzara las postrimerías de su recorrido; tal vez incluso, quedé a las puertas de su fabulosa ruta; y quizás por eso mismo, nunca vi las maravillosas cosas de las que hace mención. Posiblemente su relato se enriquece con las leyendas y mitos de aquellos remotos parajes, me consta que es muy listo y sabe qué hacer para llamar más la atención sobre sus descubrimientos, es por ello, estoy convencido, de que sus afirmaciones acerca de: los unicornios; los hombres con cabeza de perro; aquellos otros que hablaban por el ombligo; el traje que aguantaba las llamas; las piedras negras que desprendían calor al lanzarlas al fuego; incluso el hecho de hacer referencia a un paraíso cristiano que resiste el acoso del infiel, la tierra más rica que jamás nadie pueda imaginar, la del Preste Juan según la llaman, cumplen un fin más que estudiado, Maese Polo. Sabe Dios, si ha podido ver y visitar todas aquellas reseñas extraordinarias que han quedado al resguardo de la escritura, o si bien su intención ha sido dejarlas a buen recaudo gracias a estos escritos, para que otros puedan contemplarlas y el resultado de su búsqueda no sea infructuoso.
Quizás se lleve a la tumba la verdad que esconden todos los enigmas de la ruta comercial que aquí nos muestra. Pero puedo asegurarle, que en mi empeño se encuentra que este maravilloso manuscrito se convierta en lectura obligada para aquellos, que como vuesa merced o yo, amen la aventura.”

Rustichello de Pisa, Genova Año de Nuestro Señor 1299

CRSignes 241008

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30
Abr

Serie "Primavera" nº 28

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29
Abr

Comienzos

Llevábamos un año juntos, y cuatro años hacía que nos vimos por primera vez, momento de echar la vista atrás y recordar aquellas pequeñas cosas que nos unieron. Eran nuestros comienzos... Recuerdos que siempre estarán ahí.

Comienzos

A mi amado esposo

De ollas y azúcar prestado,
de dulces naturales y frutas maduras.
De aromas exóticos para mi olfato virgen.
De colores oxidados y fuertes.
De amores escondidos en cada cucharada.
De un poco de frío, un poco de viento y lluvia y tu calor
De aquella macedonia que sobró.
De tus manos tecleando antes de manosear mis senos.
De aquella cama que destrozamos.
Cocos, arenas claras, y .barquitos portugueses.
Pan de diez pesos bajo el brazo y tú paseando por la orilla.
De mis trenzas jugueteando en el parque,
esa foto que tanto te gusta.
Tres días, una casa prestada y la primera pelea.
Dos noches, unos crêpes improvisados,
y una declaración.

CSignes 2007

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28
Abr

Serie "Primavera" nº 27

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27
Abr

Por el hijo amado

Mientras por la ventana entraban los albores del día como una prolongación del renacer constante, al mismo tiempo en el que el último grito materno se dejaba sentir, vino al mundo Ricardo.
Dos días atrás, Leonor había tenido un mal sueño que le hizo despertar con la sensación de que su hijo sería perseguido. Le angustió que el primer sonido en llegar a sus oídos nada más dar a luz, fuera el grito de un ratón que intentaba huir del depredador del que al final fue preso. El eco de la muerte del roedor se confundió con el llanto del recién nacido, y éste, a su vez, con las palabras de la matrona felicitándola por el feliz suceso.
En los años venideros, aquella madre se abnegó por darle toda la educación que estuviera en su mano, sentía especial predilección por Ricardo, y aquél niño se ilustró como antaño lo hiciera ella. Leonor, tuvo que soportar las protervas acciones de un esposo del que se separó pronto. Inglaterra necesitaba un rey, y como es natural su hijo mayor fue nombrado corregente; mientras el legítimo rey Enrique se entretenía. Las disputas con sus hijos por su comportamiento díscolo fueron constantes. Enrique pudo repelerlas hasta que Ricardo logró conquistar a su bien amado Juan, su hermano, hijo predilecto de Enrique, acólito ser que le respetaba sin cuestionarlo. Gracias a este hecho, el rey se vino abajo.
El episodio que marcó el nacimiento de Ricardo casi estaba olvidado, Leonor había sido testigo de su exitosa vida, y lo único que enturbió su optimismo fue ver como Juan, aprovechando la ausencia de su hermano que luchaba en Tierra Santa contra Saladino, le arrebató el trono de Inglaterra. Pero hasta eso fue superado.
Corría el año 1199 y en él: batallas monumentales, intrigas perversas, secuestros, incluso naufragios. Leonor debía pensar que ya nada podía truncar la vida de su hijo, no contaba con una irrelevante disputa, cuyo resultado se tradujo en un enfrentamiento del que Ricardo salió malherido; un pequeño rasguño en el cuello que acabó infectándose, y por el que la vida se le escapó. Un homicidio involuntario, dejado en manos de la mala fortuna; un hecho insignificante, como la vida de aquel roedor que sucumbió entre las zarpas de su verdugo al nacer Ricardo.
Leonor lloró nuevamente ante su hijo, aunque en esta ocasión, junto a sus lágrimas, se le derretía el alma.

CRSignes 150106

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26
Abr

Serie "Primavera"nº 26

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24
Abr

A través del tiempo

Toco la aldaba de bronce envejecida. Un solo golpe resuena. Sorprendida, asustada, siento el taconeo cercano, la puerta se abre. Del interior surge la figura esbelta de una doncella ataviada con un traje isabelino negro, delantal y cofia blanca. “Temo no poder servirte —me dice —, espera a tomarte esta galleta, y podrás entrar”. Le hago caso y muerdo. En un abrir y cerrar de ojos, alcanzo el tamaño de la puerta. No sé si es ella que se alarga o yo la que se encoge. Cruzo el umbral y me reciben con júbilo los invitados a un banquete de té, tarta y pastas. Sentada entre un conejo que come aprisa, y el anfitrión que se presenta como el sombrerero loco, justo enfrente de mí, sentada una niña. “Es Alicia, y me ha seguido”, —dice el conejo. “No, Alicia soy yo”, —le digo. “No, es ella”, —contestan todos. “¡Soy yo!”, —insisto. Me miro en ella, y no me reconozco. Decido regresar sobre mis pasos, encontrar el camino de vuelta, pero no veo más que mi reflejo en un espejo de plata. Cuando retorno mi mirada, la mesa ha desaparecido, y el conejo, el sombrerero, las tazas, tartas, todo, todos menos la doncella. “Este no es tu tiempo Alicia. El tuyo ya pasó”, —dice mientras me entrega otra galleta que muerdo.
“Me llamo Alicia, tengo 15 años, y hoy me convertí en mujer.”

CRSignes 250309

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23
Abr

Serie "Primavera" nº 25

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22
Abr

Casino

El suelo reflejaba la desmesurada ostentación del casino. Objetos de dudoso gusto, decoraban un salón que bullía en animada actividad.
El ambiente enrarecido acabó por irritarla. Comenzó a sudar. Las mesas escondían algo más que los trucos de la casa para no perder. Mentiras y falsedades en cada una de las historias de aquellos jugadores compulsivos, apilando deudas, fortunas y, de vez en cuando, alegrías ante la acertada forma de jugar de algún espabilado tahúr. Entre el canalillo de su vestido rojo satén, las gotas de sudor paseaban de forma molesta.

Señora, ¿le sucede algo? Parece que a su pareja no le importa demasiado que sufra. ¡Es sólo un juego Madame! En el que su partenaire encima tiene suerte. —Dijo el crupier sin apartar su mirada del exagerado escote.
Si nos disculpan se lo robo un momento.
Cómo no. Mientras sólo sea eso lo que nos sustraiga…

En aquel momento, en la terraza, se reproducía un paraje tropical. Las micro-gotas de la refrescante recreación le aliviaron el sofoco. Próximos a la barandilla, protegidos de miradas indiscretas, le levantó la manga del chaqué para manipular los botones del panel de mandos.

Lo siento, lo siento… No podré continuar la farsa.
Va bien. —La voz del procesador le infundía seguridad.
Nos pillarán, bueno me pillarán. Estoy demasiado tensa, fue un error no introducir parámetros para muestras de cariño en tu programación. ¡Me hace tanta falta el dinero…!
No imagino en qué ayudarían esos datos, escapa a mi lógica, pero con una partida más obtendrá lo que necesita.
Me habían hablado bien de vosotros, si el resto de cosas… —le besó —no pienso separarme de ti en la vida. Brrrrr —estaba tiritando— Han cambiado el ambiente y hace demasiado frío.

Entraron mientras les rodeaba un remolino de micropartículas de hielo. El androide le pasó el brazo sobre los hombros.

Veo que se encuentra mejor. Les estábamos aguardando. ¿Comenzamos?
Gracias. Pero alguien cambió la programación de la terraza, poco le faltó al frío para lastimar mi salud.

No le había bajado la manga al androide, mientras le besaba la colocó en su sitio. El crupier le guiñó el ojo con complicidad.
A la media hora salían del casino rumbo hacia su planeta de origen, el androide con el dinero suficiente en la cartera y ella con una sonrisa de satisfacción que le iluminaba el rostro.

CRSignes 271108

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21
Abr

Serie "Primavera" nº 24

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20
Abr

Amor en penumbra

Dejaron en penumbra la habitación. Los asistentes, primerizos y veteranos, inquisidores algunos, escépticos en su mayoría, aterrorizados otros, se mostraban impacientes. La presencia entre ellos de personajes públicos y periodistas, daba al espectáculo una categoría impropia de una situación tan extraña como ilusoria. Florence Cook se había convertido en el acontecimiento de moda desde finales del siglo XIX.
Entre los asistentes, William Crookes, había dedicado desde 1875, cuando Florence era tan sólo una niña, su tiempo en investigar el caso de aquella mujer preparada para materializar el cuerpo del espíritu que se hacía llamar Katie King.
La médium, situada en el fondo de la sala, entraba en un trance capaz de provocar fenómenos nunca pensados, y que tan sólo él, había estudiado.
Los fluidos surgían desde la nariz, la boca y los oídos de Florence, conformando el cuerpo que avanzaba sigiloso hacia los invitados. La figura, surgida de la unión de la energía canalizada de la médium, deambulaba esperando las preguntas de los asistentes. Florence apenas si abría la boca. Con los ojos cerrados, como desmayada, parecía ajena a lo que sucedía. Katie la domina.
Envuelta en blanco sudario, siempre cerca de la fuente que la creó, deja que pregunten y observen. Su bello rostro, pálido y triste, tiene una amarga noticia que comunicarles. Aquella será su última aparición.
William se siente morir. No sabe por qué, pero lo idolatra; desconoce cómo pero cree estar enamorado. Vive obsesionado. Desde sus investigaciones y con ellas, la ha defendido, para acabar admirándola. La desea, no comprende su marcha.
Katie se coloca a la altura del científico, que con la respiración entrecortada la aguarda. Siempre ha estado allí, a su lado, ella lo sabe, pero no puede más. Su misión se ha cumplido. Comienza a desvanecerse, hasta desaparecer.
La busca en los ojos, al fin abiertos de Florence, que sale del trance entre los aplausos de los presentes que se marchan.
La amó, y ese sentimiento murió con ella. Un secreto a voces, desvelado por sus gestos, su admiración y el celo en defenderla, aunque siempre argumentó el carácter científico de su presencia.
¿Fue Katie consciente de aquellos sentimientos? Y si no fue así, ¿mereció saberlo?
Hermoso sería pensar, que algún encuentro privado los uniera de nuevo. Tanta dedicación, mereció un premio.

CRSignes 250109

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