2
Mar

El arcano número 4. El Emperador

¿Cuántos más seguirán? En el peor de los casos, y cuando lo requiere, del interior de mi mano parece escapar la ira, que con forma imprecisa, bien de su filo punzante, por su atronadora llama, o con la mano desnuda, blande al viento contorneadas gotas, que tiñen con sangre su trazada. El temor ante mi imagen, perversa y cruel, visible reflejo en los ojos desencajados de los que me acatan, no es lo único destacable. Ese es mi aspecto más feroz, pero tengo otros; variable rostro que no necesita de artificios ni de golpes de efecto. Altanero, por mi apostura, conquisto incluso caminando. Lo habrás visto, y lo verás una y mil veces. ¿Qué importa el cuándo, el cómo o el dónde? Tarde o temprano reaparece; me instalo a tu lado y por encima. ¡No podrás escapar!
El efecto enmascarador del tiempo, que incansable oculta la evidencia, con bituminosa capa, no puede evitar que se repita. Es el vivo reflejo del triunfo. Ante mi presencia: temor y respeto. En mi presencia: justicia y sabiduría. Todo cabe; lo bueno y lo malo se reparte como en una lotería. Nada es previsible, tan sólo ese afán de poder y gloria, que lo caracteriza. Maratoniana migración de recursos anclados en el deseo. Quién no nace con poder, lo consigue; pero no es más el querer o el desear, que el tenerlo seguro.. Hay que nacer para estar ahí, bien alto. ¿Es difícil de imaginar que alguien pueda abarcarlo todo?
Retozando en las sombra, ocultos detrás de mis actos, otros aprovecharán el empuje, la fuerza. La imagen del emperador, del rey, del monarca se queda clavada, se extiende hasta en los quicios recónditos de la mente. Es intemporal. Por codicia o por admiración, contabilizamos los días anhelando el encuentro; atrae la envidia incluso cuando surge de lo más profundo del odio. ¡Desearás ser como yo!
La salvación, quizás... alcanzarme. A nadie le amarga un dulce y puede que, si eres fríamente justo, y tratas la crueldad con calidez, el amenazador rastro, de los que te aventajamos, pase de largo por tu reino.

Carmen Rosa Signes 060706

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22
Feb

El arcano número 5. El Papa. Papa Luna

- ¿Perdonaría Cristo a los discípulos si le hubiesen rechazado como a mí? ¿Sentiría piedad de sus almas si, una vez elegido, otros hubiesen venido a sustituirlo?

Desde la cueva podía concebirse como Cristo predicando ante la multitud. Las gaviotas y vencejos revoloteando y el sonido de las olas golpeando los acantilados, le devolvían el clamor de su proclamación, al momento de su glorioso nombramiento como Papa en la Obediencia de Avignon.
Viejo y ajado, descendía las escaleras labradas en la gruta hacia el embarcadero oculto, por el que poder huir si alguien lograba franquear los muros de la fortaleza.
Peñiscola se levantaba desafiante al mar y hacia todo aquél que osase conquistarla. La firmeza del baluarte reforzaba aún más la postura inflexible del Pontífice, que agonizaba en la soledad de su encierro, desterrado de su reinado terrestre pero no de su vínculo divino, precisamente aquél que le concedió el privilegio de su representación en la tierra.
El cisma le transformó en proscrito.
¿Pero quienes eran aquellos que cuestionaban su mandato?
Posiblemente acólitos ignorantes que tan sólo servían para las obras menores de la Iglesia y políticos infieles buscando redención.
El protervo modo con el que lo habían exiliado, condenándolo a la más obscura de las persecuciones, tan sólo comparable a la sufrida por los primeros cristianos, tarde o temprano les pasaría factura.
Serían condenados por ello.
Y una y otra vez descendía a la gruta buscando quizás, en el retiro de aquel escondite, la conexión directa con el Altísimo, que le aguardaba con los brazos abiertos, como quién espera al hijo que ha tenido que escapar injustamente y que, abandonado a su suerte, lucha y sufre por el reencuentro con sus seres queridos.
Desde la ventana de sus aposentos, su pensamiento se perdía buscando el delirio que ha hecho de lo terreno, en contraposición con lo eterno y lo divino, acaso más anhelado, el suplicio de su existencia.
Sabe bien que el comportamiento díscolo es de los otros. Sólo el Altísimo podrá juzgar sus actos.
Enjuga unas lágrimas matizadas por la humedad que le llega con el choque del oleaje. Silenciados lamentos en el temor al homicidio de la Iglesia, cuyo camino se ha visto truncado.

- Sí, Cristo perdonaría porque su mandato se basa en la piedad y la comprensión. Mi único consuelo es que a pesar de todo el pueblo siga amándole.

Carmen Rosa Signes 100106

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20
Feb

El arcano número 5. El Papa

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20
Feb

el arcano número 6. Los enamorados

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20
Feb

El arcano número 6. Los dos caminos

Lleva toda la noche cabalgando y le vence el cansancio.
Los perfiles del horizonte dibujan, al fin, conocidas montañas.
Por la vereda que conduce al río, los vaqueros guían su rebaño. Pasa con desdén sin reparar en ellos.
El camino se divide en dos. Debe escoger...

La joven contempla la corriente, abstraída de su labor. Está sola, sus compañeras han partido ya.
De entre sus manos escapa una prenda que, flotando sin rumbo, dibuja, sobre la superficie del agua, el baile de la corriente, hasta que una roca la detiene en su huída. Permanece impasible mientras la ligera prenda de un rojo y sedoso tejido se aleja. En la distancia, aquel ropaje, semeja la llama de una hoguera sin humo.
Saca las manos del agua y las airea pausadamente al viento y al sol que parece querer calentar un poco.
Recupera la prenda sin poder evitar empapar sus ropas. Sus senos se clarean por entre la liviana blusa. Entonces, desnuda su cuerpo y se tumba en la hierba.

Mientras su cabalgadura repone las fuerzas en la tranquila orilla, puede contemplar, en la trayectoria de uno de los caminos, la salvaje belleza que retoza sobre el verde manto, jugando con su cuerpo, viendo pasar las horas, desprendiendo deseo, juventud y ansias de vivir.

Sobre peanas, desperdigadas entre la floresta, descansan las colmenas. Las abre con cautela para extraer su elixir y llenar los cubos. El olor dulzón atrae los insectos y los centinelas de aquella corte, desconcertados, revolotean nerviosos.
Cumple con un ritual de siglos, su madura experiencia, le proporciona el cuidado preciso. Sobre su cuerpo desnudo una fina gasa la protege de las picaduras. Nada la distrae de sus obligaciones. El sol del medio día marca el fin de su tarea. Agotada, se acerca hasta la orilla del río y humedeciéndose las manos refresca su cuello, sus senos y remoja sus pies antes de sentarse en la linde para recuperar las fuerzas.

La serena belleza del maduro rostro le cautiva al extremo opuesto de la otra senda. Ve como rellena con mimo los cántaros y repletos los tapa. Pequeños hilos de dulce tejido, acompañan el recorrido de sus manos, se enredan en su cuerpo proporcionándole una delicada y apetitosa prenda.

Debe escoger..., su futuro depende de ello, pero su mirada se pierde en el infinito...

Carmen Rosa Signes 210206

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18
Feb

Paseando por La Habana 3

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14
Feb

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14
Feb

En rojo

La luz difusa de la lámpara, enmascaraba en rojo el ambiente ofreciéndole intimidad. En aquel recogimiento, Roberto aguardaba la llegada de Irene, impaciente. Ultimaba los preparativos del aniversario con la que ansiaba regalarle. Sobre la mesa, la cena fría estaba casi servida. Seguía trinchando la carne jugosa, como a ella le gustaba, no podía reprimir chuparse los dedos a cada movimiento del cuchillo que rasuraba a la perfección aquellos filetes sonrosados, aún calientes. Se le hacía la boca agua.

Escuchó el sonido de las llaves y los pasos de su amada.

-No entres en el cuarto mi vida. -Dijo mientras se sentaba en el sillón. -Ven a mí antes de que me vuelva loco.

Irene se sentó sobre sus rodillas, sus manos jugueteaban sobre el pecho desnudo de su amante, caracoleando entre sus dedos el abundante vello.

-¡Estate quietecita! Sabes que eso me pone a cien.

-¿Me quieres hacer creer que no es lo que buscas?

-Sabes con certeza qué es lo que quiero, pero antes… He pasado el día pensando en ti… Cazando para ti… -Con cada afirmación, Roberto le desabrochaba uno de los botones de la blusa. -… Cocinando para ti. –El pecho de Irene, desafiante, quedó al descubierto mostrando sus pezones rojos y grandes. Roberto se lanzó sobre ellos y Silvia agradeció el gesto gimiendo de placer.

La tomó de la mano para guiar sus pasos, y al pasar junto a la mesa ella exclamó emocionada.

-¡Lo hiciste!

-Te lo prometí para el aniversario. ¿Cómo olvidar el día en el que nos conocimos? Este año ha sido el más importante de mi vida. Ven, te preparé el baño.

No esperó a que ella se quitara la ropa, él mismo la desnudó.

-Disculpa Silvia, debí limpiar, ser más cuidadoso.

-Tranquilo –comentó ya con los pies dentro de la bañera repleta del rojo y espeso contenido, aún tibio.

-No he podido conservar la temperatura adecuada del baño. No supe cómo hacerlo.

-No te preocupes, te perdono, la próxima vez será. Para ello sólo tienes que retrasar la hora de la muerte, dejar que fluya lo más rápidamente posible la sangre de la víctima, no matar antes de hacerlo, parece vil este comportamiento, pero es menos inhumano que arrancarle la vida al tiempo que el corazón. Venga, pásame la esponja, embadúrname de sangre el cuerpo, restriégamela, y vete. Enseguida estaré contigo, para degustar ese banquete sangriento. Nuestra alianza con la muerte.

CRSignes 8 de noviembre de 2007

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25
Ene

El arcano número 7. El Carro

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25
Ene

Las posiciones opuestas del arcano número 7

Sobre los árboles las aves se posan descansando del largo recorrido migratorio. El sol poniente confiere al cielo la variedad cromática del fuego mientras, en la lejanía, densas columnas de humo presagian el fin.
Aparta las ortigas para recolecta unas cuantas hierbas aromáticas con las que macerar la carne de venado recién cazado. Allí postrado contempla el resurgir de la luna oculta por el velo de su vergüenza, el segmento invisible, de su oscurecida faz , invita al recogimiento y la reflexión.
Suspendido de una cuerda, en lo alto de una rama, se halla su trofeo. Con un único pedazo del animal, sobre los hombros, se encamina hacia el campamento. Al día siguiente enviará a sus gentes para recoger el resto.
Para Vercingetórix no hay nobleza en el enemigo. Ha sido testigo de la destrucción, de la impiedad, de la falta de respeto y cree que la pléyade de los dioses, sus dioses, le harán vencedor y los invoca.

Si Cesar hubiera previsto la noble resistencia de los salvajes galos, tal vez habría cambiado sus ansias de conquista en pos de alguna alianza.
La tranquilidad aparente es sólo ficticia y, en el caminar tortuoso de sus hombres, se intuye el miedo.
El frío se adueña de sus huesos. Se acaricia el rostro mientras regresa a su tienda.
Antes de sumergirse en la volátil ligereza de su alojamiento, un gesto indiferente le acompaña mientras observa la arista iluminada de la luna y, cerrando los ojos, suspira mientras se pierde entre las telas.

Ambos se debaten entre la admiración y el desprecio. Mientras tanto, los muertos se amontonan prolongando el agónico paso de las estaciones.
El triunfo se vislumbra de diferente forma, para Cesar es una cuestión de honor y prestigio, Vercingetórix sabe que no rendirse ni claudicar es vencer.
Los meses han marcado el ritmo de la batalla, ora de un lado, ora del otro, la balanza de los misteriosos designios divinos ha jugado con sus vidas.
El ejército romano descompone en bodrio las tropas galas al día siguiente. Recogen los prisioneros abatidos por el desánimo. El orgullo los mantiene en pie.

La sangre gotea dejando una huella menuda que se extiende y penetra en la tierra alimentándola. La pieza cobrada el día anterior se descompone al sol, mientras la luna crece despacio dejando atrás su vergonzoso velo.

Carmen Rosa Signes 020306

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23
Ene

El arcano número 8. La Justicia

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23
Ene

El arcano número 8. La Justicia

Desconcertó a todos con su actitud serena y firme.
Acababan de comunicarle que se lo llevaban preso y sabía que su destino pendía de un hilo. Su reacción estaba del todo justificada. Hacía un par de semanas había pronosticado que aquel acontecimiento, unido a otro de mayor magnitud, estaba próximo.

El respeto que se había ganado pudo más que la inquina acumulada entre los que tramaron su declive.
Conducido en presencia de un juez fue llevado directamente a presidio.
Durante el encierro, tuvo la certeza, confirmada y precisa por sus visiones, del día de su muerte.
Dos días más tarde, fue conducido hasta palacio.
Allí, le aguardaban seguidores y detractores en igual proporción.
Los sollozos y las palabras de ánimo se confundían con aquellas que le condenaban.
- Tus días de hechicero terminan y, el diablo, jamás volverá a guiar tus pasos.

No le sorprendían aquellos gritos que, reticentes, parecían dictados por la iglesia.
Confiando en su palabra y sabiduría, sus amistades, quisieron defenderlo y convocaron una asamblea, sin tener en cuenta que el tribunal, antes incluso de conocerlo, ya lo había condenado.
Sobre el altar de la capilla real, se colocaron las pruebas que argumentaban la sentencia.
Allí quedaron expuestos los objetos consideraros inductores del delito.
Sobre el relicario que guardaba restos de algún mártir, fue desmenuzada una baraja de Tarot, cuya figura del diablo, según ellos, era muestra de una vergonzosa pleitesía por parte del inculpado.
- No conseguiréis humillarme. Todo lo que podéis decir, ni me sentencia más de lo que ya me habéis condenado, ni me libra del destino que ya me habéis elegido. Es hora de que cumpláis con vuestra voluntad y deis, al fin, con mis huesos en el cadalso. No defraudéis mis predicciones.
- Ahorraremos pues en detalles si así nos lo pedís, maldito hechicero. Pero acallaremos tu palabra antes de tu muerte, para que no envenenes nuestros oídos. Tu lengua será arrancada esta misma noche y mañana, tu cuerpo quemado vivo en pública ejecución.

A cientos de kilómetros, y con el camino libre de obstáculos, las tropas enemigas preparaban la invasión que daría fin a toda una época.

Carmen Rosa Signes 310306

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10
Ene

El arcano número 9. El Ermitaño

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10
Ene

El arcano número 9. El Ermitaño

Renuncié a todo: la amistad, el amor, el dinero. Dejé que la distancia del tiempo borrara mis pasos, camuflara mis huellas. Así comencé la vida que admiráis.

“Harto de compromisos, sobornos que el destino nos pone por delante difíciles de eludir, meceré mi voluntad y aplacaré la ira buscando la paz de espíritu.
Sé, que si vuelvo la mirada podré adentrarme en el futuro, pero debo buscar respuesta en las pisadas ya marcadas, para comprender cómo deben ser las que necesito para continuar el viaje.”

Me pedís que os guíe, y los ojos los tengo cegados por mi propia luz. Deberéis aguardar a que aclare mis pensamientos, para poder ofreceros la sanación.

“La luz ilumina el camino andado, desvela el sendero, esclarece el misterio que me ha precedido.
De tanto mirar hacia dentro se ha cegado mi vista. Es por ello que recurro a todos los estímulos para conseguir ver algo, que no sea mi propia sombra persiguiéndome, y reclamando explicaciones.”

Os habéis confiado a mis años, a mi sabiduría, a esta vejez evidente que no puede borrar sus marcas ni defraudaros, aunque mi realidad sea distinta que la vuestra.

“Los golpes del bastón, rítmicos y acompasados, despejan los obstáculos, espantan las bestias, afianzan el propósito.”

Yo llegué a dónde estoy por un largo camino, y por más que intente aliviaros no podré acortar el vuestro. Mi realidad, es distinta a la de todos. Puedo hacer referencia tan sólo a mi persona. Cambalache de experiencias que os daré si confiáis en ellas.

“Me dejaré fenecer lánguidamente, pues al fin he comprendido que debemos llegar al pleno convencimiento de todo lo que nos rodea, y sólo, cuando la vida está a punto de abandonarnos, dejamos de anteponernos para comprender el entorno.
En este océano oscuro, que es el firmamento, las estrellas marcan a su paso las estelas noctilucas de nuestro destino.”

¿No pensáis quizás que yo abandoné el mundo precisamente huyendo de lo que venís ahora a buscar en mi?
Por qué no os apiadáis de este pobre infeliz, que tiene suficiente aspirando a terminar su vida como la comenzó: en la pureza de espíritu, con la que todos somos lanzados al mundo.

Carmen Rosa Signes 140306

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