El cuadrilátero
Al encenderse la potente luz de los focos, vimos aquel cuadrilátero viejo testigo de encarnizadas peleas marcadas por el amor al deporte y por la obligatoria presencia de las apuestas. Mudo testigo de grandes glorias: Kid Chocolate y Stevenson, entre otros destacados contendientes, bailaron sobre su lona.
Al subir pudimos sentir el vibrar de unas cuerdas que amortiguaron el empuje de unos besos como en su día lo hicieran con los golpes certeros de vencedores y vencidos.
Desde lo alto de aquel espacio, observé algo que hasta ese momento me había pasado desapercibido, entre la penumbra de un rincón vi tres sillas alineadas que soportaban el cuerpo recogido de un anciano que parecía dormitar. En la discreción de su anonimato miraba en silencio nuestros ridículos pasos, juguetones y atolondrados, que mancillaban la memoria de su valioso legado. Marcado por la edad y por incansables horas de gimnasio, de duro entrenamiento, se podía imaginar sobre él un pasado lleno de triunfos, que posiblemente concluiría en el mismo lugar en el que comenzó.
Me impresionó sobremanera aquel encuentro. Y apenas sin mirarle, recelando por si una mueca de comprensible desprecio pudiera salir de su mirada, al temer que nuestro inocente juego de enamorados sobre aquella plataforma que significaba y comprendía toda su vida le hubiese provocado, partimos avergonzados con la certeza de su discreto parecer.
CRSignes 2003
Publicado en Cuba en la antología del Certamen de microcuento El Dinosaurio 2008. Gallina y otros cuentos. Colección: Dienteperro. Editorial: Caja China.