17
Jun

La marcha de la Reina Negra

I'll be what you make me I'll do what you like
I'll be a bad boy I'll be your bad boy
I'll do the march of the Black Queen
(The March of the Black Queen, Freddie Mercury, 1973)

No, no estábamos junto a Alicia en pleno campeonato de cróquet de la Reina de Corazones el día en el que la niña se despidió del Gato de Cheshire, el paisaje me confundió. Era de noche, me hallaba a mucha distancia de allí, en un jardín brillante de focos de colores, destellos espejados, ritmos estereoscópicos y en el que la música se atemperaba al compás de nuestro corazón.
La escena: un baile de máscaras grotesco cuyos personajes desfilaban tras la Reina de la Noche, la Reina Negra que dispone de los movimientos de sus acompañantes. Todos obedecen, ahogan el atrevimiento y el paseo acompasado la llena de orgullo.
¡Bajadles los humos! −grita la Reina Negra en el éxtasis de la ceremonia. En una mano su cetro, en la otra un látigo con el que consigue la pleitesía que anhela para ésta contagiosa y alocada danza.
La oscuridad custodia la fiesta dedicada al Dios Sol. Astro brillante en el reino de Rhye.
¡Difícil abstraerse de lo que está sucediendo!
Freddie acapara ahora toda mi atención. Arrastra su capa blanca barriendo a su paso las huellas del mambo que, a fila de a uno, corteja a la reina. Ésta fustiga con el látigo inmisericorde a diestro y siniestro.
¿Por qué estoy allí?
En mi búsqueda de la felicidad, he caído en ese increado reino que existe desde antes incluso que todo fuera creado.
Que la mano derecha no se entere de lo que toma la izquierda −, susurra melindre esa Reina Negra que se crece en su postura dominante, pese a que los bailes y la música laceran su reinado.
Ahora despliega sus alas el ángel que custodia el encuentro. El músico − en su frenesí − se apodera del cetro mientras es seguido por las luces despistando a los danzantes y a mí. Y no vemos a su señora, sino a él. Y el dios resplandece, el dios, el Rey, la Reina de la Noche. Freddie persiste con el estilo de su poder vocal, tanto, que destapa la verdad y la canción que ha permanecido al margen de la escena, rellena los huecos de mi deseo. Al fin lo encuentro.
La noche concluye con las últimas notas de la canción de la reina, la Reina Negra que, después de invitarnos a que nos portemos mal, aliándonos con el Diablo, nos libera del compromiso. Y es en ese momento cuando yo regreso a mi origen, porque el disco deja paso al silencio y el tema, después de una pequeña pausa, vuelve a comenzar.
La escena: un baile de máscaras grotesco, en un jardín brillante de focos de colores, destellos espejados, ritmos estereoscópicos y en el que la música se atemperaba al compás del corazón de Freddie, que coronado como Reina me tiende la mano.
La clave de la felicidad está en mi música.
Y mientras le escucho, no pienso en nada más.

CRSignes 16/05/2012

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