31
Ene

Escucha San Rafael el corrido de la niña Maria Elena

…Esta es la historia
de la niña Maria Elena,
de su madre devota,
de su novio y de su padre…”
cantan los mariachis.

“Se cumplirá el destino”, decía amá. Había desaparecido de su mirada la fiebre que arrastraba. Vestida siempre de negro, una sombra la seguía. “Es el ángel —afirmaba —y cuidará de ti”. No recuerdo ni un solo minuto, en el que no rezara. Devota a San Rafael, llevaba su escapulario hasta para dormir. Mis padres discutían precisamente por eso. Nuestra familia se desmoronaba desde hacía años. “San Rafael, mi niña, es el único que puede salvarnos”, decía llorando, mientras de rodillas, rezábamos esperando a apá de alguno de sus largos viajes.
A apá, le caía de madre Eduardo, y si lo aguantaba, era por los favores que le regalaba. “Esto si que es amor por una hija”, gritó el día en el que anunciamos el enlace, dos semanas antes del juicio que condenaría a Eduardo, padre del niño que esperaba, a cinco años de prisión por tráfico de armas.

“…En el rancho paterno,
el tequila y la birria
bañan y perfuman el suelo,
mientras, en otro estado
la sangre de las armas exportadas.
se derrama por todas partes…”
los mariachis acompañaron el desfile nupcial, intentando disimular el cansancio que arrastraban de tanto tocar.

De blanco inmaculado entré en la iglesia.

…En la ceremonia los mariachis
seguimos cantando.
aguardando que la boda termine
para después seguir con el borlote
de la niña Maria Elena,
echar papa como animales,
y chupar hasta empedarse...”

Con el beso, las puertas volvieron a abrirse.
Desde la sacristía podían escucharse los gritos de apá. El lenguaje soez, se mezcló con los lloros y las súplicas. Eduardo no purgaría los delitos de su jefe. La sombra misteriosa de amá, intentó apartarme. No la dejé y el traje se tiñó de rojo. Todo había terminado.
Desde el otro lado, veo las consecuencias de mi muerte. A Eduardo lo mató mi padre, por haberme asesinado. “Se rompió la familia”, repite mi madre, mientras aquella sombra se aleja. Parece un ángel.
Los mariachis concluyen su corrido, al ritmo lento del cortejo que me acerca al rancho.

“La niña Maria Elena desea
probar un pedazo de su tarta
amá no la deja,
si antes no le limpia la falda
que le manchó su novio
que descansa como ella
al lado de María Guadaña.”

CRSignes 041209

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