Realmente no hay lugar como el hogar
“Carretera en obras” Así rezaba el cartel colgado de una cadena en la entrada de la senda.
— Y ahora ¿por dónde voy?
Recién llegado a Munchkinland, lo primero que hizo fue posicionarse al principio del camino y esperar a que pasara alguien.
Un grupo de munchkins asomó por la cuneta, caminaban en fila de a dos con sus gorros calados hasta las cejas. Decidió mirarlos pero sin decirles nada. Cuando llegaron a su altura detuvieron el paso. El que abría la fila dijo.
— ¿Me puedes decir si llegas a tiempo o estás haciendo tarde?
— ¿Cómo?
— ¿Acabas de marchar? —Le parecieron groseras aquellas preguntas.
— Si te refieres a si acabo de llegar, así es. Me manda Dorothy.
— Pues entonces tendrás que seguir el camino.
— ¡No se puede! Está cerrado.
— ¡Uy! Pensando así llegarás cerca. —Parece regañarle— Lo que no se termina no se puede comenzar —Y se alejaron.
Aquella conversación le había servido para decidirse. Apartó la cadena y comenzó a caminar sobre aquellas baldosas que en el acto se tornaron amarillas. Al instante un flujo constante de criaturas, surgidas de todos los rincones, poblaron la senda. Durante todo el recorrido anheló no encontrarse con ninguno de los personajes conocidos, aunque no los necesitara. Podía prescindir de guía. Pero algo le desconcertaba ¿sería capaz de llegar sin unas zapatillas rojas como las de Dorothy?
En el cielo, cuando ya el horizonte marcaba el final de la ruta y la ciudad Esmeralda dibujaba su forma resplandeciente, vislumbró la figura atroz de la bruja que descendía. Sus pies, calzados con sendas zapatillas de rubí bañaron con su color el campo y sus cultivos; el cielo, las espesas nubes, y pájaros; y el bosque cruzado por un río ahora rojo que lindaba con la senda que seguía, también mutó de color.
— No me temas. Me necesitas.
— Nadie sabe que he venido, salvo Dorothy.
— Y tú. No olvides quién eres, tú eres quién está aquí. Póntelos. —La bruja le entregó sus zapatos, y él al calzárselos recordó su origen. Entonces golpeó tres veces aquellos talones.
— Bienvenido a casa Mago.
Oz regresa a su estado. Ya no hay color en su senda, todo vuelve como al principio, la obra comenzada termina ya, el camino torna a cerrarse esperando que alguien llegue o se marche de nuevo. Y un cartel colgado de una cadena en la entrada de la senda anuncia: “Carretera en obras”.
CRSignes 270409
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