Missing time
— ¡No, estúpida es M U R C I É L A G O! Lo ves Marco. ¡Ojala pudiera llamar!
Pero Marco ni veía ni tan siquiera podía escucharla, yacía conectado a los aparatos que sustentaban su vida artificialmente.
— ¡A-7! —gritó. — ¡Pero qué tontos! Imagina que en lo que llevamos de mañana ya habría ganado 12.000 euros —suspiró.
La tele seguía entreteniendo las horas de encierro y la inquietud de una madre que aguardaba un milagro.
—Hablar ayuda a las personas como tú. Veamos, lamento no poder decirte cómo tu padre entró en mi vida, si era un desastre o iba como un cromo, más bien, ni me di cuenta. Hasta tu llegada, no reparé en la posibilidad de aquel encuentro. Te lo puedes creer, algo tan importante y no lo puedo recordar.
Cuatro hombres con escafandras entraron obligando a salir a María. Mientras, unos operarios desconectaron durante unos minutos a Marco buscando alguna reacción, un movimiento involuntario o reflejo en su cuerpo.
— ¿Qué le hacen animales? No han tenido suficiente. Por su culpa se encuentra así —dijo mientras la entraban de nuevo.
—Nada señor. Ella es muy suspicaz y no coopera, y el chi…co… Él…Él, sigue sin reaccionar.
—Si no sabe cómo denominarlo, llámelo por su nombre. ¿Probaron la desconexión?
—Así es señor, pero o es muy listo o las lesiones de los primeros exámenes se escaparon de nuestras manos, y los daños son irreversibles.
María se tiró las manos a la cabeza y miró a su hijo, pero no dejaron que se acercara a él. Tan sólo la soltaron al abandonar la celda en la que se encontraban.
—No los pierdan de vista. Tarde o temprano nos puede sorprender, no es el primero que nos engaña. Todas estas criaturas tienen mayor aguante.
María tomó la mano grisácea de su hijo y la besó con ternura.
—Lamento Marco que el encuentro con tu padre fuera tan efímero. No haberlo conocido conscientemente. Las aducciones no deberían existir. Tú eres hermoso hijo mío. No sé por qué tu padre tenía que ocultarse de mis recuerdos. Cuando todo esto termine, cuando estas bestias nos suelten, buscaremos a papá y nos iremos con él. Así debía haber sido desde el principio. Te lo prometo.
La cadencia del pulmón artificial era un fondo acústico demasiado duro para María, y la televisión vino nuevamente a enmascarar su angustia.
CRSignes 121008
No hay opiniones, todavía
Feed de cometarios para esta publicación