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Jun

Las rubias tontas...

"A través del cristal, podía verlo. No tardó en llegar su madre, agarrarlo fuertemente con el cinturón de seguridad, y evitar así que pudiera ser testigo de la desagradable escena del rescate del cuerpo sin vida. Al instante la caravana de coches avanzó.
En la orilla, la lúgubre belleza del cadáver se dejaba ver. Tendría diecisiete años. Ahora, debían confirmar su identidad y comunicar la terrible noticia a los familiares. La región se volvía a teñir de luto. En las dos últimas semanas habían aparecido los cuerpos de tres jovencitas. Sin aceptar que un loco caminara suelto, intentaron enmascarar los crímenes como accidentes, pero las víctimas seguían aumentando…”

A Juli le gustó Manu. Sus amigas le advirtieron de que no debía confiar en desconocidos, pero no les hizo caso y aquella tarde aceptó ir con él al auto-cine. A Manu no parecía importarle la película, no le quitaba los ojos de encima a la rubia que tenía al lado.

“…En el salón principal del cementerio se celebraba el sepelio, a últimas horas del día. Lisa, una de las mejores amigas de la fallecida, caminaba con rapidez por entre las tumbas del campo santo, hacía tarde. Una mano, surgida como por arte de magia, la hizo caer…”

De un salto, Juli se pegó a Manu, que con sutileza aprovechó para agarrarla por los hombros, mientras decía:

— ¡Las rubias tontas siempre mueren!

Ella aguantó la escena siguiente como pudo, le disgustaban ese tipo de películas, pero le agradaba Manu pues la consolaba con ternura.

“…Los crímenes no parecían tener fin, ni la llegada del FBI cortó los impulsos del asesino…”

La película estaba próxima a terminar, y Manu no se había atrevido aún a dar el primer paso. “Seguro que no es ningún canalla.”, pensó Juli. Manu, al contrario, cada vez aparentaba más intranquilo, se movía nervioso, y tirando mano tras su asiento rebuscó algo que al fin encontró. El brillo de la hoja afilada compitió con el de la luna cuando se abalanzó sobre Juli, que luchó con fuerza, cuando…
…Un corte de luz les privó del final. Los encargados del auto-cine, coche a coche entregaron cupones vigentes durante una semana, para que pudieran ver la película completa.
Encontraron a Juli sentada en tierra, sin poder explicar lo sucedido. Al entregarle el cupón lo rompió.

—Las rubias tontas… no siempre mueren. —Dijo.

Realmente no le apetecía saber cómo se terminaba la película.

CRSignes 150808

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