El 163
Las calles apenas transitadas de la ciudad que crece, que se moderniza, son un cúmulo de sorpresas. “Lo traen los tiempos —dicen—, hay que acostumbrarse”. Pero la expectación despierta tantos recelos como ilusiones.
Hace un mes que monté a mi hijo, al pequeño de apenas seis años de edad, por primera vez en el tranvía. Pensé que sería más terrible para él. Subimos en Paseo de Gracia, miré su carita y comprendí que aquello era grande. No sé el porqué me lo había imaginado asustado, agarrado a mi cuello o enredado entre mis piernas, suplicándome que le bajara de aquel cacharro que corría tanto, pero no fue así. Él mismo insistió en que le soltara. No paró de saludar a las mujeres, a los ancianos, y como no a los niños. Vi en sus ojos el orgullo que despierta sentirse envidiado.
El paseo se alargó un buen rato. Delante de nosotros el trajín de la ciudad acelerada, de los vehículos rodantes, de los carromatos y carruajes tirados a caballos, de los ciclistas desafiando al vehículo, no cesó. Algunos intrépidos peatones se cruzaban en el último segundo, confiados en su agilidad y los reflejos. Las carreras improvisadas de los ciclistas que atraviesan zigzagueando delante de nosotros siguiendo los rieles, son divertidas. El fulgor del sol se cuela por los cristales, su fuerza se refleja en ellos, y te deslumbra. Por un momento el recorrido se detiene para que el 168 siga también su marcha. Otro día subiremos en él. Mi hijo no se cansó. La ciudad se muestra hermosa, resplandeciente, parece nueva sobre el tranvía.
Cuando lo creí conveniente, tomé su manita y lo aupé. Bajamos antes de que se detuviera. El niño rió con gusto. Ya en el suelo corrió a su lado hasta agotarse, pero su excitación aún perduró un rato. Estirando de la chaqueta me dijo. “Papá, papá, quiero más”. Con mi negativa no conseguí que callara, siguió insistiendo. Tuve que prometerle que volveríamos a subir a la siguiente semana. Y así lo hicimos.
Hemos convertido estos paseos en una costumbre, en un mal vicio dice su madre. “Las calles se han vuelto peligrosas con tanto tráfico”, comenta. Ella y sus manías.
Mañana montará con nosotros por vez primera. Creo que podremos hacerle cambiar de parecer.
CRSignes 240509
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