9
Abr

Grotesco

Sin temor a equivocarse, se adentró por el laberinto de calles de la parte antigua de la ciudad. Las imágenes de un pasado remoto, embrollos en su mente, le confundían. Tenia la sensación, más que la certeza, de que su destino estaba próximo.
Un accidente había borrado su pasado. Cansado de reinventarse regresó al único lugar en el que podía reconstruirlo.
Sentó su intención y sus ganas en el poyo de una iglesia situada frente a una fuente.

¿Qué mira? Márchese.

Lo cierto era que el anciano, que parecía no quitarle la vista de encima, no tenía el menor interés por él, es más, sus ojos apenas si distinguían formas. Con la inercia del enfado fue derecho hacia la fuente para meter la cabeza bajo el chorro antes de zambullirla, buscando quizás purgar su ira. La posibilidad del suicidio pasó por su mente. ¡Sería tan sencillo! Como pudo giró la cabeza para contemplar en el reflejo espejado bajo la superficie del agua la grotesca mueca con la que el fuego había moldeado su rostro. Aquellos ojos, irremediablemente abiertos, descansarían. Había llegado el momento.
Un fuerte tirón le sacó. Su primera intención pasaba por reprochar al rescatador aquella acción que había frustrado su fallecimiento, pero no halló a nadie. La muerte se le volvía a resistir.

¡Tengo el mismo derecho que los demás! ¿Por qué me la niegas de nuevo?

Con la llegada de la noche, en la palidez de las horas nocturnas, recordó el día fatídico en el que se desfiguró su vida.
Ya quedaba menos, doblar una esquina y podría reencontrarse. La memoria le devolvió de una sola vez: imágenes, nombres, sensaciones, rostros, y el tiempo que creía perdido y lejano. Hasta él regresaron los olores de un ambiente cargado y espeso. Aquel día, entre el juego de las llamas, lazos ardientes en un rodeo mortal, mientras músculos y piel se descomponían presa del fuego, perdió algo más que la memoria. Había comenzado un proceso que no podía parar, principio y fin de la historia que había atrapado su alma.
Sin temor a equivocarse se adentró por el laberinto de calles de la parte antigua de la ciudad. Por vez primera una fuerte sensación de dejà-vu le confundió.

CRSignes 110408

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