2
Abr

“Jlysty” *

A Manel Aljama

“El mayor placer de Dios es perdonar a los más grandes pecadores.”
Grijorij Efimovich, Rasputín.

¿Ni en la muerte me vas a abandonar? Siempre supe que nos encontraríamos de nuevo. No sé si estoy preparado.
Retornar al día aquel de diciembre se hace menos duro ahora que nuestros destinos parecen juntarse. Dijeron que tuviste conocimiento del peligro que corrías a mi lado, y aún así te fiaste de la invitación.
Cada trago resbalando por tu esófago, portaba el escozor amargo del veneno de la rabia; cada bocado disfrazado en el dulce envoltorio del azúcar, acompañaba el miedo a tu poderosa influencia. Mientras tanto, mis risas de satisfacción se juntaban con las tuyas en el goce del momento. Luego las mías se tornaron secas al ver la resistencia de tu cuerpo… inmortal. Y disparé. Una única bala que atravesó tu corazón. Caíste de bruces. ¿Cómo pudiste volverte a levantar? Tenía que huir, dejar que otros se enfrentaran a mi miedo.
Dejaron que calmaran las aguas que bajaba con fuerza, pero no resurgiste. Las gélidas aguas del Neva te engulleron, lavaron el rostro de nuestro imperio que apenas si sobrevivió unos meses más. Fuiste culpable de la depravación que encendió a las masas. Bestia demoníaca que escudaba en Dios la depravación y el libertinaje que te dio el nombre. Vergüenza inconmensurable para los temerosos del altísimo. Corrompiste, a unos y a otros: a los primeros infectándolos en el temor a lo divino; frente a los otros, lo lograste dejándonos en evidencia, sacando a la luz nuestras debilidades. ¿Acaso, a sabiendas o no, fuiste tú el artífice, la clave de los revolucionarios, lo que los bolcheviques necesitaban para justificar su barbarie? Lo corrompiste todo. Las mujeres se mostraban livianas de ropa en tu presencia, dejando mancillar sus cuerpos y trincar sus mentes. Y tú te vanagloriabas de ello. Eras el sabio, el gran adivino, el profeta que iba a salvar nuestra estirpe. Ninguna superchería salida de tu boca ha tenido eco. Tu muerte sorprendió a muchos, escandalizó a unos pocos, y satisfizo a la mayoría. Dijeron que no era cierto, que sin el cuerpo… Que tú retornarías. Pero ese ilusorio pensamiento duró bien poco, y terminó por desvanecerse con el tiempo.
Maldigo al ser mil veces maldito que representas y lo hago desde el placer que me provoca haber sido el artífice de tu muerte, por que sé, que ese Dios en el que justificabas tu obsceno proceder, me perdonará.

CRSignes 290309

* “Jlysty" convencido, es decir: alguien dispuesto a cometer los mayores pecados.

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