31
Mar

Casual

Era la vez número doscientos setenta que en el laboratorio Sven, empleado desde hacía veinte años en la empresa, con un método desarrollado por él mismo, un hilo había sido introducido por el ojo de una aguja. A cientos de kilómetros, Karina, madurita empleada en confeccionar los ovillos manualmente en una empresa de lana, de un solo tiro, como un dardo, encestaba la totalidad de su producción diaria. Sus compañeros jugaban con ella cambiándole la posición y la distancia del recipiente, sin conseguir nunca que fallara ni una sola vez. Este hecho sin importancia, tenía poco de casual y mucho de habilidad innata. Sin cuento alardeaba de un antepasado suyo que llegó a ser un reconocido golfista, y de un pívot en la N.B.A. que era su primo.
A puntito de alcanzar los quinientos enhebramientos consecutivos en el laboratorio, la maquina falló, pero Sven no desesperó, tenía confianza en sí mismo. Además era verano, y tanto Karina como él decidieron ir de vacaciones. Así sucedió que coincidieron en un mismo vuelo rumbo al Caribe.
El azar los sentó en asientos correlativos, en el mismo hotel y con las mismas excursiones. No tardaron en saber de sus empleos relacionados, de sus gustos compartidos, de sus éxitos y de sus fracasos, forjándose una amistad y confianza, que sorprendió a todos los compañeros de viaje. Muchos fueron los que se estrujaron el coco sobre que tanta coincidencia no podía ser casual; se llegó a comentar, que entre ellos hacía mucho que debía haber algún rollo, tal era el grado de afinidad entre ambos.
Fuera como fuese, tanto a Sven como a Karina les resultó gracioso aquel juego de insinuaciones, pero los constantes cuchicheos de aquellos cotillas acabaron por sobrepasarles. No les gustaba ser mártires de nada.
El viajé llegó a su fin, se acercaba el momento de la despedida. Hacía casi dos días que no se hablaban, incluso llegaron a cambiar los asientos del avión. Sin sutilezas, todos pendientes, estaban convencidos de que alguno de los dos haría lo impensable para despedirse efusivamente. Pero no sucedió nada. Al menos nada que pudieran ver. De ello fue responsable la habilidad de Karina. Había escrito sus datos en un papel que lanzó directamente al bolsillo de la chaqueta de Sven.
A la mañana siguiente, Karina recibió el primer mensaje de texto en su móvil. Un SMS de amor tardío que decía: TE QUIERO.

CRSignes 150708

free b2evolution skin