17
Mar

Las reinas. Parte 3ª La reina de trébol.

Alza la voz, pero no se entiende nada y la cortina torna a su posición.
¿Quién diría ahora que es una mujer afortunada? Desearía poder dar cuenta de su vida plena, de sus logros. Las palabras están ahí, preparadas para salir, las conoce, pero no tiene control sobre ellas. Apenas unos balbuceos enrevesados. Se da cuenta de la situación, y llora. Las lágrimas caen por su rostro, pero no las siente… ¿también ha perdido el llanto? Al revuelo de su entrada en urgencias, después de que una de sus vecinas la encontrara tirada en la puerta de su casa, ha devenido una calma prolongada. Cree que se han olvidado de ella. Se evade de la falta de compañía, de la búsqueda de rostros conocidos, con los recuerdos. Retrocede buscando las causas.
Aquella mañana tenía muchas cosas que hacer. Su hija le había pedido pasar por el ayuntamiento para gestionarle unas cuestiones sobre recaudación, después tendría, con los papeles en mano, que llevárselos, no sin antes recoger a los nietos en la escuela, y prepararles la comida. Le hubiera dicho que no, pero temía que prescindieran de ella, tenía la imperiosa necesidad de sentirse útil, controlar sus vidas pues en el fondo creía que le pertenecían. Perdido el momento justo de su derrumbe, seguía esperando verlos aparecer en cualquier momento.

Antonia, hola preciosa. Mira, este señor es el neurólogo, ha venido para ver cómo te encuentras, te va a hacer unas preguntas y unas pruebas. Intenta contestar lo mejor que puedas.
Se da cuenta de sus limitaciones. ¿Dónde está todo el mundo? Le duele más la ausencia que la derrota de su cuerpo. Intenta salir del desánimo.
¿Mamá? Al fin me dejaron entrar. Disculpa la tardanza. Hablamos con el médico. No te preocupes de nada, ya llegamos a ti.
Puede que sus sentidos la engañen, pero su corazón no falla. No le han arrebatado la fortuna
.

Alguien está cantando, lo ve pasar jugando con las cortinas. Pero pronto calla.

(Continua…) CRSignes

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