14
Mar

Las reinas. Barajando.

Separadas por biombos, descansan en la sala de urgencias del mismo hospital. No hacía tanto que compartían mercado, calle, ciudad. Cruzando vidas, como quién atraviesa la calle mirando sólo para adelante, fueron tejiéndose el destino que las unió unos instantes.
Aún restriega sus ojos espantando legañas. Teresa alarga la noche siempre que puede, para atiborrarse de pastillas cuando el sueño se atrasa. Se desnuda frente al espejo, y contempla la hermosura que aún ve. Cuenta con su mente distorsionada, que le ayuda a configurar sus excelencias; y un séquito de chupones que la acompañan por un dinero, que ella malgasta en potingues. La reina de corazones, a veces grita auxilio.

De tanto preocuparse por los suyos, la reina de tréboles perdió su propia perspectiva, se abandonó por complacer los deseos de los que deambulaban por la casa. No hay nada que no pudiera conseguir. Ahora mira a su alrededor, busca, pero no ve a nadie; el nido vacío, la corte alejada, y sus sentimientos rotos pero satisfechos. Se reconforta, cada cual esta en lo suyo, y ella ya ha sido suficiente carga. Languidece en lágrimas recordando cariños de antaño, mientras una sonrisa intenta salir de su rostro paralizado.

¿Cómo llegó hasta allí? Ha deambulado exigiendo. Mira acá y allá, levanta la mano esperando tratos de favor, es la reina de picas. Cuando comprende que no hay nada que hacer, tira mano de VISA, pero alguien la arroja a su bolso y a ella la devuelve a la cama. Respira angustiada. En su vida, no hay tiempo que perder. La opresión en el pecho, es una señal de sus prioridades. Languidece con el corazón en un puño; puño que la golpeó para recuperar el ritmo que se desvanece.

Las enfermeras lavan su rostro impregnado de lentejuelas y colores brillantes. Introducen en una bolsa el traje plateado, la peluca, y los zapatos de tacón de aguja. La bata blanca la sienten húmeda y se la cambian. La fiebre da paso a las alucinaciones, que convierte las luces del techo, en los reflectores de un escenario. ¡Canta! No hay forma de que pare. Un tranquilizante por vena, y la reina de diamantes duerme arropada por sus sueños de éxitos y pleitesía. Revuelven su lecho, para recoger el vómito de su renuncia. Esta vez saldrá.

En ocasiones, las figuras se juntan como cartas de una baraja.

(Continua...) CRSignes

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