17
Ene

Buscanso empleo

El día de nuestra llegada nos sorprendió la bienvenida, la cordialidad de los que serían nuestros vecinos. Nos hicieron sentir bien. ¡Muy bien! La casita era pequeña pero se acoplaba a nuestras necesidades, al menos, no se parecía al chiringuito que habíamos dejado atrás. Llegamos al pueblo después de muchos meses dando vueltas, en busca de un empleo, y de pronto encontramos en aquél municipio, trabajo, tranquilidad y ¡un hogar! Al fin serenábamos unos ánimos bastante maltrechos. Escribíamos el último verso del poema más triste de nuestra vida.
Las semanas pasaban y cada día nos sentíamos peor; llegábamos a casa derrotados; aprovechábamos hasta el último segundo, entre luces crepusculares, para descansar, pero no era suficiente; la debilidad cada vez era mayor, por lo que decidimos acudir al médico. Según él, “…están como rosas”, afirmó; no nos veía nada, y como si de falta de combustible se tratara, nos recetó un complejo vitamínico.
Una tarde después del trabajo, ya de noche, me sorprendió ver unos extraños dibujos en el alféizar de una de las ventanas; pregunté a Sole, quien me dijo que sí que los había visto, pero que pensó que no eran nada. “Cosas de chicos”, dijo. Mi inquietud se volvió curiosidad y recelo al comprobar, que aquellos enigmáticos grafismos, desaparecían con la luz del alba siendo únicamente visibles por las noches. Pregunté, pero nadie parecía querer contestarme. No lograba permanecer despierto, era imposible, hasta que asocié los dibujos con nuestro agotamiento y los borré. Fue como liberarse de una pesada carga.
No sin temor, como un depredador en busca de su presa, me encaminé hacia el pueblo. Una neblina densa apenas si me dejaba ver. A medio camino, descubrí horrorizado a la mitad de mis vecinos presos de algún tipo de hipnótico trance (posiblemente el mismo que habíamos sufrido tanto Sole como yo). Trabajando en una misteriosa excavación, eran dirigidos por varios miembros destacados de la comunidad, entre los que se encontraba el médico. No me detuve para averiguar nada más, preferí permanecer en la ignorancia.
Recogimos nuestras pertenencias inmediatamente, y nos largamos.
Aún seguimos buscando un hogar, un trabajo y una tranquilidad. Ahora recelamos de las bienvenidas cordiales, de los empleos fáciles, y nunca dormimos en una habitación, si antes no hemos comprobado que no hay dibujos en sus ventanas.

CRSignes 280805

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