11
Oct

Tu magia

Me sorprendió verte aparecer. Tus movimientos tan pausados me cautivaron. Jugabas con tus amigos. Sentí envidia de ellos. Pasaron en desbandada frente a mí, tal vez asustados por el trueno que precedió la lluvia insistente. Te buscaban.
Vestidos para el carnaval, parecíais salidos de un sueño. La careta que enmascaraba tu rostro no podía ocultar tu belleza. ¡A punto estuve de arrancártela! Os refugiasteis bajo los porches de la plaza. Jugabais a los acertijos. Me acerqué.

—No llevas disfraz. —Me dijiste.
—Seré lo que tú quieras. —Fue mi respuesta. Todos se rieron.
— ¿Puedes ser viento? —Me preguntaste.

En ese momento desaparecí. Corrí. Huí de ti, de todos. Tuve miedo de no poder complacerte. Sentí un estremecimiento muy grande. ¡Me ofusqué!
El frío del invierno hizo mella en mi cuerpo empapado por la lluvia. Me guarecí en un rincón, la quedada del viento hacía más inapacible mi refugio, comencé a tiritar. Se había atizado la fiebre que me consumía. No tenía ánimo para moverme, todo se había vuelto confuso. Extrañamente confuso.
Veía pasar los divertidos personajes disfrazados para el carnaval. Se oía la música, las risas, los juegos. Gente corriente plagiando la alegría de una vida sin problemas por unas horas.
No era capaz de imaginar personas bajo los disfraces. Se me antojaban terroríficos seres dispuestos a dañarme. Cerré fuertemente los ojos.

— ¿Cómo lo hiciste?-

Tu voz me reavivó. Eras tal como te había imaginado.

— ¿Cómo dices?
—Me pareció que volaste. Deseé que te hubieras quedado con nosotros.

Mi angustia desapareció como por arte de magia. ¡Tu magia! Ahora si que volaba. Me trasportaba tu imagen. No había baile, ni música, ni lluvia, ni viento, tú y yo flotando en un inmenso espacio con el único cobijo de nuestros brazos entrelazados.
De pronto todo se volvió gris, del gris pasó al negro. Vi como te alejaban, te separaban de mí. Tu imagen se desvaneció al mismo tiempo que mi conciencia.
Al despertar, mis pensamientos confusos me mostraban imágenes esperpénticas de formas indefinidas. Personajes crueles riendo con saña mi desgracia, draconiana ley que no comprenderé jamás, pues del mismo modo que yo regresé al mundo vulgar que me circunda, tú desapareciste como se desvanecen los sueños al despertar.

CRSignes 301105

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