15
Sep

Y mientras tú, segura, estás en el cielo. (Leviatan demonio de la envidia)

Nunca me gustó la oscuridad, y aquello estaba demasiado tenebroso. Sentía tu mano en la mía, aunque sabía que ya no estabas conmigo. Recordé haber comenzado este viaje solo. Me faltaba tu presencia, pero no se puede tener todo y ahora me tocaba a mí. Recordé cómo después de tu visita a Egipto, loaste su exotismo y elegancia; esto también te hubiera gustado, aunque quizás sea un tanto más extravagante. Un pequeño puente sirve de unión entre estas diminutas islas flotantes, me recordaban a tu descripción de Venecia y sus canales, aunque aquí el mar cambia de color constantemente.

Por un momento, creí estar en un cuento de hadas oriental. Todo parecía congelarse al paso de un individuo de presencia imponente, hasta el viento. Una ráfaga helada me produjo un escalofrío que recorrió mi cuerpo. Rodeado por un cortejo propio de otros tiempos, hizo un gesto indicándome que le siguiera. No puedo recordar el tiempo que vagué tras él, de un puente a otro, dejando atrás otras naves como la que me había llevado hasta allí, siempre repletas de pasajeros. Sin parar ni un segundo, dejábamos atrás decenas de puestos ambulantes, que engalanados con tejidos vistosos, eran portadores de apetitosas muestras gastronómicas: delicias turcas, frutas escarchadas, sabrosos dulces de llamativas formas y colores. Pero no podía detenerme, y ese nudo comenzaba a atormentarme. Al tiempo que fui consciente del lentecer de mi angustia, el entorno comenzó a mutar, la vistosidad circundante desaparecía, aunque lo más importante era que comenzaba a sentirme aliviado por tu ausencia. Logré atrapar una de aquellas frutas rebosante de azúcar escarchado. Al hincarle los dientes su jugoso contenido resbaló sobre mi barbilla, dejando tras de sí un amargo y desagradable sabor que me obligó a escupirla bien lejos. Sentí la risa sarcástica de mi guía que me miró complacido.

¿Quién eres tú para burlarte?
Soy Leviatán y me debes respeto.

Entonces hizo que me tiraran al agua helada de la que ya no he podido salir.
Ahora lo tengo claro. Atrás quedó el frío catre que guardaba el secreto de tu ausencia.
No tengo remordimientos. Imagino tu suerte, tan sólo este pagano cabe en el crisol de su condena; mientras tú, segura, estás en el cielo. Al menos al fin tengo algo que tú no tienes, aunque lo sufra. Ya era hora de que así fuera.

CRSignes 110908

free b2evolution skin