4
Sep

De Zarkov, Flash Gordon y batallas estelares


El alivio llegaba como el día, al abrigo de un sol que perfilaba el azabache de las montañas en ocres y rojos resaltando las nubes. Era precisamente ese el momento en el que dejábamos escapar la imaginación, despertando sueños, que a lomos de corceles o vehículos, disfrazaban una realidad convulsa. Batallas estelares y conquistas del espacio corrían parejas entre las sombreadas nubes, que adquirían la forma de nuestros caprichos. Poníamos imágenes a los cuentos y aventuras de unos héroes de tebeo: “Flash Gordon” o “El Hombre Enmascarado”, que no me cansaba de leerle a Rafael. Horas de espera mitigadas haciendo tiempo hasta la llegada de Don Esteban, portador del remedio. Si el cielo nos era grato, podía disimular mi pesar. A sus nueve años, Rafael tenía que soportar un lastre que le alejaba por una ruta sin retorno de mi lado. Él era consciente de su debilidad; sabía que las promesas de ayer se convertían en los juegos de una mañana cada vez más corta.
Don Esteban, siempre llegaba con una sonrisa, y alguna bagatela entre las manos con la que obsequiarle; era entonces que descargaba en su cuerpo la pequeña dosis química con la que soportar hasta su próxima visita, y que nunca era suficiente. Por ello inventamos los juegos. Cuando el dolor arreciaba, era fácil hacer de los quejidos, los gritos de una guerra lejana; o convertirlos en las aclamaciones por la conquista de un espacio misterioso, que dibujado a nuestro antojo se mostraba en el cielo, y en el que las naves de unos enemigos -aquellas nubes que cruzaban el firmamento- luchaban hasta que los dragones o monstruos, que defendían su territorio, se disolvían barridos por el viento. En ocasiones, la naturaleza nos regalaba con los efectos especiales, de rayos, centellas, y estrellas fugaces.

-Mañana, Rafael, -le dijo Don Esteban –intentaré venir más pronto para jugar con vosotros. Siempre quise ser como el profesor Zarkov y pilotar mientras combato a Ming.. Estoy convencido de que entre los tres lograremos cazar a esos furtivos que se resisten.
-Será estupendo.

Por la noche se durmió planeando la batalla del día siguiente. Aquella mañana se disolvió junto con las naves de sus héroes por última vez.

CRSignes 030607

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