2
Sep

Entre bambalinas

Le cuesta levantar la rodilla después de la reverencia. Espera escuchar, por derecho, los piropos, aquellas palabras que la inviten a retomar la canción que finaliza su repertorio o repetir la primera; pero sus sentidos, distorsionados por el vodka, la engañan. La intoxicación etílica, nubla su vista. El eco áspero del frufrú de seda envejecida, acartona sus reverencias dejando un único rastro sonoro. Nadie aguarda en platea, se marcharon todos antes de su último desmán. Vuelve a inclinarse mientras intenta mantener el equilibrio, pero le vencen las piernas.

Gira la llave despacio, la puerta se abre, alguien entra.

-Como verá todo se encuentra resguardado del polvo, los asientos protegidos, me las he ingeniado para que no se note tanto el abandono.
-Deje que le eche un vistazo, no sé si es lo que busco. Además está aquella historia.

Desanda el camino del escenario, se pierde entre los amplios cortinajes y hace mutis por un foro en penumbra, carente del calor de meses atrás. Intenta mantener sus párpados abiertos, para no equivocarse de camerino. “Deja pasar, - le grita insolente a la persona con la que se cruza, que parece no verla -¡Me reclaman de nuevo!” –comenta orgullosa mientras se arregla una horquilla. Sigue oyendo vítores dónde tan sólo queda el murmullo de los pasos alejados de aquellos que deambulan curiosos por la sala.

-¿Lo ha notado? Va a pensar que estoy loco.
-Temí que esto sucediera. Disculpe, también lo he notado yo. No es agradable.
-Sería hermoso que pudiera recuperar su pasado, pero si no se libra de la aparición, dudo que consiga nada.

Confiada, la sombra invade nuevamente el escenario. Aún los carteles de su última función, cuelgan desgarrados de las vitrinas, y la soga pende en escena.

-Deje que le cuente a mi señora que lo he presentido. No se lo va a creer, pero ella estuvo aquí aquel fatídico día, cuando aquella vieja gloria, se arrancó la vida.
-¡Qué desagradable! Salió borracha. ¡Vergonzoso! Llevaba días sin hacer caso de los avisos, y no pudo soportar el escarnio.

La llave gira en la cerradura oxidada sellando nuevamente el teatro.
Desde la puerta, el escenario apagado y sucio refleja por un instante las luces de las bambalinas que parecen encendidas; y allí asoma, nuevamente colgada en el centro, proyectando la sombra de su tronío, alargada y flácida.

CRSignes 190707

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