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Jul

Cuatro cartas para una declaración. 1ª Parte

Llevábamos casi año y medio escribiéndonos, desde aquel primer mensaje en el que me contaba que había ojeado el boletín literario en el que participaba yo llamado “Soterrània (Quaderns de Literatura)”, y que deseaba que compartiéramos colaboraciones. Y un año desde que después de la rápida contestación, volviera a escribirme. De la literatura, tema principal de nuestras cartas en un principio, pasamos a nuestras aficiones y gustos personales, comprobando que no éramos muy distintos. La cantidad de cosas que teníamos en común se convirtieron en el mayor nexo de unión. Casi sin darnos cuenta las cartas fueron distanciándose menos. Pasamos de escribirnos una vez al mes, a una vez a la semana, hasta convertirse en una necesidad diaria, que terminó por dominarnos hasta el extremo de que no tener noticias, o no recibir ni tan siquiera una nota, se transformaba en una tortura. Es momento de hacer referencia a las dificultades que tienen los cubanos para este tipo de comunicación, al alcance, hoy aún, de muy pocos. No había día que no nos escribiéramos. En todo ese proceso, me di cuenta de que comenzaba a sentir algo más que la amistad que nos unió en un principio; pero no era sencillo reconocer que la persona que despertaba en una los sentimientos más profundos, viviera a miles de kilómetros. Soy una persona decidida, planifiqué visitarle, antes incluso de que los sentimientos quedaran al descubierto. No hacía mucho que una tía mía había fallecido, y con un poco de dinero que me correspondió por la venta de su casa, me planteé ese viaje, la primera travesía que realizaba a un lugar tan lejano. Siempre he sido una mujer bastante complicada y racional con las relaciones, por eso sabía que si quería descubrir hasta dónde podía llegar en esa creciente relación, debería adentrarme en su mundo, conocerlo, verle, sentirlo a mi lado. Confiaba en que sólo con mirarle a los ojos todas las dudas desaparecerían.
Antes de dejaros con la correspondencia previa, y la que siguió a su respuesta ante mi declaración, para la que tendréis que esperar al menos un día contaros, como anécdota para que no os extrañe, que entre Ricardo y yo existiera una conversación paralela, en la que nuestra verdadera personalidad se escondía tras dos personajes de ficción, que surgieron de casualidad (empujados por la pasión hacia la X-Files, la serie televisiva), y que durante un tiempo sirvieron para centrar las búsquedas de documentación para el miNatura, aunque a esas alturas de nuestra correspondencia, era la excusa perfecta para racionalizar lo que nos estaba sucediendo, una forma de terapia de descarga. Él, como Skinner, y yo, como Skully, aparecemos constantemente en este juego, que iba camino de convertirse en la gran historia de amor, que aún protagonizamos. Obviaré aquellos pasajes que quedan fuera del contexto principal y motivo de este proyecto.

Benicassim, 7 de noviembre de 2002

Apreciado amigo.

Sé que entorpezco en tu vida con este insistente deseo mío de escribirte, de contarte, de referirte mis cosas.
He estado analizando, desde dentro, él por qué de este irrefrenable deseo que me empuja, que me obliga, desde el mismo instante en que comienza el día incluso antes de despertar: a escribir sin tener en cuenta tu tiempo; de hablar sin que me preguntes; de consumir horas de sueño por hablarte, por decirte, por contestarte. No es mi deseo agobiarte, ni saturar tu cabeza con mis ideas, con mis pensamientos, con mis pesares, mis miedos, mis esperanzas. Dentro de mi confusión por tantas cosas nuevas en mi vida, he descubierto que es tan grande la alegría de saberte a mi lado, era tanto el tiempo que, por lo visto y sin saberlo, buscaba una relación de esta forma (llamémosla como queramos, aunque siempre pondré por delante la amistad antes que otra cosa), que ahora tengo tanto miedo de perderte, que me entristece y deprime lo suficiente como para estar constantemente analizando, escaneando mi pasado, mi futuro y mi presente.
Por otro lado sigo dudando que realmente esto esté ocurriendo. Leo tus cartas y aún se me plantean dudas, y no comprendo por qué. Pienso que en cualquier momento despertaré de este sueño, con uno de tus simpáticos y agradables correos, en los que bromeando conmigo, me pides cosas del todo posibles para el miNatura, sin ninguna otra pretensión, salvo la de la cooperación que hasta ahora nos ha unido, aquella que nos ha ido acercando cada día más, y al finalizar de leerlo nada. Sigo como ves desconcertada. Ayúdame. Son tan cortos los momentos que conmigo compartes, tus
contestaciones tan escuetas; tus palabras y opiniones, tan importantes para mí, tan escasas, (perdona no quiero que parezca una recriminación, no lo tomes como eso pues no lo pretendo, es simplemente mi miedo, mi incertidumbre la que habla), que al final del día, cuando en la cama, intento conciliar el sueño, una idea se presenta frente a mí. Una idea que no me ayuda en absoluto. Un pensamiento que me habla de la posibilidad de que tu no veas las cosas como yo, no en cuanto a nuestra amistad, que creo que los dos tenemos muy asumida, sino a la intimidad, a las confidencias, a la confianza que te entrego, que deposito en ti todos los días. Vuelvo a repetir que si té molesta lo que estoy haciendo, si no tienes tiempo o simplemente te es indiferente lo que te cuente, me lo dices. No sé que me sucede, generalmente soy más segura, más decidida, y ahora me
encuentro indefensa, pues he descubierto en mi un punto flaco que creía superado….

…Por eso el hecho de pensar que por mi culpa, por mi atolondrado comportamiento, por mi pesadez, mis dudas, mi inseguridad, mis miedos, pueda de alguna forma, herirte, perderte, me quita el sueño.
Sí, llámame tonta, llámame como quieras, pero necesito, tal vez desearía leer algo más preciso, menos ambiguo, más concreto. Espero no estar pidiendo ningún imposible, deseo no meterte en compromisos no deseados.
Sigo pensando que ese alguien que supongo que tienes allá, te quiere tanto que defenderá su posesión con uñas y dientes. No me asustan los retos, no temo a los enfrentamientos pero si te planteas dudas con respecto a mí, pon a la otra persona por delante. No quiero que nuestra amistad, malogre una relación fructífera, con bases sólidas, hay muchas personas que no comprenden la pureza de intenciones que puede haber en una amistad bien llevada, nunca he comprendido por qué irremediablemente, se ha de mezclar el sexo en cualquier relación entre hombre y mujer…
…Quiero que comprendas que realmente esto te lo digo con toda la sinceridad del mundo, me dolería que sucediera alguna cosa que malograra tu vida irremediablemente por mi culpa, considero las relaciones como un bien escaso y muy apreciado como para dañarlas de algún modo.
Valoro nuestra amistad, tanto, tanto, TANTO, que antes la sacrifico para no hacerte daño estropeando, malogrando tu estabilidad emocional, por unos malentendidos fácilmente evitables. ¿De acuerdo?
No quiero ser pesada con ello, pero todo esto, que mientras lo escribía pensaba guardarlo para mí, y no enseñártelo, al final llegará a tus manos, pues como sabes me gusta dejar bien atados todos los cabos, no tener puertas abiertas, que me lleven a sitios inesperados o que dejen entrar sin saberlo, nuevas vías de confusión. Supongo que de esta forma, pues ahora que ya lo he escrito estoy más tranquila, consigo aunque parezca extraño e increíble, recuperar un poco la seguridad perdida.
Desaparece de este modo también de mi mente parte del temor que provocan los temas no zanjados, por lo inesperado de los acontecimientos que puedas encontrarte al no preverlos. Mis dudas o al menos aquellas que dependen de tu contestación a esta carta y las anteriores, ya son cosa tuya. Perdóname de nuevo, ya estoy obligándote, forzándote, a algo que a lo mejor no deseas, que además yo no soy quien para pedírtelo. Pero Ricardo, por favor hazlo por esta amiga que te quiere, como ya no imaginaba que podría querer a nadie…

…Difícil de superara un beso en los labios, tiene tantos matices, tantos sabores, tantas sensaciones imprevisibles y tantas consecuencias inesperadas.
Pero voy a intentarlo. Deseo enviarte un beso que llegue en el momento justo en el que abraces el sueño. Así, de esta particular manera, podrás además de presentirlo y de notarlo en tu cuerpo, percibirlo cuando acaricie tu espíritu, que se halla en ese momento despertando de su estado de letargo diurno. Un beso doble, para recordar de día en la mañana al retornar la conciencia al mundo, y para disfrutar de un descanso del que reclamará con esta acción, la dulzura, la ternura de unas experiencias oníricas, gratas y placenteras a la medida de tus deseos y de los míos.
Hasta pronto amigo mío.

Carmen

Benicassim, 9 de noviembre de 2002

Hola estimado Ricardo.

Espero que aunque sea por un momento, mañana, bueno según la hora española, hoy, puedas leer los mensajes que te he enviado, en especial este…

…Espero que me perdones los mensajes anteriores, tan obstinadamente, inseguros y pesados.
Muchas veces necesitamos que alguien nos abra los ojos ante las cosas que a pesar de afectarnos plenamente, no somos capaces de darnos cuenta de que existen.
Ricardo es difícil para mí decir lo que tengo que decirte, pues nunca he tenido ni la oportunidad ni el convencimiento de decírselo a nadie. Aún falta un tiempo para que te lleguen, si es que llegan, mis dos últimas cartas incluidas en los paquetes que te he mandado, en las que te narro parte de mi vida. Cuando las leas, comprenderás el por que de todo esto, o al menos eso creo.
L..., mi adorada niña, de la que ya te he hablado, ha estado todo el rato regañándome por lo que , según ella, injusta y cruelmente te estaba haciendo. Y estaba en lo cierto, pero no me daba cuenta. Me ha costado mucho explicarle el por qué de mi inseguridad, de mi miedo con respecto a ti, hasta que al final lo ha comprendido. No obstante me ha hecho prometerle, que esta misma noche te escribiría y te diría lo que realmente siento por ti, y que aún ahora y por los motivos que dentro de un momento te comentaré, me producen un temblor de dedos, una paralización de la respiración, y provocan que mi pulso se acelere. Es muy difícil decir lo que quiero decirte, no por que tenga dudas al respecto, pues estoy segura de mis sentimientos, sino por que no lo he dicho antes, jamás he tenido oportunidad de hacerlo, quizás por que nunca me he encontrado con la seguridad, con la certeza con la que ahora me encuentro.

Te quiero Ricardo.

Ya está, ya lo he dicho. ¿Qué sucederá ahora? Te preguntarás (y si no lo haces tu, yo si que lo hago, posiblemente todo esto que voy a escribir ahora, necesito escribirlo para aclararme yo misma, pero realmente espero que te sirva de algo), si lo tenía todo tan claro con respecto a ti ¿por qué no lo había hecho todavía?
Muchos de los motivos están incluidos en las otras cartas. Pero el primordial es ese al que ya he hecho mención. Solemos temer lo que desconocemos, y te puedo asegurar, aún a riesgo de que no me creas, que todavía no había amado a nadie. Tengo muchas facetas olvidadas o más bien reservadas en mi vida, por que mi forma de ser, me ha impedido o me han influido de manera, que no he sido capaz de aceptarlas o asumirlas.
El amor es una de esas partes que más he dejado de lado, los motivos, no estoy segura del todo, ¿o si?, quizá debería decir precisamente ese, la seguridad. No había nunca estado segura de nada a este respecto, eso lo podrás ver en lo que te cuento por escrito. Si bien las oportunidades que he tenido (todos los detalles están manuscritos) han sido más que escasas, tampoco yo he ayudado nunca para favorecer las oportunidades, no por que no haya querido (dejando a parte que no he tenido ni oportunidad ni suerte),
sino por que posiblemente he sido muy cobarde, como ahora, y no he sabido enfrentarme a mi misma. Por eso los últimos diez años he centrado mi vida por otro camino.
Es algo extraño de explicar, lo que busco, y por lo que tengo más miedos y me produce más incertidumbre y angustia. Vale que no nos conocemos lo suficiente, ¿y qué? tenemos tiempo, siempre que quieras…
Vale que nuestra amistad, tiene base suficiente para durar toda una vida, siempre que continuemos como hasta ahora, confiando el uno en el otro. Me siento extraña, confusa, asustada, por no encontrar algo concreto. Siempre, bueno siempre no, desde mi inexperiencia, que posiblemente muchos dirían que me incapacita para opinar (a pesar de ello siempre soy yo a la que buscan para dar consejos), he llegado a unas cuantas conclusiones, idealizadas tal vez, pero que para mi significan mucho en lo que yo espero y deseo de una relación. No espero ni florituras, ni gallardetes, ni violines. Simplemente busco para compartir mi vida, una vida que todo sea dicho no esperaba llenar ya de ninguna forma (el tiempo va cerrándote puertas insalvables por que se han
quedado anticuadas las llaves), alguien que no solo sea un compañero de alcoba, necesito un amigo, un cómplice, un amante que lo sea también de pensamiento, de ideas, de ilusiones, alguien en quién confiar y que a la vez confíe, alguien dispuesto a dialogar como lo hacen los amigos. Me he dado cuenta que las parejas mueren, cuando se rompe ese vínculo, supongo que está dentro de lo probable, pero muchas veces no hacen nada para evitarlo, y otras ni tan siquiera lo han probado, las afinidades que comparten suelen ser mínimas y casi nunca coinciden.
Y lo que es peor, esa confianza que quizá tuvieron en algún momento, al desaparecer, provoca el peor de los conflictos. Claro está, que si no lo pruebo no sabré nunca si habría podido ser o no, pero....
A pesar de todo sigo aún un tanto en la duda, puede que Scully lo tenga más claro, por que seguramente haya tenido muchas más experiencias, pero te puedo asegurar que Carmen, no.
Una cosa si que puedo ahora, después de todo esto decirte con toda la seguridad que me ha aportado esta confesión, ¡L… gracias cariño mío! (si no llega a ser por ella no lo hubiera hecho, y aunque esto salga mal, o no llegue a comenzar o al final algo falle, sé que me servirá para madurar sobre todo en este complicado mundo de los sentimientos que he dejado durante toda mi vida de lado).
Eres el primer hombre del que tengo claros mis sentimientos. Nunca antes, te lo aseguro, nunca, de ahí mis miedos, había estado yo convencida del cariño, del aprecio, del amor que siento.
Si Ricardo, lo digo otra vez, no puedo callarlo. TE QUIERO.

Scully al fin se ha armado de valor. No le importan los comentarios negativos; las burlas ante una situación del todo exenta de burla; los peros que le puedan comentar, por que no los ve, no existen; las imágenes distorsionadas de una realidad, que se palpa, y que intentan meterle en la cabeza de que la soledad a la que se ha sometido, le hace cometer locuras, que no se fíe.
Tiene muy claros sus sentimientos, sus deseos. Cree que lleva sola, esperando, buscando el suficiente tiempo, como para saber lo que quiere, lo que busca, lo que necesita. Nadie va a interponerse ahora en su camino. Ha comprendido que la vida es algo más que normas de conducta, que lo único que hacen es cohibirte el alma; disciplina, que tan sólo consigue agriarte el espíritu; que lo racional no está reñido con los anhelos; que la vida con un poco de magia, desarrollada en su caso en forma de amor, funciona mejor.
Se dejará por primera vez arrastrar por sus instintos, sin medida, sin recelos, sin prejuicios, pero con la conciencia tranquila, sabedora de la certeza, de la seguridad con la que cuenta ahora, de sus sentimientos, de ese "te quiero" que repite ahora, y que desearía repetir siempre.

Si amigo mío, lo digo otra vez te quiero.

Mis besos en esta ocasión no desean ocultar nada. Hace tanto que no beso que espero no haberlo olvidado. Aunque te lo envío por correo urgente, debo calmar mi ansia, desearía que tomaras la iniciativa, cuando puedas, deseo por unos momentos, no muchos no te hagas ilusiones (para mi en las relaciones todo es recíproco), sentirme
dominada, que seas mi dueño.

Estimado, adorado, apreciado Ricardo, amigo mío.
Hasta pronto.

Carmen

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