11
Ene

La lección

La sangre salpicada lo cubría todo.
Algunos cuerpos aún resistentes al envite de la muerte fueron mutilados en vida.
Mientras las mujeres eran conducidas por la fuerza lejos del poblado, todos los varones incluidos los niños eran asesinados. Hubo madres, en su resistencia, por no perder el contacto con sus hijos, a las que golpeamos brutalmente. Algunas perecieron.
Recuerdo que una de ellas se quitó la vida, al ver como su hijo fallecía. No podía quedar ningún varón de aquella estirpe, así se evitaba que la sangre de la venganza corriera entre aquellas venas. Llegamos incluso a abrir la barriga de las embarazadas, para evitar cargar con varones.
Los gritos de auxilio, los lloros suplicantes, los estertores de la muerte, el ruido de los cuerpos pasados a cuchillo al caer, todo eso ha quedado grabado en mi mente. Una música que jamás podré olvidar.
Todas fueron violadas, para evitar que quedara alguna duda sobre la procedencia de sus hijos. No se tuvo en cuenta ni la edad.
Hemos sido adiestrados para esto, ya te darás cuenta.
Duerme hijo mío, mañana te hablaré del manejo de la espada y las múltiples formas de infligir daños irreparables con ella.

Carmen Rosa Signes Urrea, 2 de diciembre de 2003

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