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Nov

El poeta maldito

A Charles-Pierre Baudelaire (9 de abril de 1821-31 de agosto de 1867), al cumplirse 185 años de su nacimiento.

Traspasar los umbrales del tiempo. Permanecer, concatenar las atenciones y el recuerdo de los amados, tanto en vida como después de la muerte.

*A la montaña he subido, satisfecho el corazón.
En su amplitud, desde allí, puede verse la ciudad:
un purgatorio, un infierno, burdel, hospital, prisión…

Este aniversario quiero que sea distinto.

*… Florece como una flor allí toda enormidad.
Tú ya sabes, ¡oh Satán, patrón de mi alma afligida,
que yo no subí a verter lágrimas de vanidad…

Mucho tiempo hace que nos dejó, pero su huella acompaña mis pasos de lectora enamorada. Marca un camino siempre renovado, en el que cada rincón huele a nuevo, a viejo. Ora con un sol que quema hasta la piel mulata de su amante, ora con el frío paralizante de su cuerpo inerte por las tortas del opio, del hachís o del alcohol que alimenta su alma y desgasta su cuerpo.

*…Como el viejo libertino busca a la vieja querida,
busqué a la enorme ramera que me embriaga como un vino,
que con su encanto infernal rejuvenece mi vida…

Acaparar, una y mil veces, las mieles del triunfo, de la polémica, del placer y del odio hasta desfallecer. Sucumbir a los excesos.
No es difícil imaginar la burlona expresión de su rostro al ver descuartizados sus poemas. Las flores del mal sucumben al espanto de unos pocos, pero renacen una y mil veces ante el puritanismo y es, precisamente, esa demostración de intolerancia la que los eleva.

*…Ya entre las sábanas duermas de tu lecho matutino,
de pesadez, de catarro, de sombra, o ya te engalanes
con los velos de la tarde recamados de oro fino,…

La expresión del poeta maldito que se rinde rápido a la muerte. La afasia enmudece su boca, la sífilis atenaza sus músculos, cierra las puertas de sus recuerdos, altera su razón. Le enloquece.
Las brumosas visiones de su mente enajenada ya no atesoran la experiencia, la rebeldía y la pasión. Nos transportan hasta los umbrales de la tristeza con la que sucumbe.
Me pierdo en las dimensiones de su alma atormentada.
Experimentando en su lectura, busco las respuestas a mis propias obsesiones, y descubro al hombre inconforme y desencantado, que se sincera consigo mismo.

*…te amo, capital infame. Vosotras, ¡oh cortesanas!,
y vosotros, ¡oh bandidos!, brindáis a veces placeres
que nunca comprende el necio vulgo de gentes profanas.

Carmen Rosa Signes 9 de Marzo de 2006

* Epílogo del Spleen de París-1857

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