El libro de Monelle
“Y Monelle dijo: te hablaré de la vida
y de la muerte…
… No digas: vivo ahora, moriré mañana.
No partas la realidad entre vida y muerte.
Di: ahora vivo y muero…”
“El libro de Monelle” de Marcel Schwob.
La única luz proviene de mi mente.
La noche impide que entren los reflejos por los cristales, demasiado sucios para dejarse atravesar por destellos mejores que los que me proporcionan la absenta y el láudano.
Me niego a que la claridad invada mi morada. A oscuras todo es más sencillo. Por eso reservo la lucidez para las noches.
James me ha dicho que si sigo así caeré enfermo, que la vida no puede terminar de este modo…
Ayer maté una luciérnaga, vino para recordarme tu ausencia. Profanar con su vuelo destellante el lecho vacío.
Mientras la sostenía en mi mano, sentía mi corazón latir al ritmo de esas trémulas alas que se agotaban intentando remontar su vuelo truncado. Anhele que mi vida se detuviera con ellas. Sobre una hoja vacía dejé caer su cuerpo aún vacilante, deseando que, en el blanco impoluto de mi desconsuelo en el que el abandono me ha desprovisto de todo, al menos sirviera para tomar conciencia de lo soy, de lo que me espera y de lo que queda de mí.
Te debo mucho Louise, incluso ahora que no encuentro la forma de continuar sin ti.
Mi determinación de no apartarte de mi lado me anima a seguir adorándote.
La conducta bohemia y díscola que me arrastró hasta ti, quedará atrás. De igual forma que te dediqué mi vida, te dedicaré mi muerte.
Hoy intentaré escribir.
Dice James que me debo a los lectores, pero apenas aguanto mi alma repleta de nostalgia.
Las calles frías del Paris más oscuro se iluminan con la blancura de las primeras nieves del invierno.
Me hubiera gustado llevarte como presente de Navidad mi corazón envuelto con el oscuro velo del desconsuelo, para que pudieras revivirlo. Pero no pude. Necesito concluir este libro.
Voy a demostrarle a todos que no es más letal tu ausencia que tu compañía, que aún con la muerte siempre presente, me enseñaste a sentir desde tu interior. Que el libro de Monelle, mi Monelle, mi Louise querida, será una prolongación de tu vida, de tus palabras, pensamientos, deseos,… de ti.
Carmen Rosa Signes 11 de diciembre de 2005
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