Un extraño problema

Esta es una historia que sucedió en mi casa, pero que pudo haber sucedido en cualquiera y más específicamente en un lugar especial del dormitorio: el closet.
El asunto comenzó una mañana en que estaba preparándome para salir. Ya con el atuendo elegido y bien puesto, me detuve frente al closet para sacar mis zapatos y ahí me llevé una gran sorpresa.
Mi único par de zapatos consiste en un par color negro de piel de ternero que me acomodan perfecto en mis pies. Cuando estiré la mano para alcanzar uno -cualquiera de los dos -sentí un ligero puntapié en la pierna.
Se trataba del zapato derecho que indignado daba muestras de no estar de acuerdo con que me pusiera primero al zapato izquierdo. Lo bajé sin pensarlo mucho extrañado por la situación y entonces fue que el zapato izquierdo arremetió contra mis callos pisoteándome sin piedad para que soltara al zapato derecho.


Y ni uno, ni el otro me dejaban calzarlos y tuve que rendirme después de un buen rato de luchar contra esos dos que al parecer habían enloquecido.
Entonces opté por vestir otro par de calcetines - no sin antes cerciorarme que estos no pelearan también entre sí - y dejé a los hermosos zapatos negros refunfuñando en el closet castigados sin salir y me fui descalzo a mi cita.
Antes de marcharme les recomendé que pensaran en su mal comportamiento y que solucionaran su pequeño problema: ninguno es más importante que el otro, al final, los dos irán siempre al mismo lugar.

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