Una noche casi sin estrellas

Casi dan las seis de la tarde y Tito corre de un lado para otro como potrillo desbocado buscando su zapato izquierdo. Refunfuñando con su mujer, busca aquí y busca allá. Buscó bajo la sopa, no está. Buscó detrás del armario, tampoco está. Se le hace tarde para trabajar. Su trabajo es muy importante. Es “estrellero”. Estrellero es el que se encarga de salir cada noche a eso de las siete a poner las estrellas en el cielo. No es un trabajo fácil, solo unos cuantos pueden hacerlo. Tito es uno de ellos. Es un duende que vive en una montaña con su esposa duende. Lleva más de cien años cumpliendo con esta misión. Su padre lo hizo antes que él, y el abuelo antes que este, y así sucesivamente hasta perderse en una cuenta infinita. Es un oficio monopolizado por la familia de Tito. Todos los hombres de su estirpe, han sido y serán estrelleros. No ha pasado que una noche se quede sin estrellas y él no será el primero en que le suceda. Al no encontrar su zapato, decide ponerse los tacones de su esposa Tita. Esta se ríe a carcajadas del pobre Tito, que trastabillando camina hacia la puerta. Se coloca su chaqueta, su sombrero, y toma la pequeña escalera y la mete en su bolsillo. Abre la puerta y para su mala suerte, ha empezado a llover. Pero esto no impedirá que lleve acabo su tarea. Se encamina entre lodazales hasta la punta de la montaña, sube a una roca y saca la escalera de su bolsa. Una vez en posición, mágicamente la escalera crece y crece formando espirales y perdiéndose en el cielo. Tito tiene que subir a un peldaño y subirá en un instante. Pero los tacones no le permiten mantener el equilibrio y cae de la escalera, después de la roca y rueda montaña abajo. Tito gritaba y gritaba por sus estrellas que se salían de su bolsillo mientras caía. No le importaba su vida, él solo quería poner las estrellas en el cielo. Tita que había seguido a su esposo para llevarle su par de zapatos, lo rescató antes de que cayera demasiado lejos. Le ayudó a recuperar las estrellas, y juntos subieron hasta donde estaba la escalera. Esa noche, no solo hubo un estrellero colgando estrellas, también por primera vez en la historia, una mujer también colgaba estrellas al lado de su amado. Esa noche, los luceros brillaron como nunca.

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